Texto publicado en la página web de la colectividad Namus, colectividad anarquista de varios barrios del sur de Atenas.
Ya han pasado cuatro años desde la noche del 6 de diciembre de 2008, cuando en el barrio de Exárjia un disparo del arma del agente especial de la Policía griega Korkoneas asesinó al 15añero Aléxandros Grigorópulos. Este hecho causó una rebelión grandiosa que sacudió a toda la sociedad griega. El período que antecedió a la rebelión, fue un período que sucedió al fin de los Juegos Olímpicos, que a su vez fue sucedido por una serie de escándalos en la vida política, que tenían que ver con comisiones cobradas y fraudes, por el inicio de la etapa de la austeridad del gobierno de Karamanlís, así como por una oleada de represión de las luchas sociales. La rabia acumulada junto con el ambiente social que prevalecía en aquella época encontró una salida en la rebelión de diciembre de 2008, ya que gente de diferentes grupos sociales y edades, desde Canea, Atenas, y Patrás hasta Tesalónica, Komotiní y otras ciudades del territorio griego, abarrotaron las calles con sus manifestaciones, ocuparon edificios públicos, destrozaron y quemaron todo lo que simbolizaba la opresión y explotación que sufrían en cada momento de su vida.
El asesinato de Aléxandros Grigorópulos, aunque no fue la causa sino el catalizador en el desencadenamiento de los hechos, no fue un incidente aislado, como sostenía el Estado por boca de los telediarios nocturnos, ya que durante los últimos años se han realizado muchos asesinatos. No nos referimos sólo a los muertos durante la dictadura de los coroneles, sino también a muchísimos más, conocidos y desconocidos, que han sido asesinados por el Estado en el período posterior a la transición (1974). Como por ejemplo el caso del estudiante chipriota de 16 años Sideris Isidorópulos, quien fue asesinado mientras repartía folletos, del estudiante chipriota Kumís y de la obrera Kanelopulou por golpes de maderos de la Policía antidisturbios, el 17 de noviembre, en el aniversario de la conmemoración de la rebelión de la Escuela Politécnica en 1973, el del 15añero Mijalis Kaltezas, asesinado a balazos del madero Melistas en noviembre de 1985, y todos los que el Estado y el Capital local e internacional sigue asesinando diariamente en los lugares de trabajo, en los calabozos de la Dirección General de la Policía y en otros lugares…
La revuelta de diciembre no reclamaba nada, ni planteaba demandas a negociar. En aquellos días se juntaron en las calles todos los que habían experimentado la pobreza y la marginación en sus carnes, como los inmigrantes, los trabajadores precarios, los desempleados, los alumnos y los estudiantes, y las personas que no tenían ningún futuro y se habían quedado atrapadas dentro de este Sistema. Todos juntos pararon el tiempo colectivo, actuando de unas maneras completamente diferentes. En aquellos momentos, consciente o inconscientemente, se vengaron de todo lo que la sociedad del espectáculo y el consumismo les había privado y se volvieron contra la propia estructura del Poder.
Los rebelados destrozaban y saqueaban blancos estatales y capitalistas, lo que demuestra que la rebelión no era un estallido apolítico como era presentada por los medios de comunicación masivos, que trataron de despojarla de su contenido para distorsionar su significado social. Aparte de esto, algunas acciones tuvieron una índole claramente de clase, e intentaron conectarse con el movimiento obrero. Una de estas acciones fue la ocupación de la sede de la Confederación General de Trabajadores Griegos. Llevaron a cabo en la práctica la ruptura con la sociedad autoritaria y el sistema representativo, sin representantes y expertos que se encargaran de la gestión de la situación o la negociación de algún tipo de demanda. Así que los sucesos de diciembre sacaron a la superficie la crisis del sistema político de representación y pusieron en marcha una forma de organización y acción diferente.
En diciembre de 2008 cambió el valor del uso de los edificios públicos ocupados. De edificios que servían a los intereses del aparato estatal y de aulas universitarias de enseñanza estéril, se convirtieron en edificios vivos, donde diariamente se celebraban asambleas para tomar decisiones sobre la gestión de cada edificio. Las cuestiones planteadas hasta entonces no habían llegado a un público tan amplio. También se realizaron acciones y otras actividades. La revuelta fue un intento de los rebelados de tomar la vida en sus manos, tratando de determinar ellos mismos cada minuto de su vida. En ese momento inevitablemente se dio cuenta de las limitaciones de la rebelión y de la espontaneidad en general, puesto que faltaba la propuesta revolucionaria y la formación de una estructura dentro del movimiento. Fue una revuelta del presente, que quería pisotear el ayer y tirarlo al basurero de la historia.
Después de la revuelta de diciembre y el optimismo que había prevalecido en aquel momento a pesar del fin la rebelión, surgieron muchos proyectos. Ocupaciones colectivas de edificios se realizaron en toda Grecia, intentando unas personas recuperar el espacio y el tiempo que se les había robado. Colectividades y grupos con características anti-autoritarias se crearon en toda Grecia y en algunas zonas de Atenas fuera del centro que hasta entonces habían monopolizado el interés de la actividad del movimiento. Se pusieron en tela de juicio muchas cuestiones que hasta entonces eran consideradas tabú, como la de la re-estructuración de los movimientos sociales y de clase. Surgió de una manera particular la cuestión de la organización del espacio anarquista, así como de su conexión más profunda con el trabajo, que no se basara en una base ocasional.
Desde el diciembre de 2008 hasta el diciembre de 2012 han pasado cuatro años, en los cuales han sucedido tantos acontecimientos que en muchos temas sociales no habían ocurrido desde hace décadas. Sin embargo, las cuestiones planteadas durante y después de la rebelión siguen siendo actuales todavía y las revueltas diarias son más que necesarias. Recordamos aquellos días, porque tenemos que aprender del pasado y porque los acontecimientos de todas las rebeliones en las que los oprimidos les dan una patada a los que los oprimen son una reserva para el presente que estamos transcurriendo y para el futuro, siempre y cuando intentemos determinarlo nosotros mismos…
El texto en griego.