Durante los últimos días hemos sido testigos de una nueva barbarie ejecutada con puño de hierro, de nuevo los poderosos machacan y vejan a los pobres, de nuevo un Estado asesino sale impune de sus tropelías, de nuevo el capital cómplice se mancha las manos de sangre, de nuevo los políticos sólo dan lecciones de hipocresía para volver raudos a su realidad color pastel, de nuevo el actual discurso vacío sobre los “Derechos Humanos” vuelve a convertirse en el lodazal en el que se revuelcan los políticamente correctos.
Marruecos ha vuelto a atacar al Sáhara Occidental, aunque esta vez ha sido con una violencia inusitada. Como se ha podido saber, las fuerzas de represión del Estado alauita entró a sangre y fuego en el campamento de protesta de Agdaym Izik, junto a El Aaiún donde estaban alojadas unas 20.000 personas con el resultado, según el Frente Polisario, de 19 muertos, 752 heridos y más de 150 desaparecidos que, como opina Aminatou Haidar, lo más probable es que también hayan fallecido… y esto sólo acaba de comenzar.
¿Y cuál ha sido el delito del Sáhara Occidental por el que está recibiendo un castigo tan drástico? En primer lugar, ser un pueblo humilde, sin grandes recursos naturales ni de especial interés estratégico o militar para ninguna gran potencia y en segundo lugar, confiar en las Naciones Unidas y sus bienintecionados a la vez que estériles intentos por hacerle sombra a la dictadura del capital.
Hagamos un breve y necesario repaso a la historia reciente del pueblo saharaui. Después de varias décadas de ocupación española, se constituye en 1973 el Frente Polisario (Frente Popular para la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro) con el objetivo de lograr la independencia. España ya no podía mantener la colonia y, presionada por la Marcha Verde organizada por Marruecos y en plena agonía del dictador fascista Francisco Franco, se firman en 1975 los “Acuerdos de Madrid” por el que el Estado español abandona a su suerte al Sáhara Occidental y acepta que se repartan el territorio entre Marruecos y Mauritania. En aquella época España empujó hacia el abismo al pueblo saharaui, aunque nunca ha aceptado abiertamente su responsabilidad.
A partir de 1975 la estragia del Frente Polisario cambia y comienza la lucha contra las nuevas fuerzas de ocupación. En 1976 declaran la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y en 1979 el Frente Polisario firma un acuerdo de paz con Mauritania, centrándose desde aquel momento la lucha armada únicamente contra Marruecos, contendiente mucho más poderoso e influyente. El alto al fuego definitivo se declara en 1991, con la mediación de la ONU y con el objetivo de celebrar un referéndum de autodeterminación para 1992 que, casi 20 años después, todavía no se ha desarrollado.
Desde entonces, más de lo mismo: Marrueco dando largas y proponiendo soluciones descafeinadas e interesadas de autonomía que legitimen su ocupación y represión. La ONU, la Unión Europea y el Estado español, mirando hacia otro lado y todo, a pesar de los avisos del Frente Polisario de que volverán a las armas si no se encuentra alguna solución a esta situación.
En estos días se ha recrudecido la opresión de Marruecos, dejando al descubierto de nuevo la crueldad y manipulación de un Estado por conseguir sus objetivos políticos, la dejadez del sistema internacional, el servilismo de la democracia bipartidista española y sobre todo, una vez más, la evidencia de la cruel dictadura del capital a nivel mundial. A tan solo 100 kilómetros de las costas canarias, continúan las detenciones masivas de ciudadanos saharauis, el estado de excepción y la ley del silencio impuesta por la monarquía marroquí.
Y mientras todo esto ocurre, el gobierno de progres trasnochados que nos ha tocado sufrir balbucea excusas para no condenar abiertamente la brutal agresión y no posicionarse claramente en el conflicto saharaui, bajo presiones, como no podía ser de otro modo, de importantes intereses económicos.
Es sabido que Marruecos vive una nueva recolonización, esta vez de carácter empresarial. Francia, su antiguo colonizador político es la cabeza de la nueva colonización económica y su mayor inversor. España le sigue con más de 800 empresas multinacionales de capital español allí asentadas. Oficialmente en 2006 fueron unos 2.300 millones de euros los invertidos en el país del norte de África, el 90% europeos y en su mayoría de Francia y España.
También existen importantes acuerdos pesqueros que mueven gran cantidad de dinero y puestos de trabajo. Concretamente 36 millones de euros paga al año la Unión Europea para que los barcos europeos (mayormente españoles) expolien las costas del Sáhara Occidental sin que ese dinero repercuta lo más mínimo en el propio pueblo saharaui.
Condicionados a este conflicto existen muchos intereses de grandes empresas españolas (Telefónica, El Corte Inglés, Cortefiel, Roca, Altadis…) y francesas (Renault, Danone, BNP Paribas, France Telecom…) que hacen que las marionetas políticas que se autoerigen como mandatarios nunca se desplacen del discurso oficial, de lo esperable, de lo que ponga en peligro el statu quo de los que de verdad gobiernan pero que nunca salen en la sección de política de los diarios.
Claro ejemplo lo estamos encontrando en la reciente títere-ministra Trinidad Jiménez, a la que podemos ver alegremente en la foto de más arriba con una pegatina donde reza “SÁHARA LIBRE”, ni que decir tiene, anterior a su época como mandataria y en pleno apogeo para poder extraer, cual sanguijuela, algunos votos más que le hagan seguir viviendo de forma parasitaria como un “ser político”.
Trinidad Jiménez está haciendo lo que haría cualquier otro “ser político” en su lugar, sea hombre o mujer, del PP o del PSOE: No decir nada, no comprometerse a nada, no arriesgarse a nada… coger su reluciente cartera bordada en oro, su coche oficial y soltar discursos vacíos acá y allá mientras siguen sufriendo y muriendo cientos de personas en el “SÁHARA EXCLAVIZADO”.
Esto es el “ser político”, no tener conciencia, poder dormir por las noches sabiendo que has engañado a millones de personas, que tu ineficacia y ansias de poder harán que mañana continúe el dolor de otras tantas y tener como único objetivo perpetuarse en su propio bienestar mientras colaboras a que se legitime el sistema económico-criminal que hace malvivir a tres de cada cuatro personas de la tierra.
La masacre del Sáhara vuelve a dejar al aire las vergüenzas de un mundo que continúa representado por marionetas políticas manejadas por las manos de los intereses económicos, de un sistema donde los “seres políticos” se han convertido en una oligarquía apartidista alejados de la realidad y que con su pasividad condenan a muerte a los que su única pretensión, como es el caso del pueblo saharaui, es “SER HUMANOS”, al menos, un día más.
Koopiloto G.R.