Cuando se habla de ghetto y de insurrección, se debe ser cuidadosos en otorgarle
a dichos conceptos una significancia radicalmente opuesta a lo que estamos acostumbrados, producto del mecanicismo determinista del Marxismo. Es evidente y ello constituye una verdad de perogullo que el orden social vigente a sufrido profundas transformaciones, no sólo en cuanto a los procesos productivos de mercancías, sino también en el ejercicio de la dominación social por parte del capital y el estado.
Es así, que si se comienza a adentrar en el título de este artículo, se puede manifestar que el concepto de ghetto no guarda una acepción similar a la del siglo pasado, todo lo contrario, aquel ya no se refiere exclusivamente a un ámbito geográfico determinado, como podría haber sido una fábrica, un barrio, etc…sino que el verdadero concepto de ghetto es más un concepto de carácter cultural, que tiene por finalidad el ejercicio del dominio social por parte del capital, la inoculación de nuevos dogmas o valores de carácter ético, moral, religioso, familiar…
En primer lugar se ha dicho en el párrafo anterior que el ghetto no es más exclusivamente un concepto de carácter geográfico, sino más bien cultural, lo que implica que las viejas políticas de dominación social perdiesen vigencia, adaptando nuevos marcos en el ejercicio del dominio.Ejemplo de ello, lo constituyen fundamentalmente los nuevos códigos o lenguajes producto de avances científicos. Dichos “adelantos”, no sólo han perfeccionado la dominación, también han provocado, debido a la necesidad de una alta especialización para el dominio de dicho código, que los “excluídos” hayan quedado fuera del conocimiento de los nuevos lenguajes que se están generalizando, lo que conlleva a que no exista comunicación, ni interrelación plena entre los individuos, o sea mantenerlos callados, y que continúen siendo meras piezas recambiables de la maquinaria del poder establecido.
Empero, ello no es privativo del actual orden social, todo lo contrario, el Marxismo, por otros caminos llega a un mismo destino, al negar la autonomía de las individualidades, y al plantear la masificación de estos en un solo “sujeto”, la clase social.
La negación de la autonomía individual, desmboca a que junto a la ghettización, producto del accionar del poder, se produzca tambián otra, que si bien tiene su causa eficiente en la acción del estado y del capital, es el desconocimiento por parte de los individuos de su poder y libertad, esclavizándose “voluntariamente” a través de los más variados dogmas y creencias de todo tipo.
Todaslas “ideologías de rebaño” desembocan en la no afirmación de la autonomía individual, permitiendo, por ende, que producto de ello el poder pueda encadenar a las individualidades en ghettos, que serán no solo erguidos por el estado, sino también los propios muros que las personas se cfrean, como consecuencia de los paradigmas y mistificaciones que el espectáculo de la sociedad monta.
La no afirmación de la propia individualidad es la que permite la pervivencia del dominio social, ya que no es posible la ruptura, si no se rompe y destruye con todo aquellos que sirve para mantenernos como esclavos. Es por ello, que la
insurrección no es un hecho colectivo determinado por algún guía, especialista político o vanguardia, que pregone la necesidad de una nueva moral, ni redención alguna, ya que ello daría como resultado la constitución de nuevos ghettos, paradigmas y mistificaciones.
La insurrección es fundamentalmente un hecho individual, por el cual se produce la ruptura contra todos los valores y dogmas que nos han impuesto para esclavizarnos.La insurrección es destrucción, contra la normalidad, contra el espectáculo montado por el estado-capital, contra toda clase de institucionalización.
Cabe puntualizar, al contrario de lo que piensan algunos compañeros, que la sociedad no está dividida en clases antagónicas (burgueses y proletarios), sino entre aquellos que aceptan de buena gana el dominio y el sometimiento al orden establecido, frente a otros que se rebelan, sea irracionalmente o conscientemente.Subrayo esto, ya que resulta confuso plantearse que existen dos campos divididos y antagónicos. No, esto no es así, ya que no son solamente los llamados incluídos (siguiendo la terminología del compañero Bonnano), quienes constituyen una polea de transmisión en el ejercicio social ya que muchas veces son los propios excluídos o desposeídos quienes aceptan, la ghettización de la que son objeto, por ignorar los nuevos códigos del actual orden social.
Eso, no implica que se desconozca el potencial subersivo de los excluídos para rebelarse contra el poder, pero si, es indispensable desfetichizarlos, con el fin de no reapropiarnos de viejos conceptos, en cuanto a la necesidad de redención de una nueva clase social (excluídos). Por ello es necesario reafirmar de forma reiterada, que la lucha es por la autonomía individual.
No existe receta alguna para poder decir que un individuo es autónomo, pero se puede asegurar que la autonomía no es una mercancía, que una vez lograda se pueda atesorar para siempre. Ser individuos autónomos es una compleja tarea diaria, y la misma no se obtiene de un dia para otro por mera voluntad personal, si no mediante una ruptura con la cultura y el pensamiento único, es un infinito revelarse contra toda normalidad social, que debe ser reafirmada todos los dias. Frente a esto, el poder levanta los muros de ghettos imaginarios, sociales, culturales, lingüisticos,etc, como forma de perpetuarse y perfeccionar el control social. Ante esto, resulta falso que la ruptura con el ghetto pueda prevenir de la generalización organizativa, o que se trate de un hecho colectivo, ya que la ghettización es la reafirmación de categóricos masificadores de “rebaño”.
Es atraves de los motines, rebeliones, momentos insurrecionales, en donde las personas pondran en práctica el código o lenguaje común de la destrución.
Es en la práctica subversiva de la paz social, donde los diques de conteción del ghetto se ven sobrepasados, es ahí donde las individualidades sin mediación alguna encuentran el código común entre sí. Es la ruptura con el espectáculo dominante del capital y de todas sus mediaciones políticas y sociales la que destruye los muros del ghetto y de el embrutecimiento individual que nos impone el Estado.
La Anaquía no es un futuro, es el presente hasta llegar a la absoluta destrucción de cualquier orden social y la plena autonomía individual.
Nihil