Si Usted vive en la Comunidad de Madrid y tiene la mala suerte de que se le extravía su perro o su gato, ya puede pensar en cómo decirle a sus hijos que no lo volverán a ver vivo, porque esa es la alternativa más probable. Doña Esperanza Aguirre, en su nueva Ley de Protección Animal, reduce de quince a tres días el plazo de espera para matarlos en los centros de recogida. Setenta y dos horas, ese es el tiempo que la Presidenta le otorga de vida a las criaturas que cometieron el “delito” de perderse o de haber nacido sin un hogar
No se queda ahí en sus medidas, pues también prohíbe que se alimente a los animales de la calle, lo que equivale a declarar ilegal la labor altruista de muchos ciudadanos y asociaciones que además de darles de comer – normalmente a colonias de gatos – ayudan a que estén controladas a través de programas de esterilización y atención veterinaria pagada de su bolsillo.
El Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid, con Doña Esperanza a la cabeza, afirma que con esta nueva normativa se mejora la protección de los animales. Curiosa, pero sobre todo siniestra y cínica la forma de entender el amparo a estas criaturas, cuando en vez de seguir el ejemplo creciente de otros lugares en los que el sacrificio – excepto por razones de sufrimiento e inviabilidad del animal – está prohibido, en su Feudo se les puede ejecutar (porque otro nombre no tiene), con una celeridad propia de ciertos campos dedicados a esos menesteres.
Imagino que es de ilusos esperar sensibilidad con perros o gatos en quien defiende a ultranza las corridas de toros. Para Doña Esperanza el respeto a estas criaturas no deviene de su condición de seres vivos sino que es una cuestión de propiedad. Así, aquellos animales sin dueño conocido por haberse extraviado o por carecer de él, lo que merecen a su juicio es, según los casos, la desprotección absoluta o la muerte con una inyección barata y de efectos lentos.
Por no afectar esta aberración directamente a humanos probablemente será una noticia sin alcance, como pasa casi siempre. Pero más allá de cuánto se hable o se deje de hablar de la nefasta suerte que estas pobres víctimas corren a partir de ahora en Madrid, lo cierto es que el Gobierno de esa Comunidad legisla para matarlas legalmente con las menores trabas posibles y arremete contra aquellas personas que demuestran una sensibilidad de la que ellos carecen. ¿Ley de Protección Animal? Tengan al menos la decencia de llamarla por su nombre: Ley de Masacre Animal. Esperanza… Su bautizo fue el paradigma del sarcasmo.
Julio Ortega Fraile
Delegado de LIBERA! en Pontevedra