
Por lo visto, el gobierno es el primero que predice un incremento de las protestas populares y una radicalización progresiva de su contenido, paralela a la pauperización de las condiciones de vida. Ante esto, lejos de frenar sus anti-populares políticas (algo que, de todos modos, no nos haría desistir en nuestra lucha contra él como anarquistas en tanto que ente autoritario, pero mejoraría la convivencia un poquito), decide atesorar sus privilegios comprando más y más toneladas de material policial que asegure nuevas personas heridas, y un marco cada vez más totalitario y atroz. No están satisfechxs con prohibir el grabar a los pitufos cuando se excedan en sus funciones (aunque la verdadera noticia sería grabarles cuando no lo hagan), ni tampoco les basta con prohibir incluso el convocar manifestaciones “violentas” (habría que cuestionar lo que el gobierno entiende por “violento” a estas alturas) por Internet, vulnerando la intimidad de millones de usuarixs sin órdenes judiciales ni hostias. Los deseos del capitalismo no se cuestionan, si no te gustan puedes quedarte protestando en tu casa, pero si se te ocurre esa “loca idea” de salir a la calle y llevarle la contraria al Estado públicamente, tendremos que hacerte cambiar de opinión de forma democrática, es decir, con pelotazos de goma, porrazos y multas. Con ojos estallados, con bazos perforados, cabezas abiertas y algún/a que otrx muertx (es que a veces se les va la mano y pasan esas cosas).
En fin. Estáis peor de lo que pensaba si os creéis que con esto nos vamos a asustar o que vamos a dejar de soñar porque os compréis nuevos juguetitos con los que reprimir la misma rabia que día a día provocáis y alimentáis.
Os estamos perdiendo el miedo y al mismo tiempo que este mengua, crece nuestra sed de venganza.