Artículo de VÍCTOR LENORE 16/07/2010 diario el País
La derecha tiene miedo a los campus. Quizá el mejor ejemplo sea David Horowitz, figura de referencia de las bases republicanas, cuyos best sellers critican ferozmente el clima intelectual de las universidades de EE UU. En 2006 escribió un libro titulado Los 101 académicos más peligrosos de América. Todo un ejercicio de macartismo donde señalaba con nombre y apellidos a los docentes rojos. El volumen tuvo tanto éxito que en 2009 editó una especie de secuela: Aulas de un solo partido: cómo los profesores radicales de las mejores universidades adoctrinan a los alumnos y sabotean nuestra democracia. En la portada aparece un burro trajeado dando clase, clarísima pulla que busca insultar a los seguidores del Partido Demócrata (cuya mascota es un borrico). Los objetivos preferidos de Horowitz son tótemes izquierdistas como Noam Chomsky o antiguos Panteras Negras que recalaron en la enseñanza como Amiri Baraka o la mítica Angela Davis.
Thomas Frank, columnista de The Wall Street Journal y autor de varios best sellers políticos, lo analiza así: “Es difícil medir hasta qué punto la derecha está preocupada por el auge del pensamiento radical en las universidades. A muchos conservadores les gusta desempeñar el papel de víctima, como si estuvieran oprimidos por una élite revolucionaria. Pero tiene su lógica que los campus estén dominados por profesores de izquierda. Si eres un académico conservador, vas a cobrar mucho más en un think tank o en la empresa privada”.
Este año, las cosas se han calentado. La editorial Semiotext(e), puesta en marcha por alumnos de la Universidad de Columbia, está desbordada por el éxito de La insurrección que viene (en España lo publica Melusina). Se trata de un manual anarquista escrito en Francia por un colectivo que se hace llamar Comité Invisible. El texto defiende la acción directa como único medio para acabar con la exclusión y la injusticia social. Los líderes de opinión de la derecha se han puesto nerviosos por frases como esta: “Ya no puede suscitar grandes dudas que será la juventud la primera en tomar salvajemente el poder. Los últimos años, desde las revueltas de Argelia en 2001 hasta las de Grecia en invierno de 2008, no son sino una sucesión de anuncios en este sentido”. ¿Es posible que en los campus de EE UU vuelva a resurgir la efervescencia política de los sesenta?
El ritmo de ventas de La insurrección que viene ha sido tan trepidante que The New York Times le dedicó un artículo el 14 de marzo de 2010. Según el diario, el ascenso comenzó en febrero del año pasado, “después de que Glenn Beck [gurú mediático de la ultraderecha] lo describiera en televisión como ‘la cosa más maligna que he leído en mi vida’. Al día siguiente llegó al puesto 54 de los best sellers de Amazon. En julio de 2009 ocupó brevemente el puesto número uno, y el pasado fin de semana seguía en el 240”. El mérito no estaba solo en colarse tan arriba, sino en haber mantenido parte del tirón durante 12 meses.
El libro no está distribuido por un pequeño sello antisistema, sino por el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), de cuyas aulas han salido 75 premios Nobel. En marzo de 2010 alcanzó la sexta edición, una hazaña con doble mérito, ya que también está disponible gratis en Internet. Sylvère Lotringer, veterano filósofo que fundó Semiotext(e) en 1974, reconoce que ha tenido problemas para satisfacer la creciente demanda de copias. “La estrategia de estigmatizar el libro no ha funcionado en ningún país. El Gobierno de Sarkozy lo intentó en Francia procesando a uno de los presuntos autores y solo consiguió darle más resonancia. A Glenn Beck le ha pasado lo mismo en EE UU”, explica.
Un fenómeno así no aparece de repente. Cualquiera que haya seguido la evolución del ensayo político sabe que el cambio de siglo trajo un giro fundamental en muchos intelectuales de izquierda. La sociología o filosofía dura dejaron paso a cuestiones más urgentes y cotidianas, que van desde el urbanismo hasta la cultura popular. El mejor exponente es el esloveno Slavoj Žižek. El que fuera colaborador del cáustico grupo de música industrial Laibach, hoy destripa conflictos sociales con un estilo personal y eléctrico. Combina citas de Marx o Lacan con metáforas sacadas de The Matrix o Tom & Jerry. El magnético Žižek tiene estatus de celebridad, ha protagonizado documentales para difundir su pensamiento en el mercado anglosajón y es profesor invitado de las universidades de Princeton, Columbia y Michigan.
Otra figura de este movimiento crítico emergente es David Harvey, profesor de Antropología en la Universidad de Nueva York. Su prestigio se debe a gruesos tomos donde analiza la crisis del capitalismo, pero también sabe usar formatos más actuales y accesibles. A finales de junio se alió con un ilustrador para crear un corto de 11 minutos donde explica la claves del colapso económico a partir de un tablero de Monopoly por donde pasan Karl Marx, la reina de Inglaterra o los personajes de Snoopy. En una semana ha recibido más de 250.000 visitas en YouTube. Mike Davis, profesor de historia en la Universidad de California, también evita construir densos conceptos teóricos y usa escenas de la película Black Hawk derribado (Ridley Scott, 2001) para explicar la impotencia del Ejército de EE UU cuando intenta someter a la resistencia afgana o iraquí.
Parte de la popularidad de estos autores hay que atribuirla a New Left Review, revista de ciencias sociales que este año celebra medio siglo de existencia. Se edita en Londres, pero la mayoría de sus 10.000 copias por número cruzan el Atlántico hacia las universidades norteamericanas. New Left Review nació en los agitados años sesenta y ahora resurge al calor de nuevas crisis sociales. ¿Puede ser casualidad?
Fuente: BARRIODELCARMEN.NET – La insurrección que viene