Una ley de esta semana permitirá al Consell suprimir los pueblos de menos de 500 vecinos y fusionarlos con otros. En sólo 3 años, avanza el conseller Blasco, unos 80 municipios serán eliminados. Arranca la reordenación territorial.
Hay 80 pueblos valencianos que tienen los días contados. Van a ser suprimidos por la Generalitat en sólo tres años dentro de un ambicioso plan de reordenación territorial. El objetivo es adelgazar las estructuras de la administración pública valenciana para racionalizar los servicios y ganar en eficiencia. De fondo, cómo no, la crisis económica y el ejemplo de Grecia, que suprimirá un tercio de sus ayuntamientos para ahorrar. En el caso valenciano, el instrumento que permitirá esta reestructuración administrativa se ha aprobado esta misma semana. La nueva ley valenciana de Régimen Local autoriza al Consell suprimir de oficio los municipios y estimular las fusiones e incorporaciones de localidades cuando las condiciones económicas lo hagan conveniente. En el centro de la diana de este proceso aparecen las poblaciones inferiores a 500 habitantes.
De los 542 municipios que tiene la Comunitat Valenciana, 136 no llegan al medio millar de vecinos. Representan el 25% de las localidades y el 15% de toda la superficie autonómica, aunque juntos sólo sumen el 0,6% de la población valenciana. “Son demasiados pueblos. Del total de municipios, entre el 10% y el 15% de municipios tendrán que fusionarse”, avanza el conseller de Solidaridad y Ciudadanía y responsable del área de Cohesión Territorial, Rafael Blasco. En una entrevista con Levante-EMV, Blasco abre el melón territorial y asegura que el Consell está “decidido” a llevar a cabo esta reestructuración histórica porque “ha llegado el momento”.
¿Cómo se hará? Lo cierto es que se asemejará bastante a la reordenación financiera de cajas de ahorros. Habrá fusiones plenas y fusiones frías. Las integraciones plenas podrán darse bien por fusión de dos o varios municipios en una entidad municipal nueva, o bien por la incorporación de uno o más pueblos pequeños a otro más grande, que absorbería a sus núcleos satélite y asumiría su personalidad jurídica, así como sus derechos y obligaciones. Obviamente, pese a la supresión oficial, el núcleo urbano seguirá funcionando, pero sin ayuntamiento propio ni independencia jurídica y política.
El proceso pueden impulsarlo las localidades afectadas con “carácter voluntario”. Pero, según establece la nueva ley autonómica que sustituye a la estatal, también la Generalitat podrá iniciar “de oficio” el procedimiento de supresión -y su posterior fusión o incorporación- “cuando se acredite la desaparición de alguno de los elementos constitutivos del municipio”. En todo caso, subraya el artículo 8 de la nueva ley, la supresión de municipios deberá justificarse cuando permitan “incrementar la calidad de vida de los vecinos” y proporcionar a los municipios “una adecuada dimensión territorial de modo que se mejore su capacidad económica y se aumente la eficacia y la eficiencia en la prestación de los servicios públicos”.
Ése es el espíritu final de las fusiones: que dos localidades pequeñas separadas por escasa distancia no dupliquen servicios como la recogida de basura, la policía local, la limpieza viaria o los propios funcionarios y representantes políticos del ayuntamiento. Sin embargo, Blasco precisa : “No queremos acabar con los municipios pequeños porque en muchos casos el sentimiento y el afecto de esos pueblos están por encima de la situación demográfica o económica. Pero hay que reestructurar la administración local”, insiste Blasco, porque la actual es “kafkiana” y “antieconómica”. “Aunque sea de oficio”, añade con firmeza el conseller.
Las “fusiones frías”
Estas fusiones plenas afectarían a las comarcas con más pueblos pequeños: l’Alt Millars, l’Alt Palància, els Ports, el Comtat, el Racó d’Ademús, els Serrans y la Vall d’Albaida. Menos drásticas que estas integraciones completas de municipios es la otra alternativa: la fusión fría de ayuntamientos.
Este modelo, pensado para las localidades metropolitanas, consistiría en una prestación mancomunada de servicios que respetara la independencia administrativa de cada municipio. Como en el caso de Bancaja y Caja Madrid, aunque no tan radical, dos ayuntamientos se unirían para pagar juntos la recogida de basura, la limpieza viaria, la policía local o el suministro del agua. En definitiva, se trata de poner en práctica la bella teoría de las mancomunidades que ha sido tan poco aplicada en la Comunitat Valenciana. Ahora, según las palabras del conseller, existe la voluntad de potenciar esa vía mancomunal.
El conseller de Solidaridad y Ciudadanía recalca una y otra vez que “la Generalitat va a impulsar “una política activa de fusiones” por su “voluntad reflexionada” de ajustar el municipalismo a la realidad actual. “Hay muchos ayuntamientos que tienen una supervivencia muy cuestionada hoy en día, y vamos a actuar”, añade. Para dar más crédito a esa postura, Blasco expone su calendario de actuación. “A principios de 2011 -enumera-, aprobaremos el reglamento que desarrolle la nueva ley de Régimen Local. Junto con la federación de municipios y provincias, las diputaciones y las mancomunidades, crearemos una especie de calendario de posibles supresiones, fusiones e incorporaciones de municipios. Y antes de las próximas elecciones [mayo de 2011, en principio], ya habrá algún ejemplo de fusión de municipios realizada”, asegura el conseller.
Según el artículo 18 de la ley, la Generalitat “incentivará” la fusión de pueblos con menos de 500 habitantes o que, siendo superior, se encuentre “en proceso de descenso continuo o acusado”. También entran en este bombo de posibles fusiones los municipios con “insuficiencia de recursos económicos, técnicos y administrativos para prestar los servicios mínimos obligatorios”. O aquellos que reúnan “condiciones económicas, administrativas o de cualquier otro carácter que puedan hacerla necesaria o conveniente”. El conseller reitera que “el 10 o 15% de los municipios serán fusionados en un plazo de tres años”. Es decir, unos 80 pueblos. Nadie sabe todavía cuáles serán. Pero hay algo claro: la época de las segregaciones de municipios (se han creado ocho pueblos nuevos y siete entidades locales menores desde 1979) ha dejado paso a otra era: la de las fusiones municipales.