Reeditación de un texto del blog “Εl orden reina en Berlin” sobre las últimas elecciones en Grecia.
No se podría plantear un análisis de la lucha de clases actual sin estudiar el caso griego con la mayor profundidad posible. En los próximos meses intentaré ubicar el clima social de Grecia en un contexto mucho más complejo, con la trayectoria completa que ha seguido, y el ejemplo que ha calado en demás países de Europa, como Francia recientemente, o Irlanda en un futuro muy cercano. Pero si nos centramos en los hechos más inmediatos y concretos, podremos hacernos una idea de a qué nos referimos cuando hablamos del panorama griego.
En los últimos días, los medios de comunicación han llenado páginas y artículos hablando de la importancia de las elecciones a las que se enfrentaba el gobierno de Yorgos Papandreu, pues en ellas se vería plasmado el claro rechazo social de los ciudadanos griegos al plan de ajuste planteado por el Fondo Monetario Internacional, y acatado sin objeciones por el gobierno socialdemócrata del PASOK. Irónicamente, se ha hablado del alcance y la trascendencia que pueden tener estos comicios en el sistema político griego, pese a que las reformas económicas que se han producido en los últimos años en el país, principales causantes del clima de inestabilidad social que vive Grecia, nunca han precisado del apoyo electoral ni se han sometido a las decisiones del proceso democrático. La única conclusión posible y lógica de este hecho, es que las elecciones se tratan de una mera comparsa, un teatro donde la democracia es su principal ausente, y las cúpulas partidistas son su único elemento activo.
Era tal la repercusión que se pretendió dar a las elecciones municipales del 7 de noviembre, que en una desesperada llamada a la participación horas antes del comienzo de las votaciones, el mismísimo Papandreu abrió la puerta a las elecciones anticipadas en caso de descalabro electoral de su partido. Pese a que su palabrería social le impulsara a ganar los pasados comicios legislativos en octubre de 2009 con una ventaja del 10.5% sobre los conservadores, tras estas elecciones, su ventaja únicamente oscila entre el 2.5% y el 3% según la propia prensa griega. Es el resultado de no practicar lo que su oratoria decía, y de someterse de forma absoluta al dictado del FMI y los mercados, entes totalmente antidemocráticos y regidos por y para los estratos sociales dominantes de la sociedad. El PASOK, con su retórica oportunista, pudo imponerse una vez en las elecciones. Pero resulta que la gente no es tan tonta como los políticos creen, y han visto lo que se esconde tras la máscara socialista que usa Papandreu, que no es más que la misma política neoliberal salvaje de la oposición de Nueva Democracia, la misma política que ha conducido a Grecia a la situación insostenible en la que se encuentra. Los dos partidos tienen más símiles que diferencias entre ellos. Lo cierto es que la increíble semejanza con el caso español da bastante desasosiego.
Aún así, la mass media se apresuró a informar de la forma que mejor sabe, es decir, rápidamente y sin profundizar en el tema ni en el contexto, repitiendo en más de una ocasión los teletipos de la Agencia EFE como es el caso del periódico ABC. Rápidamente se supo que el PASOK resistía en 7 de las 13 regiones adminstrativas, y con ello evitaba el trámite de convocar nuevas elecciones. Pero la prensa se equivocó en lo referente al claro vencedor de los comicios, y que tuvo unos máximos históricos: La abstención, que se impuso con un 40%, con un éxito rotundo en ciudades como Atenas (58%) o Salónica (46.9%). El descrédito ante los grupos políticos es generalizado, y la población griega cada vez está más concienciada acerca de que el problema no existe en lo referente a los representantes, si no al propio sistema representativo. Aún es pronto para estudiar las consecuencias que pueda tener este proceso que empezó ya hace mucho tiempo, pero su desenlace es insospechado.
Solamente una cosa es cierta, y podemos estar totalmente seguros de ella: Únicamente mediante la socialización del poder, de todo poder, se podrá hablar de auténtica legitimidad popular. Y para ello son obstáculo tanto los partidos burgueses como los vanguardistas que pretenden acaparar algo tan heterogéneo como es el proletariado, para convertirse en su única voz y representante, y que aspiran a imponerse por encima de las masas, en vez de darles el auténtico protagonismo.
En estos tiempos de crisis mundial, es más necesario que nunca convertirnos en los verdaderos portavoces de nuestra vida, de empezar, mediante la socialización de todo lo que nos rodea, una nueva forma de comprender la democracia, más allá de el paripé representativo actual: La democracia directa, la forma más radical de democracia posible, la participación más amplia de las masas. La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos, decía un antiguo lema.