Apareix a “Las Provincias”, un article on es narra com una treballadora es té que guanyar els diners i a banda fugir de la policia municipal, ja que tenen una gran pressió per ser extrangeres i no tindre papers.
L’ article les compara amb “suricatas del Bioparc ” perquè “vigila erguido que no vengan enemigos” (sic). I cita una frase seua burlant-se del accent oriental “quelel ahora pielnas, sinco eulos”. Si un andaluz o un galleg li haguera parlat no hauria escrit el mateix article. Un article xenòfob, etnocentrista i classista que acaba amb una gran frase i coronant-se; “Por cierto, a un servidor las cremas que usó Taski no le produjeron ningún tipo de problema cutáneo. Al César lo que es del César..”
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L’ article es pot consultar ací:
De masajista a novia en la playa
¿Qué hacen un montón de chinas vestidas de calle en la playa? Mujeres de mediana edad que pasean arriba y abajo con un pequeño bolso y tocadas con un gorro. Son las masajistas de la Malvarrosa. Un grupo de mujeres que cada día intenta ganarse el plato de arroz tocando la espalda, las piernas o los pies de la clientela playera. Ninguna es capaz de hacerse entender en castellano y entran a los clientes, hombres o mujeres, con un «masaje, masaje» tocándole rítmicamente los hombros para que entiendan de qué va la cosa.
Como se trata de investigar, el periodista accede a que Taski (o algo así, porque la verdad es que era imposible entenderse con ella) empiece a pringarle la espalda con una crema. Taski pedía en principio cinco euros por un masaje de diez minutos pero es ella la que rápidamente ante la posibilidad de poder trabajar mejora su oferta, «quinse minutos». ¡Vale, adelante!
Ni bien ni mal, un masaje de lo más normalito pese a que Taski (o como se llame) lleva una fotocopia de un papel en el que explica las bondades del tratamiento chino tanto en un castellano de aquella manera como en inglés.
Taski hace el masaje mientras se mantiene lo más iniesta posible. Hace lo mismo que los suricatas del Bioparc (animal que vigila erguido que no vengan ‘enemigos’). Cuando la señora está en plena faena y el periodista ha bajado la cabeza para, al menos, aprovechar en algo su experiencia, de repente para de frotar la espalda y se lanza a la toalla. Se pega al cliente que sorprendido se queda mirándola: «Policía, policía», acierta a explicar con voz temblorosa. A lo lejos, pero que muy a lo lejos, aparecen dos quads de la local.
Pasa casi un minuto antes de que se acerquen a la extraña pareja que yace tendida en la toalla para uno. Toda una escena. «Novios, tu y yo novios», dice Taski para que la proteja en caso de que la policía decida parar, aunque sólo sea por curiosidad, al ver la chirriante escenita de una china con vaquero y gorro tomando el sol al lado de un patrio en bañador…
La policía pasa de largo, pero la china no se incorpora. No se fía… Aún tienen que pasar un par de minutos para que se sienta cómoda, segura de que no vendrán a pedirle los papeles. Se incorpora y dice que aún quedan diez minutos más de masaje pero sólo un rato más tarde otra pareja de agentes asoma por la zona y la escena se repite, otra vez cuerpo a tierra, otro arrumaco…
Al final dice Taski si «quelel ahora pielnas, sinco eulos» pero hay que regatear para ver a dónde esta dispuesta a llegar. Baja hasta los dos euros y se pone manos a la pierna. Casi media hora después de haberse iniciado la ‘relación’ Taski dice basta aunque ofrece seguir por las manos… Suficiente. Da las gracias y se marcha contenta por haber esquivado a la Policía una vez más y con siete euros en el bolsito.
Por cierto, a un servidor las cremas que usó Taski no le produjeron ningún tipo de problema cutáneo. Al César lo que es del César…
http://www.lasprovincias.es/v/20100608/valencia/masajista-novia-playa-20100608.html