Cañones de agua, gases lacrimógenos, granadas aturdidoras, cargas policiales y una fuerte lluvia vencieron la insistencia, la resistencia y la combatividad de decenas de miles de manifestantes que abarrotaron la plaza mayor de Atenas y sus calles aledañas. No obstante, el mensaje que envía la actitud combativa de la gente que participó en la manifestación del 7 de noviembre en Atenas es claro: La lucha continúa. Son ellos o nosotros.
Dos fueron las manifestaciones realizadas durante la huelga general convocada para el 6 y el 7 de noviembre, en contra de las medidas más duras aplicadas en el ámbito de la gran ofensiva que han desatado Capital y Estado contra la sociedad. El martes 6 de noviembre la manifestación y marcha realizadas en el centro de Atenas no tuvieron ni la participación ni la combatividad propias de los momentos cruciales que se está viviendo en Grecia. Esto en parte es debido al hecho de que el 6 de noviembre el Régimen hizo todo lo posible para evitar manifestaciones y protestas masivas y combativas. Si el 6 de noviembre todos los medios de transporte público no funcionaron durante todo el día y el acceso de la gente al centro resultó casi imposible, el 7 de noviembre el metro y el tranvía si funcionaron.
Así, más de 150.000 personas participaron en la manifestación realizada en la plaza mayor de Síntagma, frente al Parlamento, al tiempo que dentro de él se estaban votando las medidas más penosas e inhumanas en la historia contemporánea del Estado griego. Una multitud de manifestantes heterogénea abarrotó la plaza mayor y las calles aledañas, estando dispuesta a quedarse en la plaza todo lo que pudiera. No obstante, esta vez el Régimen además de la represión tuvo un aliado inesperado: la lluvia. Sigue una breve crónica de lo acontecido.
Otra vez más la Policía se encargó de aterrorizar a la gente y dificultarle el acceso al centro de Atenas. Desde el mediodía los perros de la guardia pretoriana estaban dispersos por toda la ciudad. Un poco antes de la hora prevista de la manifestación la Policía procedió a retenciones preventivas de carácter intimidatorio y aterrorizador de 10 luchadores del bloque de la Iniciativa Anarcosindicalista Rocinante, así como de varias personas por todo el centro y junto a las entradas de las estaciones de metro. También, en el barrio de Peristeri se realizó una carga contra la concentración de la Asamblea Popular del Barrio.
Unas dos horas después del comienzo de la manifestación se puso a llover. Esta primera lluvia no desanimó a la gente. Al parar de llover estallaron los primeros enfrentamientos en la parte alta de la plaza del Parlamento. Pronto los enfrentamientos se trasladaron a la parte inferior de la plaza. Además de gases lacrimógenos y granadas aturdidoras la Policía usó cañones de agua para dispersar a los manifestantes, quienes no abandonaban la plaza. La insistencia de una buena parte de los manifestantes recordó la actitud de la gente en la noche más cálida del invierno pasado: el 12 de febrero de 2012.
La Policía fue empujando a una parte de los manifestantes hacia la plaza de Omonia, y a otros bloques hacia la zona del templo de Zeus. Durante este operativo evacuó por completo la zona entre la plaza de Síntagma y la zona a la que habían llegado los manifestantes perseguidos, perdiéndose el contacto entre estos dos grupos. Cuatro horas después del comienzo de la manifestación y dos horas después de las primeras cargas policiales, una gran parte de los manifestantes se habían quedado en las zonas circundantes y las calles aledañas a la plaza de Síntagma. Y lo más importante: varias veces mucha gente que no pertenecía al espacio político anarquista/anti-autoritario con insistencia trató de reocupar los territorios de la plaza de Síntagma y las zonas evacuadas por la Policía.
Fue entonces cuando empezó a llover más fuerte. Los maderos se aprovecharon del hecho de que los bloques de los manifestantes se habían dispersado, para disparar gases directamente a los manifestantes. A las 22:00h, cinco horas después del comienzo de la manifestación, la lluvia seguía cayendo y la mayoría de los manifestantes se había marchado del centro de Atenas. Si no hubiera llovido a cántaros, tal vez el desarrollo de los acontecimientos no hubiera sido el mismo…
Las retenciones realizadas superan las ochenta y las detenciones realizadas hasta las 23:00h son dos. Un poco antes del fin de la manifestación nos informamos de que los diez compañeros de Rocinante se habían puesto en libertad. Aún después de la manifestación los maderos se pusieron a perseguir a la gente que se marchaba por los callejones de la parte baja de la plaza de Síntagma y la zona entre esta plaza y la de Monastiraki.
Concluimos con un episodio de la parodia celebrada dentro del Parlamento durante el debate de las medidas. Por la mañana el partido socialdemócrata Syriza solicitó una votación a mano alzada sobre la constitucionalidad del decreto de ley a votarse esta misma noche. En aquel entonces los diputados que estaban a favor de las medidas eran muchos menos que los de la oposición. Al darse cuenta el presidente del Parlamento, un diputado del gobierno, trató de ganar tiempo. ¡Primero sostuvo que los que habían votado a favor de la constitucionalidad eran más que los de la oposición! Luego interrumpió la sesión durante casi tres cuartos de hora, si la normativa parlamentaria no permite una interrupción de más de diez minutos. Así les dio tiempo a los diputados del gobierno de regresar y votar en la nueva votación que se celebró casi una hora más tarde… Este episodio es ilustrativo de como la Democracia puede hacer caso omiso de sus propias leyes, reglas y normas según le conviene y de como el parlamentarismo a veces es capaz de hacerse el ridículo por sí mismo…
Pronto vamos a publicar todas las nuevas medidas que están quitando la vida al pueblo griego. La lucha contra estas medidas, contra la política que las genera, contra el neoliberalismo, el totalitarismo y la ofensiva del Capital y del Estado, va a continuar. Ni un paso atrás. Como ponía una pancarta en la manifestación del 7 de noviembre: “¡Son ellos o nosotros!”.