Felipe González revela, en una entrevista publicada ayer, algunos aspectos relacionados con la guerra sucia contra ETA y, en general, contra el independentismo vasco. Admite que a su despacho de presidente del Gobierno español llegaban propuestas para actuar fuera de la ley, y que era él quien tomaba las decisiones. Y sigue negando la implicación en aquellos hechos de los hombres fuertes de la «lucha antiterrorista», como Galindo, Barrionuevo o Vera.