Recientemento hemos recibido y publicado el siguiente comunicado (sigue la versión en inglés, para griego click aquí) de la revista con sede en Atenas “Flesh Machine”, anunciando que cesa su publicación a la luz de los hechos del 5 de mayo y de las (no-)reacciones que siguieron. Un comunicado muy importante y uno de los que se distribuiran más, esperamos.– OL.
La explosión morbosa de Ideología.
Por qué esta época es peor que las anteriores?
En un estupor de pena profunda y temor
¿no hemos toqueteado las heridas más nauseabundas
y las hemos dejado sin curar con nuestras manos?
(Anna Akhmatova “¿Por qué esta época es peor?”, 1919)
El 5 de mayo la explosión de ideología que ha asolado los círculos radicales durante algún tiempo, alcanzó su cúspide: 3 trabajadores de un banco muertos. Con algunas excepciones honorables, en los días siguientes la reacción automática a las muertes consistió en culpar a la policía, los jefes, e incluso más abstractamente, al Capital y el Estado por la carnicería. Entre esos rituales acusatorios, la falta de auto-crítica es ensordecedora. Si el gran silencio fuera meramente el resultado de algún tipo de entumecimiento existencial, sería prueba puramente de la inhabilidad de los radicales para hacer frente a lo inevitable.
Sin embargo, el silencio es estructural. Es un componente organizativo de la degeneración del movimiento radical dentro de un culto con sus propios juramentos de silencio, sus propias reglas sobre decir la verdad, y, por supuesto, sus preciados tótems y tabús.
Después de al menos 16 meses desde diciembre del 2008, ha habido una asombrosa falta de analisis radical sobre el levantamiento social y las condiciones de posibilidad e imposibilidad que ha abierto. En este árido terreno una morbosa planta ha echado sus raíces: una cadena de acciones que sólo pueden ser interpretadas como invocaciones rituales para el retorno de los hechos, un modo de fidelidad a diciembre que no reconoce su singularidad históricamente situada e intenta sustituir su dinamismo espontáneo social con el dinasticismo programático de alguna vanguardia revolucionaria.
Estas acciones, enfocadas como si se tratara de la aplicación de una verdad absoluta, no sólo están despojando los hechos de diciembre de su potencial radical, si no que proyectan en el futuro la imagen de un rastro que sólo es inteligible en términos de un presente impotente, un presente que no contiene otra positividad que una negación imaginaria de la negación, aquella doble negación hegeliana que atrapa lo social en un círculo dialéctico de vuelta a lo mismo: autoritarismo. Por lo tanto, todos los que hicieron la crítica burguesa contra el Levantamiento de Diciembre (en términos de “narcisismo nihilista”, “un círculo vicioso estéril, etc.) que parecen realizar un ejercicio persa de azotar al mar con cadenas, hoy adquieren una perturbadora validez que sólo nos puede hacer concluir que el peor enemigo de la revolución son los propios revolucionarios.
Algunas personas durante la última huelga general de marzo, viendo a 200,000 manifestantes rugiendo de rabia e incluso algunos intentando irrumpir en el Parlamento, sólo pudieron pensar en un medio de representarse su propia identidad insignificante como la vanguardía de la militancia. Porque eso es lo que este culto tiene como núcleo: rituales de performatividad, rituales para preservar y reproducir el equilibrio de resistencia, de fuerza, de militancia, de preparación para golpear, o aquello en lo que pueda consistir la órden simbólica de masculinidad rebelde. La violencia, tan abstractamente demonizada por la burguesía, es sólo un componente funcional de este proceso – no el problema objetivo si no el efecto de una relación extremadamente problemática. Una relación de competición por la acción más “avanzada”, más “dinámica”, el ataque más agresivo y aparentemente inflexible, el ser más unidimensinal en el mundo. Lo que conecta todas estas actuaciones de “singularidad revolucionaria” no es la violencia per se, si no la vanagloriosa cultura competitiva de masculinidad militarista. El establecimiento de una jerarquía de género con “voluntad” de excluir una lucha de masas abierta que está teniendo lugar a lo largo del país: un nuevo stalinismo.
El activismo voluntarista, ese bastardo de las peores tradiciones blanquistas de la izquierda, posa autocomplaciente como un espectacular sustituto de los largos y dolorosos procesos de autoorganización y recomposición proletaria. Con el abismo de la ambición egoista como única promesa, amenaza con devorar cualquier sentido por la batalla de principios, cualquier sensibilidad de responsabilidad igualitaria para con la emancipación social, y cualquier valor de ayuda mutua. Este militarismo está creciendo dentro de la semilla sintómatica de una sociedad enferma. Y como todos los síntomas funciona sólo para que esta sociedad y su enfermedad perduren.
El 5 de mayo señaló el final de la inocencia. En sus casi cuatro años de publicación, “Flesh Machine” ha intentado introducir en el movimiento radical una perspectiva crítica con la esperanza de arrastrar el aire rancio del ritualismo revolucionario y ayudar a equipar a la gente que realmente se preocupa por la creación de una ruptura social deseada con herramientas para analizar la realidad de una manera no dogmática. Fue un esfuerzo basado en la tradición de Michel Foucault, Gilles Deleuze, Felix Guattari, Judith Butler, los grandes herejes de la filosofía y estética occidentales. Intentar plasmar esto en la realidad de las batallas sociales de su tiempo fue la primera meta de la revista y sus publicaciones auxiliares, un proceso no exento de problemas o contradicciones, pero sinceramente comprometido con la deseada emancipación social. Si “Flesh Machine” era en sus propias palabras una máquina de deseo, se ha convertido en una locomotora privada de sus raíles. Un esfuerzo de desterritorialización (en términos de teoría, ética y estética) que ya no puede relacionarse con el terreno que originalmente invirtió como un plano de inmanencia.
Antes de degenerar en un proceso frustrado y resentido de exploración intelectual dentro de un ambiente cada vez más alienado, “Flesh Machine” y su componente humano han decidido retirarse de esta labor e interrrumpir permanentemente cualquier contribución al entorno radical.
Este movimiento será inevitablemente interpretado por los profesionales revolucionarios como prueba de la naturaleza burguesa de este proyecto, de la debilidad de los intelecuales, de la traición de los académicos en plena batalla y así sucesivamente. Les dejamos en su anticuada meta-narrativa marxista para que disfruten el placer sobrante de su posición de estar eternamente en lo cierto con la condición de que siempre fallen.
Dejemos que recuerden, sin embargo, que el punto de ruptura de todos los procesos revolucionarios es cuando sujetos que no tienen una clase de interés objetivo en la revolución pero están comprometidos con la emancipación social debido a una manera ética de habitar el mundo, deciden que el proceso revolucionario sólo puede dirigirse a una nueva forma de tiranía.
Algunas personas recordarán el asesinato de Kitsos Maltezos, la invasión soviética de Hungría, la invasión china de Vietnam, etc. – estos acontecimientos revelaron cómo los revolucionarios, estando tan preocupados en cambiar el mundo, olvidaron cambiarse ellos mismos y de este modo reprodujeron el mismo viejo mundo en incluso versiones más sofocantes y brutales de autoritarismo. Esto no significa que todos los procesos revolucionarios estén condenados al fracaso – pues sólo lo hacen cuando la gente olvida que lo que está fuera del estado de las cosas siempre es parte de una relación estructural de este estado de las cosas. Sólo cuando la gente olvida caminar a través de la herida edípica que les constituye en su negación del Otro simbólico.
En su deserción, “Flesh Machine” no olvida a los lectores que han apoyado este proyecto herético y han indicado sus errores y debilidades. Con ellos reside la fuerza de la ruptura de pensamiento y la crítica. Con ellos reside la fuerza de la responsabilidad.
FIN (En Fin)
Flesh Machine, 10 May 2010
Traducido por Alasbarricadas
* “The Morbid Explosion of Ideology” (Flesh Machine) http://www.occupiedlondon.org/blog/2010/05/11/289-the-morbid-explosion-of-ideology/