Pasadas las cinco de la mañana del jueves 16 de junio, el barrio Boris Furman, uno de los más populares en los altos de Bariloche se empezó a convulsionar cuando se conoció la noticia de que un joven de 15 años de edad, Diego Bonefoi, fue asesinado de un tiro en la cabeza un policía de la comisaría 28º del mismo barrio. Según los agentes policiles, lo había visto junto a otros chicos en “actitud sospechosa” y lo persiguieron cuando “se dieron a la fuga cuando divisaron el patrullero”.
A partir de las ocho de la mañana los vecinos empezaron a concentrarse en la casa de Diego, ubicada frente a la comisaría. La bronca inundaba los ojos de los familiares pero solo se reducía a gritarles asesino. Ante las risas provocadoras y los gritos de “los vamos a matar a todos” que lanzaba la propia policía, comenzaron a llover piedras y a caer los vidrios de la comisaría. A partir de ahí comenzó un enfrentamiento desigual, entre los jóvenes, sus padres que salían de sus casas y la policía que no paraba de tirar con todo lo que tenia a su alcance (gases lacrimógenos, balas de goma y de plomo).
Entre la nieve y el humo de los piquetes y gases el barrio se tornaba cada vez más peligroso. Por la tarde llegó desde Río Negro, la Brigada de Operaciones Rápidas y Antitumulto (BORA), señalada por los habitantes de El Bolsón como los responsables de apalear y detener menores de edad de manera ilegal en esa localidad, por lo que la situación se tensó aún más. Mientras el Intendente de Bariloche, Marcelo Cascón, intentaban calmar los ánimos y hablar con los vecinos del barrio, se conoció la noticia que otra persona de 28 años, Sergio Cárdenas, había sido asesinado por otra bala policial durante las protestas.
Esto hizo que el Intendente tenga que salir huyendo y cubriéndose de los piedrazos que los vecinos lanzaron contra su automóvil. Luego el Intendente plantearía ante la prensa que el alto de Bariloche estaba desbordado y solicitó ayuda a Gendarmería Nacional para lograr orden en los barrios populares de la ciudad.
La represión siguió hasta altas horas de la noche del jueves y el hospital no paraba de recibir heridos de balas policiales. Uno de ellos, un joven de 16 años Nicolás Carrasco, falleció la mañana de hoy, viernes, producto de las graves heridas que le ocasionó un disparo policial.
No es la primera vez que la policía de río Negro actúa así en las barriadas populares de Bariloche. Son cientas las denuncias que testifican que los abusos policiales y el gatillo fácil son moneda corriente en esos barrios. El alto de Bariloche es territorio mapuche y ahí viven sus descendientes junto a tomas de tierras y vivienda sociales. Sus habitantes, en su mayoría jóvenes, no son de frecuentar el centro de la ciudad turística ya que frecuentemente son detenidos o demorados en la cárcel por averiguación de antecedentes.
Los cientos de manifestantes que se juntaron hoy en el Centro Cívico marcharon a la Unidad Regional de la policía de esa provincia, donde se produjeron nuevamente enfrentamientos. Sandro Bonefai, padre de la primera víctima, advirtió que si la policía continúa en el Barrio Furman los enfrentamientos continuarán. “Estoy muy triste, no tendrían que haber hecho lo que hicieron, mataron a mi pibe y luego a dos más, le pedimos al Intendente y a la Presidenta, que es la madrina de uno de mis hijos, que por favor saquen a la comisaría 28º de acá”.
Mientras tanto sigue la nieve, sigue el aire picante, siguen las detonaciones de balas policiales y siguen los piquetes y la resistencia de una juventud cansada de que la policía mate como perros a los jóvenes más humildes.