Nota: ¿Qué tendran que decir todos los que se oponen a la inmigración, ante este hecho?
DIARIO EL MUNDO
ANA DEL BARRIO 22/07/2010
María Recio se cansó de estar en la cuerda floja, de ver cómo despedían a sus compañeros, de vivir con la ansiedad pegada a los talones. Todas las mañanas, camino de su trabajo, pasaba por una oficina del Inem, pero al final, acabó dando un rodeo por otra calle para no tener que ver la cara del paro. El miedo al desempleo le atenazaba.
Sus derechos laborales fueron menguando y pasó de tener un contrato indefinido a otro de tres meses que le iban renovando. No quiso esperar a que la echaran. Un buen día de marzo del año pasado, cogió el petate y se fue. Dejó a su familia, sus amigos, su empleo y se marchó a Irlanda a empezar una nueva vida.
“Por primera vez, siento que tengo una vida propia. Cuento con más tiempo, estoy saliendo con mis amigos y, además, mejoro mi inglés. Ahora mismo me da miedo volver a España”, explica María Recio a ELMUNDO.es, en conversación telefónica desde el condado de Kerry.
No está sola. Si España pasó de ser un país de emigración a convertirse en un lugar de acogida de inmigrantes, con la irrupción de la crisis económica, la llegada de extranjeros se paró en seco y los españoles vuelven a salir a hacer las Américas.
Pilotos españoles buscan empleo como camareros en Dublín, obreros de la construcción levantan edificios en Argelia y profesores dan clases de español en Eslovenia o Croacia.
De hecho, 102.432 españoles abandonaron el país en 2009 en busca de una vida mejor en el extranjero. América sigue siendo el destino favorito de los emigrantes de nuevo cuño y es el continente elegido por seis de cada 10. Europa es el segundo lugar favorito de peregrinación y ya acoge a más de medio millón de emigrantes. Pero, Asia pisa fuerte y es el continente donde la comunidad emigrante ha crecido un 16%.
David Corral es un claro ejemplo del nuevo perfil del emigrante, que ha trabajado en Irlanda y Australia, y ahora se encuentra viviendo en Suiza. En mitad del camino, quiso instalarse en España y asentarse de nuevo en la madre patria, pero no lo logró.
Este licenciado en Empresariales con un extenso currículum decidió volver en octubre de 2007 a Madrid, donde simultaneaba su trabajo en la consultora Ernst and Young con un master del IESE: “Empecé con mucha ilusión. El trabajo me gustaba y, por fin, estábamos en Madrid. Pero en 2008, las cosas se empezaron a poner feas”, relata con un tono de pesadumbre.
Y sucedió lo peor que puede pasar en un trabajo: comenzar a tener mucho tiempo libre. “En diciembre de 2008, el parón fue brutal. Pasaban semanas enteras sin proyectos y comenzaron a despedir a la plantilla”. Oferta de empleo en Suiza
David tuvo suerte. A través de la red social para profesionales Linked-in, recibió una oferta de empleo de un cazatalentos británico y, en mayo de 2009, comenzó a trabajar en Suiza para Petroplus AG, una empresa del sector petrolífero.
Ahora está encantado con la calidad de vida de Suiza y las ayudas a la familia que hay en este país, donde reciben 300 euros por hijo hasta los 21 años de edad y los colegios son gratuitos desde los 5 años: “En España va a tener que salir mucha gente. La emigración va a ser la única salida para muchos españoles porque esto está muy mal”, asegura este madrileño, de 37 años, casado y con dos hijos.
A su juicio, a España le falta todavía mucho para salir de la crisis y necesita cambios profundos en el sistema laboral y en la mentalidad de los trabajadores: “En España, conseguir un trabajo supone aferrarse a él con uñas y dientes y el que está fuera del mercado laboral, no puede entrar. Hay que flexibilizar el mercado laboral, los convenios colectivos y los horarios”, receta David como medidas para salir de la recesión.
Ni él ni María se plantean retornar, al menos, por el momento. María Recio trabajaba de secretaria y en Irlanda, comenzó como muchas españolas que dan el salto al extranjero: cuidando a una niña. Poco a poco, consiguió compaginar ese empleo con otro a tiempo parcial en una consultora. Ahora trabaja en una oficina de atención al ciudadano en el condado de Kerry, donde aconseja a los vecinos a qué organismo se tienen que dirigir para realizar sus trámites.
Cobra la mitad de sueldo que tenía en España, pero ha ganado en calidad de vida. “El sentimiento de inestabilidad ha desaparecido. Aquí no te dejan tirado a los leones. Los servicios sociales se preocupan por la gente y le hacen un seguimiento. Aquí han venido muchos compatriotas y he visto au-pair españolas de 40 años. La gente es muy consciente de la situación en España y yo la veo muy mal, fatal”, se queja esta extremeña, de 35 años.
Está satisfecha con su decisión y su único miedo “es tener que volver” y verse “cobrando el paro encerrada en un pueblo y no poder hacer nada”. “Lo único que llevo mal es estar tan lejos de mi familia”. Y recomienda su experiencia como emigrante a cualquier persona que “esté en España, sin hacer nada y comiéndose la cabeza”. “Que salgan a cualquier país y aprendan un idioma. Es algo completamente nuevo. Luego siempre se puede volver”, aconseja.