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Ultraviolencia Queer

  BashBackPhoto

Por fin, hemos podido conseguir un pdf del fanzine “Queer Ultraviolence,” una traducción parcial del libro del mismo título, de lxs compañerxs de Bash Back! en Norteamérica. Los textos aquí traducidos hablan de la lucha queer y anarquista en una sociedad patriarcal y heteronormativa, la lucha por la autodefensa y la venganza contra los machistas, los policias, la publicidad, los capitalistas y todo un sistema que nos impone una identidad sagrada y rígida y que hace Estos maricas matan a fascistascomercio de nuestra sexualidad y nuestros miedos. Esperamos que salga pronto el libro entero. Hasta entonces, aquí tenéis el pdf: quvspanishletter

Estos maricas matan a fascistas

Espacios peligrosos: Resistencia violenta, autodefensa y lucha insurreccionalista en contra del género

“Espacios peligrosos: Resistencia violenta, autodefensa y lucha insurreccionalista en contra del género” es un texto editado por compañerxs anarco-queer y transgénero estadounidenses hace un año aproximadamente y traducido ahora al castellano para aumentar su difusión y que podamos disfrutarlo.

La traducción al igual que la edición del libelo ha sido una labor conjunta de la distri “Coños como llamas” (Barcelona) y la distri “Peligrosidad Social” (Madrid).

En el libelo se recopilan reflexiones así como también reportes de acciones directas de tónica insurreccional llevadas a cabo por compas anarco-queer y transgénero de EEUU que contra el modelo contemplativo y el rol victimista, contraponen su rabia y su deseo destructivo dirigido hacia la ingeniería social que les esclaviza, psiquiatriza y margina.

Descarga el fanzine desde aquí.

Colección de textos breves anarquistas

 anarquistaEdiciones STARm1919 y El Set@ Producciones se complacen en la presentación de esta pequeña selección digital de textos anarquistas, para su lectura y difusión.

La temática es variada, desde clásicos anarquistas a textos de actualidad.

Ensayo, biografía, novela, poesía, cancioneros…, siendo su característica común el reducido número de páginas que facilita su impresión y difusión.

Se presentan en dos formatos diferentes:

1.- Formato lectura, descargable como pdf.
2.- Formato impresión, descargable como pdf
y paginado para su impresión a doble cara en cuadernillo. Se añade un enlace a la biografía de los autores. http://starm1919.blogspot.com.es/
 

[Textos] Para una crítica radical del estado social de derecho

Pedro García Olivo

(El estado del bienestar según sus críticos y victimados)

“Si tuviera la sartén por el mango ni siquiera me molestaría en construir un edificio como éste [la cárcel]
para meter en él a todos los polis, directores, putas de lujo, chupatintas, militares y diputados.
No, los pondría en el paredón y acabaría con ellos,
igual que ellos hubieran hecho ya hace años con los tíos como yo;
quiero decir, lo habrían hecho si supieran lo que significa ser honesto”.
Alan Sillitoe, “La soledad del corredor de fondo”

1)El Estado

Que el Estado sobrevino para “sostener” un orden económico y social fracturado, una dominación de clase, una modalidad específica de división del trabajo, resultantes del desarrollo de las fuerzas productivas, es una idea vieja y sólida que nos recuerda enseguida a Engels. Que el Estado fue, en la historia de la iniquidad, lo primero; y debe concebirse como “premisa” de aquella rotura, “requisito” de la desigualdad y de la explotación social, factor constituyente y nunca mero derivado, como argumentó Clastres apoyándose en informes de la antropología, es una hipótesis que seduce porque trastorna. Pero, causa o efecto, apenas puede discutirse que solo hay Estado donde hay opresión y que los aparatos administrativos tienen por objeto la “reproducción” de la forma de injusticia social imperante.

El “monopolio de la violencia legítima”, la creación de una fuerza pública armada, distingue al Estado desde sus inicios, como subrayó el autor de El origen de la familia… De un modo sustancialmente acabado bajo la Modernidad, Leviatán se dotará asimismo de un armazón estrictamente bífido: el cielo de un entramado de leyes (normas de obligado cumplimiento) y el suelo de un repertorio de procedimientos para sancionar las desobediencias y castigar a los transgresores -el Derecho. Desde esta perspectiva, hablar de “Estado de Derecho” constituye casi una redundancia: sin la policía moral del Derecho no hay Estado Moderno, como tampoco subsistiría sin la policía física de sus esbirros armados.

Desde el siglo XIX, y conforme se municiona y asienta el Liberalismo, al “Estado de Derecho” incumbirá la salvaguarda de la máquina productiva y de las relaciones sociales definidoras del Capitalismo. Marx lo señaló con toda claridad: “El Estado de una sociedad dividida en clases es siempre el Estado de la clase dominante”. Cambiando de lenguaje, podría decirse que el Estado burgués se especifica por su implicación en la invención del Proletariado: forja “legal” y “caracteriológica” (político-jurídica y psico-moral) de la clase obrera típica, regeneración incesante de ese objeto de la explotación material y de esa forma sometida de subjetividad sin la cual no es pensable la figura entronizada del empresario, o del banquero, como tampoco el perfil parasitario del funcionario y del político.

2) El Estado del Bienestar

Nicos Poulantzas consideró que “fascismo” y “democracia” eran las dos cartas que, para defender sus intereses, la burguesía podía poner encima de la mesa, en función de la coyuntura económico-social y de las relaciones de fuerza. Yo me distancié de esa teoría al estimar que el “demofascismo” es ya la carta única de los grupos sociales dominantes, su carta exclusiva, que hoy por fin ponen boca arriba. Pero recupero a Poulantzas en segundo plano para sugerir que, por un lado, el “Estado Social de Derecho” (en mi acepción: un Estado que esgrime demagógicamente la causa de la cohesión social, de la “integración” de la población, de la “atención” a las necesidades de los ciudadanos, de la “dignificación” de las condiciones de vida de la masa laboral, etc.) y, por otro, un “Estado de Derecho” que ya no valida el término “social” (afín a la doctrina liberal crasa, instauradora de una guerra de todos contra todos, de todos los individuos contra todos los individuos, solo regida por el deus ex machina del Mercado, guerra entre desiguales y mercado subrepticiamente “gestionado”) sí son las dos piezas que el Demofascismo, con las clases y fracciones de clase que mantiene en la supremacía socio-económica y en la prevalencia política, puede hacer tocar, como música de fondo, en este baile absurdo y suicida de los hombres y mujeres de las sociedades democráticas occidentales. Estado Social de Derecho y Estado Mercantil de Derecho: dos maneras, que admiten mixturas, de reproducir el status quo social general; dos composiciones que cabe alternar y en ocasiones “fusionar” (el Estado social no deja de ser un estado mercantil y el Estado mercantil no se desentiende sin más de la cuestión social) para dictar los movimientos corporales de esos enloquecidos danzantes del Capitalismo tardío. Estado de Derecho, social o mercantil, que sanciona y blinda la propiedad privada, la economía del Capital, las clases sociales en su oposición regulada, la tiranía de la democracia representativa y el fundamentalismo ideológico liberal.

La forma menos vaporosa del Estado Social de Derecho ha recibido el nombre de “Estado del Bienestar”, que no señala un bienestar de todos en el área de las potencias hegemónicas y que se funda en el malestar de casi todos en el ámbito de los países dependientes, como han denunciado tantos críticos del neo-imperialismo y de la globalización. Esta modalidad del Estado no aparece como un “telos” de la lógica política del Capitalismo: puede venir y puede irse, se acerca y se aleja. Hoy tiende a difuminarse, en lo que atañe a los países del sur de Europa; pero persevera y hasta se fortalece en otros, europeos y no europeos. Pretendo contribuir a su crítica, pues la percibo como la mayor engañifa, como la mentira más descarnada, como el engendro más falsario, más venenoso, que cabe disponer para la justificación (legitimación) de la coerción gubernamental y de la explotación social, para la perpetuación de la casta política y del canon de vida de los sectores burgueses y “aburguesados” (de un lado, empresarios, banqueros, funcionarios,…; de otro, empleados y trabajadores que comparten la psicología, la mentalidad, lo que Horkheimer llamó el “carácter social”, de la clase dominante: la mayor parte de la población en las naciones del Norte, por tanto).

Desde un punto de vista genealógico, el “Estado Social de Derecho”, análogo en sus categorías fundamentales al “Estado del Bienestar”, halla “astillas proféticas” de lo que ha devenido en la contemporaneidad, un “lugar de procedencia”, en el subsuelo filosófico, epistemológico, del Despotismo Ilustrado (“Todo para el Pueblo, pero sin el Pueblo”: administración de las necesidades “postuladas” del Pueblo en beneficio de las oligarquías). Desde ese momento, la estatalización del Bienestar queda soldada al despotismo, al autoritarismo, a la coacción política; y queda atada, también, a la Ilustración y a sus conceptos rectores -noción “cósica” de la verdad, elitismo, misionerismo social, racionalismo desalmado, finalismo,… La política de Federico II el Grande, monarca de Prusia, es citada a menudo como exponente de esta síntesis y augurio del “Estado Social”.

En segundo lugar, el “Estado del Bienestar” se prefigura, al nivel de la expresión ideológica, de la cuasi-doctrina, en las postrimerías del siglo XVIII y a lo largo del XIX, de la mano del liberalismo en ascenso, de los nacionalismos, de la axiomática constituyente del Estado-Nación (forma capitalista de gestión del espacio social). En el gran laboratorio político-ideológico de la Modernidad, proceso que se ha denominado “Revolución Francesa”, Antonelle, en su discusión “amistosa” con Babeuf (y partiendo de Rousseau: “que todos tengan lo necesario y nadie posea en demasía”), esboza la aspiración nuclear de la posterior socialdemocracia y también del Estado Social, del Estado del Bienestar: “mantener un grado soportable de desigualdad en las fortunas”.

“Hemos llegado un poco tarde, tanto el uno como el otro, si hemos venido al mundo con la misión de desengañar a los hombres sobre el derecho de propiedad. Las raíces de esta institución fatal son demasiado profundas y dominan todo; ya no se pueden extirpar en los grandes y viejos pueblos…
La eventual posibilidad del retorno a ese orden de cosas tan simple y tan bueno (el estado de comunidad) quizá no es más que un sueño…
Todo lo más que cabría esperar sería un grado soportable de desigualdad en las fortunas…”.

Es decir, se preconiza la intangibilidad de la propiedad privada, de la división en clases, de la plusvalía capitalista, del libre mercado (base material de la “representación” política, con su juego de partidos y de elecciones). Trascurridas unas décadas, Von Stein vindicará precisamente el “Estado Social” (se le considera uno de los “padres” del concepto) como expediente para atenuar los desórdenes y las violencias suscitadas por el conflicto de clases y conjurar así el peligro de la revolución…

La deriva “socialdemócrata” del marxismo, con la aceptación de las reglas del juego de la democracia burguesa, que desemboca en una ruptura explícita con su matriz y una convergencia con las posiciones clásicas del radicalismo liberal, termina de aportar los ingredientes para el compuesto movedizo del Estado del Bienestar (reformismo socio-laboral, productivismo, mística del Progreso, ideología de la reconciliación de las clases, codificación de “derechos humanos”, “progresismo” ético-jurídico,…).

Se ha sostenido que la noción “Estado Social de Derecho” designa un principio, mientras que “Estado del Bienestar” se refiere a una práctica. Yo estimo que, en la actualidad, ambas expresiones remiten a un mismo objeto; y las utilizo como sinónimas. El “Estado Social de Derecho” ostenta, sin embargo, como término, un prestigio y un aura superior al del “Estado del Bienestar”: los adversarios de este último, por ejemplo, tienen más miramientos a la hora de extender sus críticas a la noción de “Estado Social”. Por utilizar una analogía fácil, diría que estamos ante la misma “letra”, solo que una aparece con mayúscula (“Estado Social de Derecho”) y la otra con minúscula (“Estado del Bienestar”). También cabría sugerir que el “Estado Social de Derecho” aparece como el continente del “Estado del Bienestar”; y el “Estado del Bienestar” deviene como el único contenido del “Estado Social de Derecho”.

3) Los críticos

La gama de aprensiones, repulsas, reconvenciones, repudios y rechazos teoréticos que ha merecido el Estado, incluida la especie que mentimos “del Bienestar”, es casi inabarcable. Pero cabría destacar seis figuras, seis posiciones cardinales de crítica en gran medida todavía vigentes:

1.La denegación anarquista “clásica” del Estado, desde Bakunin y Kropotkin hasta Stirner.

2.La concepción marxista “ortodoxa” del Estado, tal y como se configura en los textos de Engels, Marx y Lenin; y el modo en que es “leída” por Althusser y otros estructuralistas.

3.La crítica de la socialdemocracia como instancia de “desmovilización” e “integración” de las masas populares en el orden capitalista, desde la perspectiva que inaugura Graco Babeuf, antes de la cristalización del “Estado social”, y que, de algún modo, retoma W. Benjamin. Lo que, a mediados del siglo XIX, Lorenz Von Stein marcaba como un propósito insoslayable del Estado “social” (desplegar reformas que conjuren el enfrentamiento de clases y eviten los daños de la subversión) se vislumbra ya un logro, un objetivo cumplido, cuando Benjamin, cien años más tarde, concibe las “Tesis de Filosofía de la Historia”.

4.Los efectos “toxicológicos” (adición, dependencia) de la protección estatal, según I. Illich. En sus obras sobre la educación, la sanidad, los transportes,… este autor denuncia incansablemente el modo en que las “burocracias del bienestar social” acaban con la capacidad de auto-organización del individuo y con la cooperación comunitaria, generando impotencia psicológica ente los ciudadanos, en una suerte de auténtica “toxicomanía” de la asistencia estatal.

5.La revisión de la problemática del Estado por los autores que analizan las relaciones de poder y de saber en el marco de la “biopolítica” moderna. Partiendo sobre todo del “último Foucault” y aprovechando los estudios de Agamben, cabe desplazar los acentos en la crítica del Estado del Bienestar, abriendo campos de investigación y de resistencia que no se percibían desde las tradiciones anticapitalistas precedentes.

6.El cinismo constituyente de todo Estado Social, tal y como se insinuaba en sus categorías y prácticas fundacionales (Girardin, Maffesoli, Sloterdijk,…). La forma de racionalidad de que se asiste la literatura del Estado del Bienestar, los conceptos filosóficos que determinan su desenvolvimiento político, arrastran la mácula de la onto-teo-teleología moderna y del productivismo burgués, incapacitándose por tanto para una praxis que no se revele genuinamente “anti-social”, preservadora de la desigualdad y de la explotación.

4) Los resistentes y victimados

Pero el Estado del Bienestar halla también una poderosa “fuente de impugnación” en la realidad histórico-social. Y cabe hablar de “islotes de ausencia de Estado”, de “huecos”, de “oasis de desestatalización”: formaciones que han subsistido, y en menor medida subsisten, “sin Estado”, para la sorpresa de tantos politólogos occidentales. “Resistentes” a Leviatán, que se convierten a pasos agigantados también en sus “víctimas”….

Se encargaba el imperialismo de arrasar culturas y desmantelar estructuras económico-políticas en África cuando “chocó” con una realidad que nuestros antropólogos no han podido ocultar: la existencia de “pueblos sin gobernantes”, de “anarquías organizadas” (H. Barclay, J. Middleton y D. Tait), etnias y comunidades que englobaban en ocasiones a millones de personas y que se desenvolvían en ausencia del Estado, lejos de la subordinación a una máquina burocrática, a un aparato gubernamental. Mbah e Igariwey nos han proporcionado la “lista” de los pueblos que “carecen de autoridad centralizada, maquinaria administrativa e instituciones judiciales, en resumen, que carecen de gobierno y de dirigentes, y en los que no existen divisiones acusadas de rango, estatus o riqueza, es decir sociedades sin Estado”: “Entre las sociedades sin estado que existieron en el continente se encontraban los Igbo, Birom, Angas, Idoma, Ekoi, Ndembe, los pueblos del delta del Níger, Tiv de Nigeria, Shona de Zimbabwe, Lodogea, Lowihi, Bobo, Dogón, Konkomba, Birifor (Burkina Faso, Níger), Bate, Kissi, Dan, Logoli, Gagu y Kru, Mano, Bassa Grebo y Kwanko (Costa de Marfíl, Guinea, Togo), Tallensi, Mamprusi, Kusaasi (Ghana) y los Nuer (al sur del Sudán), etc., contabilizándose hoy en día casi doscientos millones de personas en total”.

América Latina había surtido y sigue surtiendo, asimismo, testimonios de ese fenómeno: la proliferación de “pueblos sin Estado”, de etnias y comunidades ajenas a la ley positiva de la Administración. Levi-Strauss habló, a propósito, de “la sociedad de la naturaleza”; y Pierre Clastres analizó un aspecto de estas formaciones casi incomprensible para un europeo “cívico”: que los Jefes, los Líderes de muchas tribus, en absoluto actuaban como “dirigentes” y podían estar al frente sin mandar, sin ejercer el poder, renunciando a la autoridad. Pero no solo en las selvas tropicales, y entre grupos nómadas de cazadores y recolectores, se dio el vacío del Estado. Las comunidades mesoamericanas “en usos y costumbres”, que fechan su esplendor en los siglos XVIII y XIX y, combatidas por el liberalismo y la globalización, subsisten hoy, por ejemplo, en vastas regiones de México y en no pocas localidades de Guatemala, descritas por Carmen Cordero para el caso de Oaxaca y por Lapierre, entre otros, en lo concerniente a Chiapas, estructuralmente semejantes al “sistema de aldeas” del África Negra (aún vivo allí donde desfallece la influencia de la ciudad, nos recuerdan los investigadores africanistas), han alcanzado un grado importante de cristalización organizativa y reivindicativa, y ondean con entusiasmo la bandera de la autonomía indígena, de la tradicional “ley del pueblo” (que significa la supresión “local” de la gobernanza y la imposibilidad de incorporarse a un proyecto moderno de “Estado-Nación”), como atestiguan la lucha zapatista del FZLN y la resistencia magonista del CIPO-RFM, dos meros botones de muestra.

En América del Sur se repite este escenario, este conflicto entre el anhelo anti-estatal indígena y los proyectos “modernizadores” de las autoridades, como se ha evidenciado dramáticamente en Bolivia, en Perú, en Ecuador,… En “La bala y la escuela” denuncié cómo la idea del autogobierno local, la llamada “democracia india” (directa, basada en la asamblea, con cargos rotativos, electos y no remunerados, sin “representantes”, sin “partidos”, sin “fuerza pública”, sin “código jurídico escrito”, etc.), sigue pagando cuotas de sangre solo por resolverse en práctica; sigue siendo sofocada por las armas, lo reiteraba Pablo Cingolani, incluso allí donde un indígena corona el poder del Estado…

Al lado de las comunidades indígenas “sin Estado”, documentadas también en Asia, en Oceanía, en las zonas frías próximas a los casquetes polares,… encontramos asimismo la “anti-política” de muchos pueblos nómadas, que se han desenvuelto libremente por las tierras, manifestando un orgulloso “desinterés” hacia las leyes de las Naciones que las acreditaban como propias. Paradigmático es el caso gitano, que analicé en “Del pogrom al programa. Hipocresía del interculturalismo y aniquilación de la gitaneidad”. Enfrentados y perseguidos por las leyes de los países que habitaban temporalmente, los gitanos han conservado, hasta anteayer, unas pautas de organización interna, una conformación social y de la vida cotidiana, vueltas contra las pretensiones homogeneizadoras de las burocracias, “al margen” y “en contra” de los usos jurídicos sancionados por los Estados. Así lo subrayaron, con fuerza inusitada, Félix Grande y Bernard Leblond, entre otros. Habiendo sobrevivido al “pogrom”, a la detención y al encarcelamiento masivos, los gitanos sucumben, como diferencia, como idiosincrasia, a la insidia integradora del “programa” (asimilacionismo de nuevo cuño, “multiculturalista”) e incrementan la lista de los victimados por la Administración.

Por último, en el corazón mismo de Occidente, en lo que hemos denominado “mundo rural- marginal”, en las aldeas recónditas, a menudo de montaña, pastoriles o agrícolas de subsistencia, el Estado fue “puesto a raya”, “silenciado” o “aplazado”, en beneficio de prácticas asamblearias y cooperativistas, de fórmulas de autogestión y de apoyo mutuo. Pueblos donde el Estado “apenas llegaba” se han organizado de un modo autónomo durante décadas, indiferentes a los decretos de los gobiernos y a los edictos de las alcaldías, discursos lejanos de gentes desconocidas. “Diferencia amenazada que nos cuestiona”, como sostuve en el ensayo publicado por la revista “Raíces”, hoy se baten en retirada, ante la acometida circunstancial de la modernización capitalista, de la que forman parte los proyectos agro-eco-turísticos alentados por los gobiernos.

Es importante señalar que, en los tres casos (indígena, nómada, rural-marginal), la “ausencia de Estado” se acompaña de la pervivencia de órdenes sociales igualitarios, sin escisión, sin dominio de clase, sin asalarización de una parte del colectivo; y de una disposición de la vida cotidiana regida por las formas diversas de la ayuda mutua, de la colaboración entre compañeros. Democracia directa, comunalismo y ayuda mutua constituyen la respuesta simétrica (anti-estatal) al elaborado altericida (filo-estatal) de la democracia representativa, el trabajo alienado que emana de la propiedad privada y el individualismo avasallador…

Contra el Estado del Bienestar, pues, cabe disponer, al lado de las palabras de sus “críticos”, la praxis de sus “resistentes-victimados”.

5) Los mercenarios

Al calor del Estado Social de Derecho ha surgido una retícula de “profesionales”, generadores a sueldo del supuesto “bienestar”, galería de “mercenarios” desencadenante de la “adición” a la protección institucional. Médicos y enfermeros, profesores y maestros, jueces y abogados, periodistas,… se acercan al individuo tal “misioneros” y “catequistas” de la nueva religión del Estado, dosificando el despotismo y el paternalismo, la ideología del experto y los discursos del altruismo. Desposeen progresivamente al sujeto de su capacidad de autogestión: autocontrol de la salud, aprendizaje automotivado, autonomía en las relaciones con los demás, elaboración personal de la propia opinión,… Pero acaban también con la comunidad como ámbito organizativo y de resistencia, pasando a cuchillo sus logros: medicina tradicional, educación comunitaria (local, clánica, familiar,…), derecho consuetudinario, ámbitos de reflexión colectiva,…

“Administrados”, la salud, la educación, la justicia y la opinión pública se erigen en los tentáculos del Estado, al mismo tiempo valedores del aparato y garantía de su poder omnívoro. El Estado llega a casi todos los rincones de la sociedad y de la vida cotidiana gracias a esa tropa cínica de empleados. Reclutados para el buen gobierno del territorio social y para el control de las subjetividades (ya aparezcan como “funcionarios”, “para-funcionarios” o embaucadores “liberales), segregando “ideologías específicas” (“laborales”, “corporativas”) y un particular “verosímil profesional” (“sentido común sectorial” de quienes comparten un desempeño o una función), se aplican todos los días a la preservación de la hegemonía burguesa y de la coerción democrática liberal.

www.pedrogarciaolivoliteratura.com

[València] ¡Peligro!

Texto llegado al correo de Infopunt acerca de las movilizaciones estudiantiles y la necesidad de que se hagan autónomas de partidos, sindicatos y líderes varios. Fue repartido durante las diferentes movilizaciones de este mes de octubre.

¡PELIGRO!

Diversos grupúsculos de charlatanes demagogos compiten por acaparar el protagonismo de la lucha estudiantil y captar prosélitos. Su máximo interés, que es aumentar su lista de afiliados , sea para justificar su sueldo de liberado sindical o simplemente para hinchar su ego, nubla completamente las intenciones reflejadas en su programa político. Estas corrientes reformistas le están haciendo la papeleta al Estado en su afán por controlar y dividir el movimiento estudiantil bajo organizaciones dirigistas centradas en la lucha contra los recortes, la defensa de la escuela, la universidad pública y el retorno al estado de bienestar. Enmascarando o dejando de lado el hecho de que la defensa de “la pública” no es más que otra forma de Estatofilia, y por tanto está condenada al fracaso, pues es el Estado quien sostiene la espada que nos oprime contra la pared.

Somos conscientes de que estas organizaciones buscan afiliar a las más jóvenes, y que a menudo gente muy válida, que ingresa en ellas con ganas de actuar, acaba quemándose y abandonando la lucha, cansada de vender una ideología impropia y prefabricada, y de pelear por erigirse protagonistas de la lucha estudiantil, de dirigirla con fines partidistas, de recuperar para su organización la lucha de todas nosotras, en lugar de participar de ella de forma crítica y honrada.

El movimiento estudiantil solo tendrá éxito cuando rompa con las vanguardias dirigistas (representadas por sindicatos de estudiantes y juventudes de partidos políticos) y se reafirme en la decisión de desarrollar su propia organización autónoma, al margen y en contra de cualquier tipo de organización vertical que trate de representar el movimiento estudiantil, imponer sus consignas y desvirtuar el carácter de la lucha hasta hacerla desembocar en el condenado “Sí a la pública”.

Por tanto, chavales, chavalas, no hagamos caso a los “mesías de la revolución”, no hagamos caso ni a los sindicatos, ni a los partidos políticos, ni a las banderas, ni a las siglas. Pensemos por nosotras mismas y apostemos por la auto-organización y la autogestión. Marquemos nuestros propios objetivos sin dejar que otros nos impongan su agenda, sin miedo a ir demasiado lejos. Rompamos con la doctrina y el aborregamiento. Ni siquiera hagamos caso a este puto texto.

[Textos] Ahora empieza el juego de verdad

Dos paises de la Europa del capital (Italia y Grecia) ya son gobernados directamente por gobiernos nunca elegidos por la gente y representados por economistas formados en EEUU. La dictadura del capital muestra su cara real en épocas de crisis. Y mientras la izquierda sigue con sus llamados a la concienciación, a la responsabilidad, a la patria, al esfuerzo colectivo y demás memeces para intentar mantener una democracia ficticia, buena parte de la sociedad sigue reproduciendo los valores dominantes. Que a nadie le extrañe que lxs incontroladxs crezcan como setas.

Texto extraido de Verba-volant y publicado en http://withoutreasonorrhyme.wordpress.com, sobre los acontecimientos recientes.

El negocio está completado. El plan ha tenido éxito, el gobierno ha cambiado, el referéndum no se celebró y las elecciones se remontan al futuro lejano…si es que se celebran.
Llevamos varios días viendo un partido muy bonito: los del partido gobernante PASOK se encaran con Papandreu[1], este no dimite, Samarás[2] quiere que dimita, Karatzaferis[3] y Bakoyanni[4] fingiendo “seriedad ante los momentos críticos”. En última instancia, los competentes líderes de la nación, después de unos días de bamboleos y de argumentos que recuerdan a niños de guardería (“vete”, “¡no, vete tú!”) lograron dejar de lado sus “diferencias” y unirse por el bien de la nación.
Pero sobre todo, todo eso tuvo un resultado lateral: nuestros patrones empezaron a sentirse no tan a gusto en sus sillas. Todo lo calcularon muy bien, aunque se les olvidó algo: la sociedad griega. Últimamente, aunque claramente no está en una situación pre-revolucionaria, la sociedad griega ha comenzado a reaccionar de una manera “rara”. Los canales televisivos que estaban esperando a que se calmara la rabia, se están agotando. Los partidos “reaccionarios” no ganan del descontento de la gente. Y paulatina y progresivamente, salen a la superficie nuevas fuerzas, que hacen referencia a conceptos que el capitalismo querría que se enterraran profundamente en nuestro subconsciente: palabras como solidaridad, dignidad, igualdad, verdadera democracia, derechos, resistencia, desobediencia, vuelan por los aires y tienen, poco a poco, cada vez más receptores.
Más o menos en este punto es cuando se enteraron de que algo andaba mal. Y decidieron darnos una patada y echarnos a nuestros sofás, porque habíamos levantado cabeza y esto no es debido. Por lo tanto, montaron un golpe de Estado de nuevo tipo, del cual todos fuimos testigos durante los últimos días, inmovilizados y fijados en nuestros receptores de televisión. Durante todo este lío, sin embargo, al observador avisado se le reveló el verdadero objetivo: basta con echar un vistazo al discurso de Papandreu en el Parlamento, al referirse él a los barrios, a la democracia directa y a la solidaridad. O echar un vistazo a los medios de comunicación, en los que el tele-terrorismo repite continuamente frases como “momentos cruciales”, “necesidad nacional”, “salvación de la patria”, a fin de convencer a las masas aterrorizadas. Hasta el nuevo primer ministro parece cuadrar con el plan de limitación de los sectores insumisos de la sociedad: un político impecable, tecnócrata, que sabe cómo rescatar al país, sin la corrupción y las pasiones del pasado.
Así que a partir de mañana, un nuevo día amanece para el país: ha llegado el momento para que tome el Poder un gobierno que no ha sido aprobado por nadie, con un Primer Ministro al que nadie ha votado, con un programa que nunca se le ha anunciado al pueblo y con personas que van a avanzar haciendo lo que les digan, sin nunca rendir cuentas. La entrada del túnel es el contrato de préstamo. Nadie sabe cuál es la salida, aunque sospecho que es la quiebra.
Desde luego, por otro lado, la Izquierda oficial anda muy bien en este asunto. El Partido Comunista (KKE), por ejemplo, después de hacer un bueno y correcto análisis, se puso a desembuchar eso de los indignados y de otros que atacan al movimiento popular, y ha llegado a…pedir elecciones. La Coalición de Izquierdas (SYRIZA) está amenazando a dioses y demonios con que derrocará al gobierno y ha llegado a pedir…elecciones. Sí, los dos partidos de la Izquierda parlamentaria, en este momento, ante la nueva dictadura, a la sociedad que está siendo exprimida, al robo de la riqueza que debería ser social, responden con elecciones. Son unas personas incompetentes, unas mentes estúpidas, que en la parte de atrás de su cabeza se encuentra el deseo de subir tres puntos en las elecciones y la necesidad de gruñir, tal vez con el remoto fin de basar su estrategia electoral en el futuro en el argumento “nosotros os lo andábamos diciendo”.
Afortunada o desgraciadamente, hay mucha gente que se ha percatado de que lo “simbólico”, la “lucha parlamentaria”, la “protesta”, son unas palabras estúpidas que la Izquierda (sobre todo la parlamentaria) utilizaba para ocultar su deficiencia y su falta de voluntad de actuar de verdad. Y estas fuerzas parecen haber comenzado a notarse. Ahora es el momento del juicio: por un lado los que quieren luchar y por el otro los que quieren gruñir. El movimiento existe. Desorganizado, sí. Disperso, sí. Sin propuestas claras, sí. Pero con un profundo deseo de cambiar las cosas, esta vez para siempre. La forma exacta de hacerlo nadie la sabe, y en mi humilde opinión, nadie la puede saber. Pero yo sé que un movimiento semejante debería tener en su seno los cambios que quiere ver, aún en términos generales todavía. Debería empezar a luchar, a partir de mañana ya. Hablar a la sociedad, no como un portador de la verdad absoluta y de una línea directriz para el futuro, sino de igual a igual, edificando sobre unos conceptos básicos su acción y su desarrollo. Las acciones de nuestro sistema nos muestran que la mejor forma de iniciar y continuar es darles un golpe donde más les duele: haciendo lo contrario de lo que quieren imponer. Respondiendo a la dictadura con verdadera democracia. A la indignación con dignidad. Al individualismo con colectividad. A la competencia con solidaridad. A la disciplina con desobediencia. A la resignación con resistencia. A la desesperación con esperanza.
Qué nos deparará el futuro, nadie puede saber con exactitud. Todo indica, sin embargo, que estamos entrando en una etapa en la que añoraremos el 2011 como un “año bueno”. ¿Desesperante? Probablemente, para aquellos que no creen que tengan las fuerzas de cambiar algo. Para los demás, el mensaje de nuestros tiempos es optimista, llegando poco a poco a la fase de que “no tienen nada que perder, salvo sus cadenas”. Basta con que lo veamos y lo creamos. Ahora empieza el juego de verdad.

[Textos] Las elecciones del 20-N y el desarrollo del factor consciente

Las elecciones del 20 de noviembre de 2011 tienen lugar en una situación singular, cuando los cimientos de “España” y Europa crujen y se agrietan. Lo que madura es una crisis global de Occidente que va mucho más allá de la economía y que, por tanto, demanda una respuesta múltiple y compleja, esto es, integral, más allá de las obsesiones economicistas de una izquierda que sigue siendo el instrumento político principal del capitalismo y del artefacto estatal, por delante de la derecha.

La izquierda en el gobierno, el PSOE secundado por el PCE-IU en todo lo importante, ha destruido la sociedad y ha envilecido a la persona. En 2004-2011 el gobierno izquierdista ha promovido con furor todas las formas imaginables de no-pensamiento, docilidad, incivilidad, amoralidad, embrutecimiento, inespiritualidad, deshumanización, neo-ignorancia, aculturación, chabacanería, egocentrismo, hedonismo, auto-destrucción del individuo, culto por lo degradado, zafiedad, enfrentamiento entre las personas, feísmo y barbarie, por medio de sus muchas religiones políticas y operaciones de ingeniería social. De ello ha salido una sociedad en descomposición, agónica, y un sujeto nulificado en trance de dejar de ser humano.

Además, ha devastado la economía, creando un sistema productivo imposible por parasitario, endeudado, despilfarrador, hiper-consumista, entregado al gran capital y a la banca, hiper-intervenido por el Estado, corrupto y supeditado al imperialismo alemán. Así, tenemos 5 millones de parados, una situación sin salida y el hambre a punto de ser una lúgubre realidad en cientos de miles de hogares.

Tal es la obra de la izquierda en todas sus manifestaciones, del progresismo, de la intelectualidad y estetocracia mega-subsidiadas, de los miles de grupos, tinglados, ONGs y sujetos que han medrado a lo grande en estos años aciagos con las suculentas subvenciones otorgadas por el gobierno del PSOE a fin de que hicieran la loa del Estado.

Desde antes incluso de la muerte de Franco la izquierda ha hegemonizado la vida política del país. Con el final del fascismo se hizo la fuerza política más influyente, en la que el capitalismo y el Estado se apoyaron para realizar sus fines en las nuevas condiciones. La infame Constitución actual, de 1978 (actualización de la no menos infame de 1812), proviene sobre todo de un pacto entre el Estado fascista reconvertido, representado por Adolfo Suarez, y el Partido Comunista de España (PCE), a las órdenes de Santiago Carrillo. De ese atroz texto político-jurídico han salido los males que nos devastan.

El PCE, secundado por el PSOE y la extrema izquierda, frustró en 1974-1978 la posibilidad de una salida revolucionaria a la crisis general del régimen franquista que permitiera la regeneración de la sociedad tras 40 años de barbarie. Para ello otorgó un respaldo total al régimen de dictadura constitucional, partitocrática y parlamentarista como solución de recambio. Al mismo tiempo destruyó los movimientos populares, para crear una sociedad de la docilidad y el servilismo, de la atomización y el individualismo. Desgastado en tan rufianescos quehaceres sufrió una regresión como partido, siendo sustituido por el PSOE.

El triunfo electoral del PSOE en 1982 abre un periodo de rápido crecimiento del capitalismo español, que es promovido a las mil maravillas por la política e ideología de la izquierda. La acumulación y concentración de capital progresó a un ritmo vertiginoso y de ello surgió la empresa multinacional española, que antes no existía. Ésta, la expresión más temible del capital, fue creada bajo la dirección de los gobiernos de la izquierda en los años 80 y 90 de la pasada centuria. Hoy su número rebasa las 2.500. Particularmente cordiales fueron, y son, las relaciones entre el PSOE y la gran banca.

Por tanto, quienes identifican izquierda con anticapitalismo se engañan y engañan. Los hechos prueban que la izquierda, en todas sus manifestaciones, ha sido desde el final del franquismo, y lo sigue siendo, la expresión más perfecta de los intereses estratégicos del gran capital multinacional español, más aún que la derecha.

En el presente, declinante el PSOE a causa de los catastróficos efectos de sus políticas, el gran capital y el Estado están promoviendo para las elecciones del 20-N al PCE-IU, en tanto que fuerza política “anticapitalista” destinada a controlar los movimientos populares, para llevarlos a un pacto con el Estado y el capital y luego destruirlos, como hizo en 1974-1978. El PCE-IU ha recibido de la banca, que se sepa, 1,8 millones de euros para la campaña electoral.

Además, sobre todo desde la privilegiada posición que tiene en las Cajas de Ahorro, esa peculiar manifestación del capitalismo estatal-empresarial, como PCE-IU y como CCOO, se ha hecho parte sustantiva de la burguesía de Estado, que incrementa su cuota de capital con el auge del capitalismo estatal y de la explotación de las clases populares por vía fiscal. Desde las Cajas, algunas de las cuales están entre las mayores entidades financieras del país, realiza un sinnúmero de negocios, partidistas y privados, de muy variada naturaleza.

Es intolerable, por ejemplo, que mientras por un lado sale a la calle a arrastrar pancartas con el lema “No a los desahucios”, por otro, desde las poltronas de los consejos de administración de las Cajas, el PCE-IU ordena la ejecución de un número notable de desahucios cada día. Su mundo es el de la mentira, la amoralidad y la demagogia. Se llama “anticapitalista” cuando es el mejor promotor del capitalismo entre las clases populares.

Dentro del Movimiento 15-M soporta a duras penas las asambleas con un único propósito, destruirlas para imponer un nuevo régimen de dictadura parlamentarista y partitocrática, para hacer que las y los políticos profesionales nos manejen como muñecos. Si no lo lograse, su objetivo será destruir el 15-M como hizo con los movimientos populares genuinos en 1974-1978.

Dado que el PCE-IU vive deliciosamente del Estado a través del régimen de subvenciones y fundaciones, se lucra con las Cajas y es parte sustantiva del capitalismo de Estado, lo mejor de su política se centra ahora en defender “lo público”, esto es, sus negocios. Al presentar lo estatal como “público” está fomentando sus intereses como organismo parasitario y explotador, sirviendo a su amo principal, el Estado.

Para amontonar votos, por tanto dinero del Estado, en sus arcas, promueve la especie de que la derecha va a desmontar el Estado de bienestar. Al aterrorizar a las clases populares con formulaciones absurdas y mentirosas pretende aparecer como paladín del pueblo.

Los fundamentos del Estado de bienestar los creó Franco, con su famosa ley de 1963, de modo que no se entiende por qué va a deshacer la derecha lo que hizo aquel fascista para organizar de la mejor manera posible al capitalismo y al ente estatal. En las actuales condiciones de desastre y naufragio económico el Estado de bienestar menguará pero se mantendrá, pues lo exige el conservar una mano de obra con un mínimo de eficacia productiva, y un Estado con unos ingresos suplementarios de naturaleza colosal, que ahora le son más necesarios que nunca por la mengua de los tributos y la crisis de la deuda soberana.

Quienes alborotan a favor del Estado de bienestar son herederos de la política del franquismo, son izquierdistas con camisa azul. Quienes dicen que el Estado es “lo público” están afirmando que el ejército es parte sustantiva de “lo público”, que es pueblo en definitiva, como decía Franco. Son, pues, unos militaristas, por tanto unos fascistoides.

En las actuales condiciones de progresivo desplome de Europa, de acumulación de crisis de toda naturaleza (política, cultural, educativa, demográfica, medioambiental, intelectiva, relacional, de construcción del sujeto, estética y otras varias además de la económica), centrarse en la economía para mendigar más dinero y más servicios del Estado asistencial es hacer lo que el capital espera y desea. Ahora, ante la crisis múltiple, general y universal en desarrollo lo que se adecua a la realidad es promover la idea de revolución integral.

En efecto, sólo una revolución integral que transforme sustantivamente la sociedad, el individuo y el sistema de valores, que cree una nueva organización de la vida colectiva y una nueva persona, es capaz de elevarse a cosmovisión inspiradora de soluciones a los muchos y colosales problemas de nuestro tiempo. La economía es sólo parte, lo humano es lo más decisivo, y resolver el problema de su destrucción planeada desde arriba demanda una revolución total, regeneradora y restauradora. Ésta ha de reinventar y reformular la vida en sociedad a la vez que la condición del sujeto en tanto que ser humano que se afirma como tal, y no como consumidor, fuerza de trabajo, adoctrinado múltiple, hedonista ultra-degradado y siervo del par Estado-capital, primando lo espiritual sin desatender lo material.

El gran caos y declive en que se precipita Europa, en particular sus países más débiles, es un acontecimiento histórico que demanda una respuesta integral. Sucede tras 500 años de hegemonía planetaria europea y sólo puede ser respondida con una grandiosa concepción sobre cómo ha de ser el futuro, con un desarrollado sistema de propuestas y soluciones, con una interpretación del presente y del porvenir realizada con altura de miras y visión estratégica, con valentía y clarividencia, con creatividad y responsabilidad, que se proponga dejar atrás el orden social actual, una atroz dictadura de las elites del poder político, militar, funcionarial, académico, mediático, tecnocrático, religioso y económico.

En los turbulentos tiempos que corren se ha de tener en cuenta el refrán, “A grandes males, grandes remedios” y alejarse de la mediocridad, el posibilismo, la añoranza del pasado de hiper-consumo con aniquilación de lo humano y devastación medioambiental, el economicismo, la cobardía, las visiones parciales, la ruindad vital y las “soluciones” fáciles.

Eso llevará bastante tiempo realizarlo por todas y todos. Crear y popularizar la gran y magnífica idea de la revolución integral es la tarea más importante en los próximos años.

En las actuales elecciones la izquierda y la derecha son lo mismo, y sólo se diferencian en sus miserables grescas verbales por poder y dinero. Igual es el PP que el PSOE, lo mismo representa Esperanza Aguirre que el PCE-IU o UPD, o que el PNV, CiU o el BNG. Además, son unas elecciones que, como todas ellas, son no libres, al estar realizadas en condiciones de inexistencia de libertad de conciencia y con un aparato partitocrático que todo lo manipula. Asimismo se basan en un elaborado sistema de engaño, pues se elige lo que no tiene el poder real, el parlamento y el gobierno, mientras que no se elige lo que sí posee la totalidad del poder, el Estado y el gran capital.

Las elecciones legitiman una situación de dictadura, en la que el Estado, el tirano colectivo, gobierna al pueblo, impidiendo que el pueblo se gobierne a sí mismo, de la única forma posible, con una gran red de asambleas omnisoberanas que, con base en lo local, se eleven al plano de lo comarcal, regional y nacional múltiple. En ellas y sólo en ellas puede hacerse real la libertad política para todas y todos pues cualquier forma de parlamentarismo, monárquico o republicano, con estos o los otros procedimientos, es un régimen tiránico que debe ser rechazado y resistido. Por tanto, la abstención se impone.

La Europa de los vividores, gozadores, triperos y pancistas que creían poderse permitir todos los excesos y, en efecto, se los permitían, está acabándose en buena hora. Sobre sus ruinas hemos de edificar una Europa que recupere lo mejor de la herencia clásica, lo más sustantivo del saber, la civilización, el arte y la cultura, que sea una sociedad de la libertad y la pluralidad, de la convivencia y la ayuda mutua por amor, de la limitación drástica del consumo y la auto-contención, del esfuerzo y el servicio desinteresados, ni agresora ni agredida, ni explotadora ni explotada, respetuosa y atenta con el individuo a la vez que colectivista y comunal. La izquierda, con sólo una idea fija, que todas y todos llevemos una vida de cerdos con el estómago como único órgano a satisfacer, es el obstáculo principal para avanzar en esa dirección. De ahí dimana su descomunal mediocridad, deshumanización, espíritu reaccionario y zafiedad.

Lo importante no es preguntarnos qué va a pasar sino qué vamos a hacer, a qué nos vamos a atrever, con qué nos vamos a comprometer cada uno y una de nosotras. Se aproxima el momento en que cada cual habrá de hacer elección de su destino.

Triunfante el PP, las acciones populares se han de dirigir contra el Estado y el capital tanto como contra el PP, el PSOE y el PCE-IU. No se puede admitir que resurja la política de división y enfrentamiento popular izquierda/derecha. Hay que promover una línea de integración de todo el pueblo en torno a la idea de revolución integral contra la derecha y la izquierda, que son la misma cosa.

Por la revolución integral, pues, abstención el 20-N

Félix Rodrigo Mora

[Textos] ¿Cómo podemos expropiar dinero a las entidades bancarias?

Ens han fet arribar aquest document a infopunt, i considerant que té un valor afegit per la situació actual dels bancs, caixes, etc.; us deixem l’enllaç per a que li feu una ullada. Tot i no coincidir completament en els textos que s’exposen, no deixa de ser interessant entendre un poc més com funciona el sistema per a saber com podem enfrontar-lo (també cal saber de lleis tot i repudiar-les totalment).


Cómo podemos expropiar dinero a las entidades bancarias?

[Textos] ¿Ya se volvió obsoleto el dinero?-Anselm Jappe

Los medios y las instancias oficiales ya nos están preparando: muy pronto, va a desencadenarse una nueva crisis financiera mundial, y será peor que la de 2008. Se habla abiertamente de «catástrofes» y de «desastres». Pero, ¿qué pasará después? ¿Cómo viviremos después del derrumbe a amplia escala de los bancos y las finanzas públicas? Argentina ya vivió esto en 2002. Posteriormente, pagando el precio de un empobrecimiento en masa, la economía argentina pudo recuperarse un tanto : pero, en este caso, se trataba de un solo país. Actualmente, todas las finanzas europeas y norteamericanas se encuentran a punto de hundirse juntas, sin salvador posible.
¿En qué momento el crack de las bolsas dejará de ser una noticia que descubrimos en los medios para volverse perceptible al pasear en la calle? Respuesta : cuando el dinero haya perdido su función habitual. O bien haciéndose raro (deflación), o bien circulando en cantidades enormes pero desvalorizadas (inflación). En ambos casos, la circulación de mercancías y servicios se hará más lenta, quizás hasta pararse por completo. Quienes poseen mercancías u ofrecen servicios ya no encontrarán a nadie con capacidad de pagarlos con dinero creíble, lo que les permitiría comprar a su vez otras mercancías o servicios. Por lo tanto, los conservarán para ellos mismos. Veremos tiendas llenas, pero sin clientes, fábricas en perfectas condiciones pero sin nadie para trabajar, y también escuelas donde los profesores dejarán de presentarse, después de llevar meses sin recibir sueldos. Entonces, nos daremos cuenta de una verdad tan evidente que ya no la veíamos : no existe ninguna crisis en la producción misma. La productividad en todos los sectores aumenta continuamente. Las superficies cultivables de la tierra pueden alimentar a toda la población del mundo, mientras los talleres y las fábricas producen incluso mucho más de lo que es necesario, deseable y sustentable. Las miserias del mundo no se deben, como en la Edad Media, a catástrofes naturales, sino más bien a una especie de hechizo que separa a los hombres de sus productos.
Lo que ya dejó de funcionar, es la “interfaz” que se impuso entre los hombres y lo que producen: el dinero. En la modernidad, el dinero se volvió la “mediación universal” (Marx). La crisis nos confronta con la paradoja fundadora de la sociedad capitalista: en ella, la producción de bienes y servicios no es un fin, sino sólo un medio. El único fin es la multiplicación del dinero, es invertir un euro o un dólar para conseguir dos. Y cuando este mecanismo se descompone, es toda la producción “real” que sufre y hasta puede bloquearse por completo. Así que, como el Tántalo del mito griego, nos encontramos frente a riquezas que, al momento de querer agarrarlas, se alejan: sólo, porque no podemos pagarlas. Esta renuncia forzada siempre ha sido el destino del pobre. Pero ahora, y es algo inédito, nos puede pasar a todos, o casi. La última palabra del mercado es dejarnos morir de hambre en medio de montañas de alimentos que se pudren, sin que nadie pueda tocarlas.
Quizás no lleguemos a estos extremos. Pero, incluso un derrumbe parcial del sistema financiero nos confrontaría con las consecuencias de este hecho : nos encontramos atados de pies y manos con el dinero, ya que se le encomendó la tarea exclusiva de asegurar el funcionamiento de la sociedad. Dicen que el dinero existió desde los primeros momentos de la historia. Pero, en las sociedades precapitalistas, tenía un papel meramente marginal. Sólo en las décadas más recientes hemos llegado al punto de que cada manifestación de la vida (o casi) pasa por el dinero. Ahora, este se ha infiltrado en los rincones más profundos de la existencia individual y colectiva. Sin el dinero que hace circular las cosas, somos como un cuerpo privado de sangre.
Pero el dinero sólo es “real” cuando es la expresión de un trabajo efectivamente realizado y del valor en el cual se representa este trabajo. Por lo demás, el dinero no es más que una ficción, basada exclusivamente en la confianza mutua de los actores – una confianza que puede llegar a evaporarse, tal como lo estamos viendo actualmente. Asistimos a un fenómeno que la ciencia económica no había previsto: no la crisis de una moneda y de la economía que esta representa, creando así una ventaja para otra moneda más fuerte. El euro, el dólar y el yen están todos en crisis, y los pocos países a los cuales las agencias evaluadoras todavía atribuyen un AAA, no tendrán la capacidad suficiente como para salvar a la economía mundial. Ninguna de las recetas económicas propuestas está funcionando. En ninguna parte. El mercado libre no funciona mejor que el Estado, la austeridad no sirve más que la reactivación mediante la demanda, el keynesianismo no más que el monetarismo. El problema se ubica en un nivel más profundo. Asistimos a una desvalorización del dinero en cuanto tal, a la perdida de su papel, a su obsolescencia. No por una decisión consciente por parte de una humanidad por fin cansada de lo que ya Sófocles llamaba “la más funesta de las invenciones humanas”. Sino en un proceso no controlado, caótico y extremadamente peligroso. Es algo como quitarle su silla de ruedas a alguien después de haberlo privado del uso de sus piernas durante mucho tiempo. El dinero es nuestro fetiche: un dios que nosotros mismos hemos creado, del cual creemos que dependemos y al cual estamos dispuestos a sacrificar todo con tal de aplacar su ira.
¿Qué hacer? No hacen falta los vendedores de recetas alternativas: economía social y solidaria, sistemas de intercambios locales, monedas alternativas (como monedas fundantes), ayuda mutua ciudadana… En el mejor de los casos, esto sólo podría funcionar en algunos pequeños nichos, mientras alrededor lo demás sigue funcionando. Por lo menos, hay algo seguro: no es suficiente “indignarse” frente a los “excesos” de las finanzas y la “codicia” de los banqueros. Aunque ésta existe efectivamente, no es la causa, sino la consecuencia del agotamiento de la dinámica capitalista. La sustitución del trabajo vivo – única fuente de valor que, bajo la forma-dinero, es la finalidad exclusiva de la producción capitalista – por tecnologías que no crean valor, llegó a secar casi por completo la fuente de la producción de valor. Obligado por la presión de la competencia a desarrollar nuevas tecnologías, el capitalismo ha cortado la rama sobre la cual estaba sentado. Este proceso, que desde un principio es parte de su lógica fundamental, ha rebasado en las últimas décadas un umbral crítico. La no rentabilidad del uso del capital no ha podido ser ocultada sino a través de una expansión cada vez más masiva del crédito, que es un consumo anticipado de las ganancias esperadas para el futuro. Ahora, hasta esta prolongación artificial de la vida del capital parece haber agotado todas sus posibilidades.
Por lo tanto, debemos plantearnos la necesidad – pero al mismo tiempo constatar la posibilidad, la oportunidad – de salir de un sistema basado en el valor y el trabajo abstracto, el dinero y la mercancía, el capital y el salario. Este salto hacia lo desconocido puede asustar, incluso a quienes no dejan de denunciar los crímenes de los “capitalistas”. Por el momento, prevalece la cacería de los malos especuladores. Aunque no podamos sino compartir la indignación frente a las ganancias de los bancos, hay que subrayar que dicha actitud se queda muy por debajo de una crítica del capitalismo como sistema. No es de sorprenderse si Obama y Georg Soros dicen entender esta indignación. La verdad es mucho más trágica : si los bancos caen y empiezan a darse quiebras en cadena, si dejan de distribuir dinero, estamos en peligro de hundirnos todos con ellos, pues desde hace mucho tiempo se nos ha privado de la posibilidad de vivir de una forma que no sea gastando dinero. Sería bueno volver a aprenderlo. Pero, ¡quien sabe a que “precio” esto ocurrirá!
Nadie puede decir honestamente que sabe cómo organizar la vida de decenas de millones de personas cuando el dinero habrá perdido su función. Por lo menos sería bueno admitir que ahí está el problema. Quizás, así como se perfila un después del petróleo, es tiempo de prepararnos para lo que vendrá después del dinero.
* * *
Anselm Jappe es autor de varios libros, entre los cuales Guy Debord (Barcelona, Anagrama, 1998), Les aventures de la marchandise (París, Denoël, 2003) y últimamente Crédito a muerte : la descomposición del capitalismo y sus críticos (Logroño, Pepitas de calabaza, 2011). Ha sido miembro del Grupo Krisis, al cual se debe el Manifiesto contra el trabajo (http://www.globalizacion.org/ciudadania/ManifiestoTrabajoKrisis.htm).

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[Textos] Textos para afilar las luchas iniciadas el 15M

En torno al movimiento que se ha venido desarrollando desde el 15 de mayo de este año se ha escrito muchísimo. Como cualquier mivimiento masivo ha generado muchas contradicciones y ambivalencia, además de dinámicas, tendencias, medios y fines distintos. No puede ser de otra forma cuando tanta gente politizada se reúne, aunque algunos sigan queriendo homogeneizar bajo sus consignas programáticas. Han llegado a mis manos un par de textos que me parecen interesantes para compartir. El primero es un fanzine publicado por ‘Espai en blanc‘ con un contenido más filosófico y que trata de generar conceptos (muy próximos a los del colectivo Tiqqun) para pensar la realidad e intervenir en y desde ella. Y el segundo es un fanzine extraído de la web de la distribuidora Josep Gardenyes, que realiza una profunda crítica práctica al modo de organización central que ha llevado a cabo el movimiento 15M y que hace algunas propuestas para no caer en dinámicas autoritarias y paralizantes.


[Textos] No nos parece bien la defensa del “estado de bienestar”

Grup Antimilitarista Tortuga – http://www.grupotortuga.com/No-nos-parece-bien-la-defensa-del

¿Estado de bienestar, o revolución?

Algunos partidos políticos, organizaciones y sindicatos del estado español que dicen ser “de izquierda” aúnan en estos tiempos voces y esfuerzos para defender aquello que llaman “estado de bienestar”. Ello lo hacen en medio del aplauso de gran parte de la sociedad, la cual se entiende beneficiaria de dicho estado de bienestar y por ello partidaria de su pervivencia.

En Tortuga tenemos otra perspectiva.

Asociamos “estado de bienestar” a otros términos mucho menos halagüeños: “sociedad de consumo”, “primer mundo”, “Europa rica”… Tras la pertinente comprobación histórica, concluimos que en general esta forma política y social tal como la conocemos hoy no es tanto la conquista de las luchas del movimiento obrero como se afirma de forma exagerada, sino que obedece en mucho mayor medida a las necesidades e intereses de las instituciones estatales liberales y capitalistas, intereses que se agudizan sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial. Estas élites, en plena mundialización de la economía y de la guerra fría contra el comunismo, optaron por generar en determinadas zonas del planeta una cierta redistribución de la riqueza allí acumulada, parte de la cual se repartió entre amplias capas sociales en forma de servicios y subsidios, siempre administrados y dosificados por los aparatos estatales. Este tipo de políticas contaban ya con pequeños antecedentes desde principios del siglo XIX, pero fue en este momento, coincidiendo con la acuñación del término “estado de bienestar”, cuando se apostó fuertemente por ellas.

Con estas políticas las clases dominantes a nivel mundial obtuvieron durante toda la segunda mitad del siglo XX y casi hasta nuestros días, la desactivación de las luchas obreristas revolucionarias en el primer mundo, conjurando así la amenaza socialista. Dichas élites se rodearon de un amplio y cómodo colchón amortiguador de “ciudadanos” conformistas con el orden liberal establecido, beneficiarios de cierta capacidad adquisitiva o de consumo, acostumbrados a depender cada vez en mayor medida y para más cosas de la institución estatal y, en el mejor de los casos, partidarios sólo de cambios políticos y sociales de carácter superficial.

Este análisis se complementa con razones económicas, de tanta, y quizá incluso de mayor relevancia que las anteriores, que tienen que ver con la teoría del economista John Keynes: la redistribución de servicios y subsidios entre la población de nuestros países occidentales también pretendió en su día la implantación de fuertes mercados internos que sirvieran de motor al desarrollismo económico capitalista.

En el caso español es revelador que, a pesar de la existencia de numerosos hitos de legislación y política laboral y social que se veían dando desde principios del siglo XIX, de la mano, justamente, del desarrollo del aparato estatal liberal, la implantación de una parte fundamental del estado de bienestar tal como ha llegado a nuestros días (Seguridad Social entendida como asistencia sanitaria gratuita universal, sistema estatal de pensiones y coberturas de desempleo cercanas al salario bruto) se la debemos principalmente a la dictadura franquista, y en concreto a leyes como la de Desempleo (1961) o la de Bases de la Seguridad Social (1963), promulgadas en tiempos de escasa o nula conflictividad obrera pero de fuerte impulso estatal al desarrollismo industrial. En esta implantación profundizaron posteriormente diferentes gobiernos de la dictadura, y se completó hacia 1978.

Éste es el marco que se defiende hoy desde estos partidos, organizaciones y sindicatos citados.

Frente a la defensa de un modelo económico totalmente incluido en el capitalismo y diseñado y promovido por las élites liberal-burguesas que vienen acaparando el poder político, desde Tortuga apostamos por una revolución integral superadora del capitalismo y del sistema no libre de gobierno que le es inseparable acompañante. Desarrollaremos en este escrito las características principales de nuestro concepto de “revolución” así como del tipo de sociedad y relaciones humanas a las que aspiramos. Pero antes nos detendremos en una crítica más pormenorizada acerca del estado de bienestar y en un sucinto análisis del momento de crisis que actualmente parece atravesar este modelo.

El estado de bienestar es contrarrevolucionario

En realidad, éste viene a ser un modo de soborno o de compra material de lo que llaman la “paz social”, esto es, la ausencia de conflictos. De esta forma se logra que amplias capas de población de las sociedades en las que el estado de bienestar se da acaben viviendo con actitudes conformistas y con nulos deseos de cambio social. El miedo a perder lo que se tiene impide, o vuelve muy complicado, analizar en profundidad las causas y consecuencias del orden político y social y evita que se tengan oídos receptivos hacia quien lo cuestiona. Aborta, en definitiva, la posibilidad de que la sociedad tome conciencia de las contradicciones en las que vive y se organice con voluntad y determinación de obtener cambios sustanciales, es decir, revolucionarios.

El estado de bienestar es injusto

Porque no es ni puede ser universalizable. Se da, como decimos arriba, en virtud de una cierta redistribución de riqueza acumulada en una porción minoritaria del planeta denominada “primer mundo”. Una importante porción de esta riqueza no se genera en nuestros países sino que es expoliada del resto del mundo, o sea, de los países llamados (a causa de ello) empobrecidos, y depositada aquí. Tal cosa se consigue empleando multitud de fórmulas: colonialismo-imperialismo económico, multinacionales, deuda externa, reglas comerciales impuestas por el primer mundo, instituciones como el FMI, la OMC, etc. Llegado el caso, la maquinaria militar primermundista se convierte también en herramienta del robo de riqueza de esos países del tercer mundo, como podemos comprobar en los casos de Iraq, Libia o la República Democrática del Congo, por citar algunos de los más paradigmáticos en ese sentido.

Las grandes corporaciones expoliadoras emplean buena parte del capital que obtienen con dichas operaciones de colonialismo económico en realizar inversiones en los países del primer mundo donde están radicadas, dinamizando su economía y generando empleo. La tributación directa al estado de las grandes corporaciones, e indirecta a través de la economía subsidiaria que generan, es la que permite a éste recaudar el dinero “suplementario” con el que ofrecer a la ciudadanía los bienes y servicios que definen el estado del bienestar y de los que por supuesto no pueden gozar los habitantes de los estados expoliados, los cuales además sufren grandes daños en su propia economía doméstica. Un ejemplo menor pero muy clarificador podría ser la pesca del atún en las costas del Cuerno de África. Como puede apreciarse, el estado de bienestar es un producto resultante de las peores dinámicas del sistema económico capitalista, y su existencia guarda relación directa con la pobreza extrema de una parte mayoritaria de la humanidad.

El estado de bienestar es antidemocrático

De forma harto paradójica, la palabra “democracia” ha llegado a ser la más comúnmente utilizada para definir sistemas políticos que en realidad son de dominación. Nos cuesta hallar en la historia de los estados un orden de gobierno que en los hechos se haya correspondido con lo que intenta significar el vocablo. Es por ello por lo que tenemos ciertas reservas a la hora de emplearlo. A nuestro juicio solo cabe hablar de “democracia” cuando cada persona puede participar libre y directamente en la decisión de aquellas cuestiones que le afectan. En consecuencia solo será “democrática” una sociedad que garantice tal principio a pequeñas y grandes escalas y ninguna otra.

El estado de bienestar es la concreción más pura y acabada del estado-nación liberal y burgués diseñado en el siglo XIX. Su existencia es el formidable logro de una situación en la que una pequeña élite acapara todo el poder de gobernar y dispone de la mayor parte de riqueza y medios para producirla, mientras que la mayoría desposeída completamente de poder y de la parte principal de la riqueza vive conformándose con su situación, satisfecha con los servicios materiales que recibe del estado y convencida de que pertenece a una sociedad libre y democrática.

Aunque el sistema de elecciones cada cierto número de años trata de dar carta de naturaleza a una pretendida “soberanía del pueblo”, la realidad es que la alianza entre una pequeña oligarquía de políticos profesionales, la alta burocracia del estado, los poderes económicos y los medios de comunicación mantiene bien controlado el acceso a los centros de poder en todos los países donde se da el estado de bienestar. Los votantes en todos estos estados, entre los que se encuentra el nuestro, están irremisiblemente abocados a optar solo entre opciones políticas continuistas. En cualquier caso, incluso aunque se diesen fórmulas electorales más abiertas, el resultado práctico seguiría a años luz de la democracia, ya que ésta, como decimos, supone la participación decisoria de las personas en aquellas cuestiones que les afectan. Nada de eso sucede en las sociedades del estado de bienestar, en las cuales las personas, denominadas “ciudadanos”, no tienen ninguna forma de decidir tales cosas y sólo reciben el dudoso derecho de votar cada cierto número de años para elegir a los miembros de la élite burocrática que han de regir irremisiblemente su vida y destino durante la siguiente temporada.

En el supuesto, cada día más inverosímil, de que fallase alguno de estos mecanismos de control, el aparato estatal-capitalista tiene otra carta guardada en la manga: la policía, el ejército y la cárcel. Estos órganos del aparato estatal son la definitiva negación de la democracia y el anuncio de viva voz de que nadie puede evitar obedecer las decisiones de las élites gobernantes ni muchísimo menos cuestionarlas en su esencia.

Es paradigmático el papel que juega la institución militar, que, como decíamos antes, es un elemento de primer orden como garante armado del expolio comercial del Norte sobre el Sur. Pero de puertas adentro, y en compañía de su institución vicaria, la policía, desempeña una función igualmente trascendente como última y determinante barrera defensiva de los intereses de la minoría en el poder. Desgraciadamente en el estado español disponemos de abundante experiencia al respecto en los últimos 200 años. Desde los habituales pronunciamientos militares decimonónicos hasta las facultades que la misma Constitución vigente concede al ejército (pone los pelos de punta leer todo lo referido a estados de excepción, de alarma, a situaciones bélicas y más cosas) pasando por una ominosa y no tan lejana dictadura militar de casi 40 años.

El estado de bienestar es antiecológico

Estado de bienestar y sociedad de consumo vienen a ser sinónimos. El alto desarrollo industrial y tecnológico, así como los mecanismos capitalistas de expolio y concentración de la riqueza, han puesto en manos de amplias capas poblacionales de los países ricos una capacidad inédita de adquirir y consumir alimentos, productos manufacturados y servicios (por citar un ejemplo, los viajes en avión). Palabras como “crecimiento”, “desarrollo” y su eufemismo progre “desarrollo sostenible” o “de calidad” han sido y son mágicas consignas que han despertado maravillas en los oídos aburguesados de tanta gente. No pensamos que sea necesario extendernos para alertar de los efectos de tanto “desarrollo” y tanta capacidad de consumir y sus consecuencias a niveles medioambientales y de salud pública. Pocos dudan de la imposibilidad material de exportar a más lugares del planeta el modelo despilfarrador e irresponsable en lo material que caracteriza a todos los estados de bienestar (lo cual lo hace doblemente injusto), puesto que el colapso medioambiental sería casi inmediato. Pero es que ni siquiera es preciso llegar a formular dicha hipótesis. Incluso circunscribiéndonos a los lugares del mundo en los que se da ahora, la consecuencia del consumismo practicado en el estado de bienestar estaría ya causando daños irreversibles al planeta (destrucción de la atmósfera, de la biodiversidad…). Daños que, de no corregirse a corto plazo, amenazan con ser devastadores.

El estado de bienestar es antihumano

Otro sinónimo de estado de bienestar podría ser “sociedad del espectáculo”. Nosotros iríamos más allá y emplearíamos el término “sociedad del adoctrinamiento”. La apuesta decididamente material y furibundamente antiespiritual y antimoral de este modelo de sociedad, unida a los mecanismos adoctrinadores que posee la institución que está en su centro —el estado— también están generando un tipo de persona en permanente regresión.

Sistema educativo, cultura de masas, medios de información y comunicación… todo ello navega en una misma dirección —desde el poder hacia los individuos de la sociedad— generando una forma de concebir la realidad que ha sido definida como “pensamiento único”.

La apuesta del citado pensamiento único por el materialismo y el utilitarismo en todas sus expresiones, así como por una manera relativista y no ética de vivir en sociedad están logrando poco a poco la desaparición de formas relacionales populares tradicionales, de realidades de apoyo mutuo a diferentes niveles y de imbricación de unas personas con otras. Los valores cooperativos y solidarios que existieron tradicionalmente en numerosas colectividades van siendo sustituidos por actitudes egoístas e individualistas de darwinismo social, las espiritualidades se permutan por comportamientos hedonista-vacacionales, y la moral de las sociedades y la ética de las personas van siendo usurpadas en todos los casos por “lo que digan las leyes” y los tribunales del estado. A esto último le han puesto el nombre de “estado de derecho”.

Cualquier revolución, cualquier sociedad que valga la pena requerirá personas capaces de vivirla, seres humanos que realmente deseen la justicia, amen la libertad y estén dispuestos a luchar y sacrificarse para su consecución. El estado de bienestar, podemos afirmarlo, no contribuye a que exista ese tipo de personas. Más bien a todo lo contrario.

¿Por qué ahora el estado de bienestar está en crisis?

En nuestra opinión, por varias causas.

En primer lugar, las élites que controlan el poder político y económico en el primer mundo, a partir de la caída del Muro de Berlín y del derrumbe del bloque leninista, han ido paulatinamente perdiendo interés por un modelo que ya no les es tan imprescindible como antes. Una vez conjurada la “amenaza comunista” y lograda la garantía de que la población del primer mundo ha perdido cualquier tipo de deseo revolucionario, no necesitan invertir-repartir tanta riqueza en sobornar a la sociedad primermundista para apagar la llama insurreccional. Una vez los mecanismos adoctrinadores han dado su fruto y la inmensa mayoría de la población no cuestiona la ficción democrática del parlamentarismo, es posible aumentar la cuenta de beneficios —deseo permanente del gran capital por su propia naturaleza— a costa de algunas prestaciones estatales. Ese es el camino que se ha recorrido desde los años 90 hasta aquí, si bien en los últimos años se ha acelerado por causa de la crisis económica.

Una crisis que constituye un factor añadido. La burguesía —entonces clase social—, desde el siglo XIX organizada en torno a la institución del estado-nación liberal, es quien ha estado hasta hoy al mando de política y economía, tratando de mantenerse erguida a lomos de una bestia más bien poco controlable: el sistema económico capitalista. Dicho sistema, como es sabido, tiene sus ciclos largos y cortos, sus crisis financieras y sistémicas, sus recesiones e incluso una serie de contradicciones en las que podría estar escrito su derrumbe final. Hasta ahora la burguesía, luego convertida en oligarquía dominante, ha sabido cabalgar la bestia adaptándose a todos sus movimientos. Según han ido sucediendo unas y otras crisis, estas personas, desde la institución estatal, auténtica torre de control también de la economía, han ido tomando las decisiones convenientes para mutar y adaptarse a la nueva situación. Así, el sistema económico, según momentos y zonas, ha sido librecambista, proteccionista, keynesiano o ultraliberal (entre otras formas). El modelo económico ligado al estado de bienestar, el keynesianismo, ha venido siendo útil en momentos de fuerte desarrollismo. Los gurús de la economía han decidido que no es el más conveniente para capear momentos de crisis, y en consecuencia los gobiernos de los estados proceden hoy a recoger algunas de esas velas.

La crisis, que es productiva tanto como financiera, ha descuadrado el balance contable de los estados occidentales, los cuales se ven obligados a adoptar medidas de ahorro en su propia administración, así como ajustes diversos en las economías “nacionales” por una cuestión de “competitividad” ante otras economías emergentes. A ambos tipos de medidas responden los llamados “recortes sociales” que tanto rechazo generan en la población. Como la otra de las causas del “estado de bienestar” es la generación de mercados internos de consumidores, cabe interpretar que las autoridades de los estados occidentales tratarán de practicar los mínimos recortes que juzguen suficientes y cuya cuantía va a depender de la dimensión y duración de la crisis. Al menos en teoría. Como la citada crisis económica no solo afecta a los estados, sino también a las empresas privadas estamos asistiendo en numerosos países occidentales —en el estado español, por ahora, en pequeña medida— al “rescate” o adquisición por parte de los estados de empresas en crisis, bancos principalmente. Este trasvase de propiedad y de recursos económicos entre grandes empresas y estados (se privatiza, se nacionaliza, se vuelve a privatizar, se emite deuda, se “rescata” al banco que compró la deuda… moviendo fondos existentes e inexistentes de aquí para allá, pero siempre en manos de las minorías dominantes) es una patente demostración de que la institución estatal y el sistema económico capitalista son la misma realidad. Ni siquiera esos “mercados” a los que se invoca como una oscura mano que actúa contra los intereses de los estados, ergo contra los intereses de los ciudadanos, son otra cosa que una suma de entidades financieras y terceros estados “compradores” de deuda, es decir, prestamistas.

Resulta curioso que los agentes de “la izquierda”, que claman contra lo que juzgan “desmantelamiento del estado de bienestar”, apenas incluyan en sus peticiones conservadoras análisis económicos que avalen la viablidad de sus propuestas dentro del propio sistema liberal-capitalista, que es donde al parecer desean permanecer.

¿Cuál es la propuesta entonces?

Por si alguien venía entendiendo algo en esa línea, no estamos proponiendo pasar del bienestar al “malestar”. No se trata de derribar todo lo existente para volver a crear partiendo de cero. Por mucho que comprendamos al estado como una institución en manos de las élites y no del pueblo, no tendría sentido alguno renunciar “de golpe y porrazo” a todo lo que dicha institución hoy administra. Por ejemplo, mientras tomamos y no conciencia como sociedad y nos vamos autoorganizando en lo político y en lo económico, necesitamos un sistema de sanidad, entre otras cosas. Pero ello no quiere decir que no debamos a aspirar a dar los pasos necesarios para que el actual sistema sanitario esté, en un futuro, organizado y administrado democráticamente por las personas que son sus trabajadoras y usuarias, y no por dirigentes políticos y empresariales, como sucede hoy.

“La solución es la revolución” es un viejo eslogan recurrente en tiempos de crisis. Y es bien cierto. Pero una revolución que se ha de hacer paso a paso y con los pies en el suelo.

En primer lugar hay que despertar y tomar conciencia del engaño en que vivimos para no seguir defendiendo y apostando por aquello que nos destruye como sociedad y como personas, y que además es catastrófico para el medio ambiente… A continuación tendremos que comprometernos y empezar a generar alternativas auténticas a aquello que criticamos.

Frente a la dimensión contrarrevolucionaria del estado de bienestar habremos de crear grupos organizados y coordinados, movimientos sociales y espacios en los que reflexionar juntos en un primer momento para después salir al encuentro de la sociedad y de las instituciones, denunciando y enfrentándonos a los aspectos más inmorales y las consecuencias más nocivas del sistema, sin caer en el llamado reformismo burgués y, por ello, apuntando en cada acto a la superación de dicho sistema en toda su extensión.

Ante su dimensión de injusticia social y de grave atentado contra el medio ambiente, habremos de aprender a renunciar a aquellos elementos materiales de nuestra forma de vida que son superfluos, prescindibles, antiecológicos y comparativamente injustos, aprendiendo a vivir con menos y a ser más felices así. Desde ahí nos apoyaremos mutuamente e interpelaremos a la sociedad invitándola a seguir nuestro ejemplo. Ante perversos sofismas como el “desarrollo sostenible”, reivindicaremos el decrecimiento y la autogestión, abriendo caminos para experimentar fórmulas concretas de alternativa y superación del sistema económico capitalista.

Con respecto al déficit total de democracia, nos esforzaremos primero en denunciar tal situación con el fin de que sea conocida por el mayor número de personas. Evidentemente, dejaremos de participar y colaborar con cualquiera de los mecanismos que perpetúan la opresión (instrumentos coercitivos del estado) o sustentan la ficción democrática (elecciones). En su lugar desarrollaremos espacios asamblearios de participación horizontal y directa donde aprender primero a funcionar colectivamente con fórmulas realmente participativas, corresponsables y democráticas, para después extender estos espacios reclamando, disputando y arrebatando al sistema la potestad de decidir sobre las cosas que nos afectan. Asimismo, nos esforzaremos en crear alternativas tangibles y crecientes a todos los sistemas de adoctrinamiento vigentes: educativas, culturales y mediáticas.

Por último nos enfrentaremos a la destrucción que se está llevando a cabo actualmente de muchas de las características que a los seres humanos nos hacen ser tales, esforzándonos en recrear relaciones interpersonales y grupales verdaderas, de apoyo mutuo en lo económico, lo político y lo personal, tejiendo redes y alianzas de intereses e identidades comunes, generando sistemas amplios de participación en la gestión de la sociedad… Trabajaremos y tendremos en cuenta en nuestros grupos y movimientos sociales nuestras dimensiones humanas y psicoafectivas, las relaciones entre sexos, las necesidades de tipo cultural, espiritual, artístico… Reivindicaremos y tendremos muy presente la necesidad de una ética individual afirmada en valores positivos y de una moralidad social que ayude a mantener y desarrollar aquellos elementos comunes que se juzgan beneficiosos y necesarios, que además garantice la libertad de cada individuo en lo que se refiere a conciencia y opciones.

[Textos] En democràcia tu elegeixes: explotació o misèria

El pròxim 20N tornem a tindre una cita davant les urnes. El govern del PSOE, davant les diferents pressions, ha acabat cedint i avançant les eleccions. Durant tot el mes de novembre ens trobarem amb el circ de les campanyes electorals, on la demagògia barata i els discursos buits estaran presents als millors titulars dels mitjans de comunicació.

Pareix ser que el debat al voltant del vot comença novament a sorgir, els diferents partits no estan disposats a que reflexionem res més enllà de a qui votar. Però nosaltres estem disposades a obrir un nou debat, a qüestionar les diferents opcions que tenim i així pensem que cal reflexionar sobre el que implica votar. ¿No caldria analitzar la utilitat d’emetre’l, i saber el que implica realment participar a les eleccions?

En aquest escrit volem exposar algunes idees que poden ajudar a repensar les nostres opcions, obrir el debat a una reflexió seriosa, sense fanatismes, ni dogmes que ens porten a conclusions profitoses, que després puguem dur a la pràctica. Aquest text no pretén ser un manual, ni donar solucions, sinó simplement incitar al debat i la reflexió, siga personal o col·lectiva.

Sembla que l’única opció que se’ns planteja és el vot i la participació ciutadana. Però, què implica realment participar?

Aproximació històrica, la història de la traïció

Des de la transició s’han imposat unes regles del joc on els únics interlocutors vàlids són els partits i sindicats. La imposició d’aquest sistema va significar, per a moltes, el renunciar a un canvi real; de ruptura amb el règim anterior. La transició va assegurar el sistema capitalista amb la desactivació dels sectors més revolucionaris, on sindicats reformistes (CCOO i UGT) i patronal decidiren en nom de totes, baixar el nivell de conflictivitat. A partir de la claudicació que va significar el signar els Pactes de la Moncloa s’imposa el model del Pacte Social, imitant els règims democràtics europeus, on la reestructuració capitalista necessita via lliure per tal de seguir avançant cap a la implantació d’un model neoliberal, on la major part de la població es converteix en mà d’obra qualificada i barata. Una mostra d’açò, és com la reestructuració del sistema socioeconòmic no ha tingut una resposta real i contundent per part de la població afectada. En tots els llocs, partits i sindicats han lluitat per desactivar mètodes i reivindicacions que van més enllà d’una simple reforma de caire social.

Només a Grècia, on molts col·lectius i organitzacions han lluitat de manera autònoma, superant les institucions, és on s’han aconseguit canvis reals. Alguns exemples són les victòries com la paralització del Pla Bolonya, així com els diferents conflictes socials accentuats per l’actual conjuntura econòmica. També a Xile, si bé la CONFECH ha intentat asseure’s a negociar amb el govern, els sectors més autònoms del moviment estudiantil han plantejat una ruptura real amb el sistema polític.

A l’Estat espanyol, l’entrada a Europa per a evitar l’aïllament econòmic exigia una sèrie de reestructuracions i externalitzacions per poder ser eficients en un marc de globalització econòmica. Europa necessitava fer-se un lloc en el món i per això es va dotar d’una unitat econòmica que exigia també una unitat política, la Unió Europea.

L’Estat espanyol va tindre que readaptar-se a les exigències externes que no eren més que: una major flexibilitat laboral, externalització de certs sectors, privatitzacions d’altres, etc. Tot això va suposar una derrota del moviment obrer, ja que els sindicats majoritaris els havien venut als interessos de la patronal. Les úniques lluites possibles havien d’acceptar unes normes de joc alienes als interessos dels col·lectius explotats, obligant a que tots els conflictes es resolgueren per la via de la negociació entre les de dalt i les de baix. El problema de la negociació és que parteix d’un desequilibri estructural que amb cada pacte es fa més latent, i és que mentre unes cedien uns pocs beneficis, les altres negociaven amb els drets de les treballadores.
Les institucions actuals s’han encarregat de vetllar per a que existisca una implantació neoliberal sense una resposta real per part de la gent. I el problema s’agreuja encara més quan s’observa com les lluites que s’han deixat institucionalitzar han acabat sense assolir els objectius que es plantejaven. Un clar exemple van ser les lluites contra les ETT’s, on des de l’esquerra institucional només es criticava el marc alegal de les empreses de treball temporal i no es denunciava l’arrel del problema (que era una nova forma d’esclavitud assalariada). El aleshores govern del PP va respondre de manera oportunista, en lloc de prohibir les ETT’s com es plantejava des d’un principi des dels sectors més combatius, les va regularitzar, desactivant la lluita al quedar-se sense arguments i presentant-la per part de partits i sindicats com una petita victòria.

De la situació actual: Parlamentarisme,
representativitat i estat del benestar

La democràcia actual es basa en un sistema de representació parlamentària. En aquest no sols es cedeix la sobirania als polítics mitjançant l’emissió d’un vot cada quatre anys, sinó que també s’accepta que la capacitat de legislar, d’aprovar les “regles” que marquen la societat, resideix al parlament, per tant als polítics elegits. Ambdues coses ens lleven la possibilitat de decidir sobre les nostres vides. Acceptar que la societat ha de ser legislada per part d’aquestos professionals de la política i en els parlaments (on mai podran estar representats realment els interessos de les treballadores) suposa reconèixer, no sols la necessitat de que algun especialista represente els nostres suposats interessos, sinó també d’una autoritat en tots els àmbits de la nostra vida. La major part de la població viu, aleshores, sense una capacitat de decisió real sobre el seu dia a dia, es a dir, no sols trobem les institucions separades de la gent, sinó per damunt. Ens posen el nom de ciutadans i ens donen una sèrie de drets i deures. Aquestos drets van ser, majoritàriament conquestes que costaren sang i suor, concedits amb l’interès de baixar el nivell de conflictivitat i mantindre la pau social. El concepte de ciutadà ens fa creure que totes som iguals, però a simple vista s’adonem que no totes tenim els mateixos drets i deures, i molt menys les mateixes oportunitats. Totes sabem que no és així, les que estem baix i les que estan dalt. En un món que roda gràcies als diners i el benefici que aquestos generen la igualtat és impossible, i menys encara en moments de crisi econòmica.

Davant les desigualtats socials podem parlar de dues vies principals d’acció: en primer lloc, tenim el discurs predominant (ara més present que mai, en el que profunditzarem més avant “Minoritaris i 15-M”), insistint-nos en que hem d’apropar-se a les institucions, emprant tots els mecanismes de “participació ciutadana” que ens facilita la democràcia. Considerem de la lògica més bàsica que el régim actual no ens facilitarà les ferramentes per transformar-lo, simplement ens dóna la possibilitat de fer petits canvis en els que ens fa creure que realment tenim capacitat de decisió, de canvi, dins del “joc democràtic”. La segona opció per la que apostem sense dubtes és la ruptura total amb les institucions i l’organització de la gent al marge d’aquestes. Pensem que és necessari crear teixits que no depenguen dels que s’autodenominen com a representants de la nostra voluntat. Apostem per l’autoorganització en assemblees horitzontals als barris, llocs de treball, espais d’estudi, etc. Aquest teixit social no es pot entendre com un complement dels espais institucionals actuals, sinó com al nucli d’un poder propi de les classes subordinades. És la posada en pràctica d’una praxis llibertària, que amb les lluites puga ser una alternativa d’organització social des de baix. Sols entenem la delegació quan aquesta no té marge de decisió fora del consens de l’assemblea. Qualsevol altre tipus de delegació suposaria la pèrdua d’autonomia, perquè les persones elegits com a representants estaran sempre sotmesos a pressions i interessos individuals (com ara els mercats o els clàssics casos de concessions fraudulentes). Creguem que som les úniques capacitades per resoldre els nostres problemes, de gestionar les nostres vides.

El sistema té diverses formes de blindar-se davant les lluites transformadores que en alguns moments adquireixen la força necessària per a destrui-lo des de l’arrel. L’Estat és l’únic legitimat per a exercir la força. No podem deixar de recordar (encara que semble lògic i molta gent tindrà records recents) el paper repressiu que juguen els “Cossos i Forces de Seguretat de l’Estat” i la presó. En aquest punt, ens agradaria fer alguns aclariments al respecte: quan observem casos de repressió cap als que decideixen lluitar per canviar l’ordre de les coses, sempre s’intenten justificar amb el grau de violència que empren aquests, deixant de banda com de violentament s’imposa aquest sistema dia rere dia, ací i arreu del món. Considerem important tindre present que l’Estat no reprimeix per frenar la violència, sinó que intenta acabar amb qualsevol amenaça de canvi real en la societat. En aquest sentit també juguen un paper important, d’una banda l’educació i d’altra els mitjans de comunicació; aquests són dos factors que influeixen en gran mesura en l’acceptació de l’autoritat de l’Estat i l’ordre capitalista, ara no els analitzarem en profunditat, però considerem important tindre’ls presents. Aquestos factors (i alguns més) afavoreixen la implantació d’un “marc legal” que, com a suposats ciutadans, hem de complir. Però tenim que saber quina es l’altra cara de la moneda: no tothom compleix amb les seues “responsabilitats”. Cada vegada hi ha més gent que es bota les lleis sistemàticament, una major part per necessitat i altres moltes per una qüestió d’enfrontament amb el sistema. Com deia Xosé Tarrio: “Si me preguntarais qué es la carcel, os repondería sin dudar que es el basurero de un proyecto socio-economico determinado, al cual arrojan a todas aquellas personas que molestan dentro de la sociedad… por eso la carcel alberga principalmente pobres”. Hem de tindre present que dins d’aquest marc de convivència suposadament idíl·lic no cabem totes, i per suposat no cap la dissidència política.

Com dèiem al principi, l’Estat té una altra forma més subtil de blindar-se anomenada Estat del benestar. Podríem dir que aquest va arribar a l’Estat espanyol amb la transició, però va ser el govern socialdemòcrata de Felipe Gonzalez l’encarregat d’articular aquesta forma de control social. La funció principal d’aquest model polític és, per una banda el manteniment de l’Estat i per altra, assegurar les bases per a que l’economia capitalista es desenvolupe sense cap impediment. És amb la creació de l’Estat del benestar quan totes les demandes històriques per les quals s’havia estat lluitant (educació, sanitat, drets laborals, etc.) són assumides per l’Estat. Davant d’aquesta situació és el Govern qui gestiona els recursos públics, mentre les treballadores gaudeixen de més drets, així com d’unes remuneracions més elevades. És en aquest moment quan comencem a endinsar-nos en el consumisme. Les empreses per a les quals treballem ens donen més temps i diners per a gastar en els mateixos béns de consum que nosaltres produïm. Així doncs, el mercat comença a crear-nos noves necessitats: televisió, cotxe, rentadora, rentaplats, mòbils, ordinadors, etc. Tot un conjunt de innovacions tecnològiques que “faciliten” la nostra vida diària i que fan possible que dediquem més temps al nostre treball, ja que treballant més encara podrem comprar més d’aquestos productes. I és així com comença el cercle viciós en el que estem estancades (famílies endeutades, hipotecades, etc.), construint-nos les “cadenes” que ens lliguen encara més al treball assalariat. El que intentem evidenciar, és la relació que hi ha entre l’Estat i el sistema capitalista, ja que és el primer qui ajuda al segon a mantindre’s i assentar-se. Però és més evident en un període de crisi econòmica com l’actual, quan és l’Estat qui s’encarrega d’injectar els nostres diners en tots aquells bancs que ho necessiten, per seguir mantenint aquest sistema.

A més, l’Estat del benestar ha sigut un dels encarregats de generar a la població una forta dependència social, no sols del treball assalariat, sinó també del propi Estat del benestar i de tots els serveis que gestiona. Ens hem acostumat a viure demanant-li que s’encarregue de l’educació dels nostres fills, que ens facilite una jubilació, que mantinga la ciutat neta, que ens cobrisca medicament, etc. Hem perdut tota capacitat d’assumir cap tipus de gestió de les nostres vides, relegant-les totes elles a l’Estat. D’aquesta manera ha aconseguit un dels seus reptes més importants: la desactivació de les diferents lluites socials i l’autogestió de la pròpia vida; creant a un imaginari col·lectiu en el que és només l’Estat qui ha de gestionar aquestos recursos, convertint-nos de nou en simples consumidores.

El concepte d’Estat del benestar es troba molt present avui en dia En l’actual crisi econòmica ens trobem amb dos discursos imperants que polaritzen i redueixen la profunditat del problema: unes ens diuen que l’única manera d’eixir de la crisi és reforçar l’Estat i així, suposadament, els drets de la ciutadani; les altres diuen que cal desarticular algunes parts de l’Estat que generen moltes despeses, concretament els serveis públics (sanitat, educació, pensions, etc.). En aquest punt no podem evitar fer referència a les actuals retallades socials. En primer lloc, cal aclarir que considerem les retallades com a una agressió directa cap a la població, especialment dirigida a les persones amb menys recursos, no cap a l’estructura de l’Estat. De fet, considerem que les retallades suposen una agressió organitzada pel capitalisme i perpetrada des de l’Estat.
Minoritaris i 15M
La mentida dels partits minoritaris i la seua relació amb els moviments socials

Al principi d’aquest text hem analitzat l’actual funcionament del sistema, és a dir: el parlamentarisme i la democràcia representativa. Hem intentat descriure el seu funcionament i alhora entendre com està estructurat. Clarament es veu que aquest sistema respon a uns interessos particulars, que res tenen a veure amb els de la majoria de la gent que vivim sota ell. A partir del denominat Moviment 15-M pareix ser que s’ha impulsat una dinàmica de mitificació dels partits minoritaris, afirmant que donant el nostre vot a aquestes opcions es van a solucionar tots els nostres mals, que el problema està en el bipartidisme i no en el propi sistema. Fins aquest moment no havíem entrat en aquest tema, però ens pareix que és un bon moment per parar-nos a reflexionar un poc més profundament al voltant dels partits minoritaris.

Dir que un partit és minoritari no ens dóna cap informació sobre ell, ja que el fet de ser minoritari solament representa una característica transitòria del partit. Partits minoritaris hi han de totes les ideologies. Per donar un exemple clar, podríem parlar de UPyD, partit amb reivindicacions semblants a les del 15-M (reforma de la llei electoral, crítica al bipartidisme, participació ciutadana, etc.), o inclús de partits d’extrema dreta escampats arreu de l’Estat espanyol. El que intentem transmetre és que el fet de que un partit siga minoritari no significa res i, és més, quan es vota a un partit de forma massiva deixarà de ser minoritari.

Pensar que els partits minoritaris, pel simple fet de ser-ho són millors que els majoritaris, és una idea sense trellat que ningú amb una mínima capacitat reflexiva s’atreveix a defensar. Ara bé, sí que és cert que hi ha un discurs que cala en una part de la població, i és precisament el que defensa que votar a un partit minoritari significa una distribució equitativa del poder, que impedeix la creació de majories absolutes i per tant, fa la política més transparent i participativa. Aquesta idea és clarament errònia i un bon exemple per comprovar-ho és el cas del Govern de Catalunya, on estant el tripartit al poder (amb Iniciativa per Catalunya-Verds a la Conselleria d’Interior) és quan s’han van produït les mobilitzacions contra el Pla Bolonya. Davant la impossibilitat d’aconseguir desmobilitzar als estudiants, el Govern de la Generalitat va passar a l’acció comportant-se igual que ho faria qualsevol dels partits majoritaris. El desallotjament del Rectorat de la UB ens va deixar imatges de persecucions, detencions i càrregues policials dirigides des dels despatxos dels partits “minoritaris”. Iniciativa, un partit que havia volgut lligar-se des de sempre amb els moviments socials va acabar reprimint amb la mateixa brutalitat que el govern anterior (CiU). Altres molts exemples són les tortures per part dels Mossos D’Esquadra a comissaries, l’ús del Kubotan a les manifestacions, el cas del forat de la vergonya, la repressió contra l’acampada anti-MAT, etc.

A més, a partir del 15-M i amb l’ajuda dels mitjans de comunicació, ha augmentat la criminalització sobre la resta de mobilitzacions que van més enllà de millorar el propi sistema i que intenten trencar amb una participació orquestrada pels que estan dalt. D’aquesta manera se’ns ven com a única solució la participació a través de les institucions mitjançant més referèndums, més lleis, més polítics i si és necessari més policia contra qui no respecta el sistema. Seguint aquestes consignes caminem cap a la uniformització del individus i la desaparició de la capacitat de pensament i acció. No podem tolerar la falta de respecte que hi ha cap a idees diferents a les que ens venen els mitjans d’informació de masses.

Per últim, ens agradaria acabar parlant dels diferents partits minoritaris d’esquerres que a València han sigut els principals receptors dels vots canalitzats pel 15-M: Coalició Compromís i Esquerra Unida (encara que UPyD també podria estar inclòs). Aquestos partits també estan involucrats en la corrupció urbanística, la falta de participació ciutadana, la nul·la transparència als contrats, el clientelisme, etc. Hi han clars exemples, com és el cas de la Mancomunitat de Bunyol amb EU a l’ajuntament, on s’està posant en marxa el projecte d’energia eòlica en una ZEPA (Zona d’Especial Protecció per a les Aus), o el cas del BLOC de Segart on tota la llista d’aquest partit, es va canviar al PP a les últimes eleccions. Però el més important és que aquestos partits es creuen amb l’autoritat de decidir per nosaltres, es pensen que saben millor que nosaltres el que ens fa falta i volen gestionar les nostres reivindicacions cap a objectius electorals amb un oportunisme patètic. I quan aquest comportament es denúncia utilitzen a la policia, com qualsevol altre partit majoritari, i actuen com a agents repressors de tots aquells moviments socials que diuen representar.

Els neonazis també són minoritaris
España 2000, el feixisme que ens ha tocat patir

Silla, Alcalá de Henares, Onda i Dosaigües tenen alguna cosa en comú: la presència de l’extrema dreta dins de les seues institucions, en aquest cas, del partit Espanya 2000. Podem pensar que és un cas anecdòtic dins de l’àmbit polític, però si seguim mirant podem veure altres casos, per exemple Massamagrell i Albal que tenen regidors de Coalició Valenciana, i si pugem cap al nord trobem Plataforma per Catalunya (PxC) de Josep Anglada en pobles com: Vic, Manresa o L’Hospitalet de Llobregat. I així podríem continuar enumerant ciutats, més o menys grans, que tinguen als seus ajuntaments representants d’algun dels partits minoritaris d’extrema dreta que cada quatre anys es presenten a les eleccions. Açò evidència que aquestos partits tenen el suport d’una part important de la població. Així podem veure el creixement d’aquestes organitzacions arreu d’Europa: Àustria, Dinamarca, Finlàndia, Hongria, Sèrbia i Suècia són alguns dels que tenen representants als seus parlaments nacionals, sense oblidar-nos de la Lliga Nord a Itàlia i el SVP de Suïssa, tots dos formant part de la coalició de govern.

Totes aquestes organitzacions s’autodefineixen com a democràtiques perquè, sinó com es presentarien a les eleccions?. La seua participació en aquestes serveix com a altaveu per la seua ideologia, així com per a finançar-se a través de l’Estat. Tot açò sense deixar de banda el seus principis basats en la discriminació i l’exaltació de l’autoritat. Però aquest és un discurs buit de continguts amb el qual pretenen aprofitar-se de l’actual conjuntura social i econòmica, que afavoreix la utilització de la demagògia i l’odi a la diferència. Açò permet descarregar la ràbia acumulada, després de tants abusos causats per aquest sistema injust i opressiu, contra les persones migrants. I és la justícia i les polítiques contra la immigració les que fomenten aquests comportaments xenòfobs, criminalitzant a les persones migrants i justificant la seua expulsió.

Molts dels seus dirigents són grans empresaris. Sobretot a España 2000 venen lligats a negocis tan “legítims” i “espanyols” com la tracta de blanques (prostitució). Jose Luís Roberto, líder del partit, va ser president de l’associació de “clubs d’alterne” on treballen de manera irregular moltes dones vingudes dels països de l’est, Amèrica Llatina, etc. Aquest tipus d’explotació laboral deixa entreveure la idea de “immigració legal” que tenen ells, és a dir; volen immigració que els servisca per als seus negocis. Volen, al cap i a la fi, noves esclaves que els empresaris espanyols puguen explotar quan els convinga. A més d’açò és el secretari de la patronal valenciana de seguretat i propietat entre d’altres, de l’empresa Levantina de Seguridad i de diferents negocis que comercialitzen amb roba militar.

Durant anys han anat guanyat força, aprofitant-se dels espais queel sistema els dóna. “Els cossos i forces de seguretat” de l’Estat, que actuen amb brutalitat contra moviments socials de tot tipus des de fa anys, estan plens d’individus que participen en aquestos partits feixistes. Són estranys els casos en els que la premsa o la resta de mitjans de comunicació es fan ressò de les agressions de l’extrema dreta, les quals es produeixen de forma reiterada contra persones migrants, moviments socials,etc. i són consentides per la justícia governamental. Fins i tot els partits minoritaris d’esquerres semblen haver oblidat la seua tasca contra aquestes agressions i discursos, ja que últimament treballen només per a augmentar la seua presència en les institucions de l’Estat.

Malgrat la seua màscara democràtica, mai oblidarem als companys i companyes que han patit, fins i tot mort, a les mans d’aquestos individus. Per açò no deixarem de combatre’ls allà on vagen, sense treva ni mitges tintes. Cada vot és una mostra de suport a un sistema que permet la intolerància, la violència indiscriminada, la segregació i l’odi racial a les seues institucions. Considerem que és important destacar que aquestes institucions no es poden considerar ni legítimes, ni representatives de la població.

Per Concloure; trencar amb les seues normes per
recuperar les nostres vides

Pel que realment apostem és per l’autogestió i la autoorganització de les nostres vides. Són molts anys de submissió al sistema, d’acomodament i aïllament social, propaganda política i mentires sobre la nostra llibertat per a decidir. I és ara més que mai, quan hem de recuperar el control de les nostres vides. Cal començar des de baix, des del principi, dotant-nos d’autonomia. Sabem que la transició fou una mentira, que el sistema ens discrimina i aïlla, ens explota. Sempre ens han venut que la democràcia és el tipus d’organització política més justa. Però hem de creure’ls també en açò? Perquè hauríem de col·laborar amb ell?

La gran diferència entre el vot i l’abstenció és que amb el primer es dóna legitimitat al sistema mitjançant la participació en ell. Així que la millor opció per seguir mantenint l’actual sistema és el vot. Cert és que resulta difícil el diferenciar entre una abstenció de caire polític i aquella que es dóna per desídia o indiferència. Hem de tindre present, doncs, que el sistema necessita de la nostra participació, no sols el dia de les eleccions, sinó també requereix de l’anomenada “participació ciutadana” per a legitimar-se. L’Estat democràtic es sustenta sobre l’obediència i submissió de la major part de la població, però també té la necessitat de que la ciutadania s’involucre, utilitzant els mecanismes donats pel propi sistema. És a dir, s’ha de tindre en compte que la maquinària política no actua per si mateixa, sinó que necessita de l’anomenada societat civil per a funcionar i desenvolupar-se. D’aquesta manera l’Estat es veu amb la possibilitat de fer veure que la població té una capacitat de decisió que en cap cas és real.

Les lleis que ens imposen l’Estat i el capitalisme són les seues regles i, si volem plantejar una lluita real per tal de recuperar el control de les nostres vides, no podem acceptar-les com a límit de les nostres lluites. L’Estat ja fa prou per tal de mantindre la pau social, el nostre paper és trencar amb ell i augmentar la conflictivitat sobrepassant allò que aquest pot assumir. Hem de fer saber als polítics i sindicalistes que no demanarem res, que resoldrem els nostres problemes i lluitarem per ser lliures. Hem de dir-los ben clar que no els necessitem i, sobre tot, que ningú ens representa.

No volem parlament, no volem representants i rebutgem l’autoritat, lluitem contra l’Estat i el capitalisme.

Publiació “Ara o Mai”

Des de València, contra tota explotació contra tota autoritat!

http://araomaivlc.wordpress.com

[TExtos] Ni evasión, ni escapismo, por una felicidad construida en libertad

Lo que hoy se practica bajo el nombre de fiesta es una de las opciones mayoritarias en esta sociedad para evadirse de una realidad aciaga y destruir, de paso, todo lo que pueda convertirnos en personas libres. Para empezar, toda la fiesta está dirigida al consumo de drogas (legales o ilegales), sobre todo alcohol y cannabis, pero también cocaína, speed, anfetaminas, drogas de diseño, alucinógenos, etc. Siendo, por lo general, el alcohol y el cannabis las puertas de entrada hacia el policonsumo de otras sustancias. No hay más que probar a “ir de fiesta” sin tomar ningún tipo de droga, ni siquiera alcohol; la mayoría de las personas encontrarán que la denominada fiesta no es para nada divertida.
Al estar todo dirigido hacia el consumo de drogas, la persona se encuentra con una percepción alterada de la realidad, por lo tanto, su conciencia se ve alterada. Esto es importante en tanto en cuanto es una forma de control: si la realidad no me gusta, en lugar de afrontarla y hacerme consciente de cómo funciona el mundo que me rodea para transformarlo (lo cual resultaría doloroso), altero mi conciencia tomando sustancias que, por un lado me hacen sentir placer o eliminan el displacer y, por otro, me alejan de esa realidad que no me gusta. Así, se puede soportar de nuevo otra semana más de explotación laboral, de pedagogía autoritaria, de control social, etc. Por otro lado se convierte en una práctica totalmente individualista, que nos aleja de las demás personas. No hay más que ver lo que es una discoteca: una enorme sala en la cual la gente se apelotona, pero la música está a un volumen tal que no se puede hablar si no es gritando, por lo tanto, las relaciones se reducen a bailar en solitario, a pesar de estar rodeade de gente. Es decir, por un lado se altera la percepción de la realidad, y, por el otro, las capacidades relacionales. En este estado, difícilmente podrán las personas identificar los problemas de esta sociedad y trabajar colectivamente para construir una sociedad nueva; además, como hemos dicho anteriormente, tampoco lo necesitarían ya que escapan durante el fin de semana de la realidad, liberando así toda la tensión que les pueda producir un mundo que no gusta a nadie y pudiendo afrontar otros cinco días más de realidad institucionalizada.
Sin embargo, abogar por la desaparición de la diversión sería absurdo, ya que el ser humano necesita divertirse. Por otro lado, si la diversión concebida tal y como se concibe hoy, es un potente instrumento de adormecimiento de masas, sería interesante redefinir el concepto de diversión convirtiéndola en algo autoconstruido, consciente, agradable, relacional, creativo y activo. Y, llegando a este punto, creado un nuevo concepto de diversión basado en una actividad creativa y consciente, surge otra cuestión: ¿Dónde está la línea que delimita a estas actividades de las actividades que consideramos “trabajo”? ¿Qué es, para nosotres, el trabajo y qué es la diversión?
Actualmente vivimos en una dinámica social en la que estos conceptos están claramente separados: lo que se conoce como trabajo es esclavitud asalariada, algo alienante, duro, sacrificado y muy poco gratificante; en contraposición a este concepto de “trabajo = esclavitud” aparece el concepto del “ocio” como tranquilidad, evasión y distensión, para poder, precisamente, continuar soportando lo insoportable. Sin embargo, ¿corresponde esta noción capitalista de “trabajo” al sentido que cobra el trabajo en el ámbito libre y consciente propio de una lucha libertaria? ¿o incluso al sentido que cobraría en una sociedad verdaderamente libre?
Nosotres, contraries a la alienación del individue, que luchamos y abogamos por la capacidad de auto-gobernarnos en el día a día, entendemos el trabajo como una actividad creativa y gratificante: a lo que se denomina trabajo nosotres lo llamamos esclavitud. Es este nuevo concepto de trabajo lo que realizamos en nuestra lucha del día a día. Un trabajo que, si bien conlleva momentos de mucho esfuerzo, agotadores y no exentos de frustración (en manifestaciones y piquetes, en toda lucha que emprendemos para combatir situaciones opresivas, injustas y totalmente indeseadas), también aporta momentos constructivos, edificantes y gratificantes (en cada acto que culmina con éxito, en cada jornada de encuentro que realizamos en la que compartimos nuestros conocimientos, nuestros intereses, nuestras inquietudes y nuestros posibles proyectos, etc.). En un entorno así, en el que el trabajo ya no es un antónimo obligado de la felicidad, ¿qué espacio merece ocupar el ocio, y la evasión?
Como anarquistas, consideramos la lucha por la libertad como parte de nuestra esencia, de nuestra propia vida. No la relegamos a un “hobby ocasional” con el que desahogarnos después del trabajo, ni tampoco la categorizamos como un “trabajo necesario, pero duro y fatigoso” del que necesitemos desconectar con jornadas intensivas de ocio despolitizado que nos haga la vida más llevadera.
Nuestra lucha, nuestras ideas, son algo nuestro, algo auto-construido e intrínseco a nosotres, algo que nos enriquece y nos hace crecer como personas: no queremos evadirnos de ellas sino permitir que se hagan cada vez más fuertes y ganen terreno al Estado. Por ello, en contraposición al ocio despolitizado y vacío de contenido, abogamos por la necesidad de aumentar los espacios de lucha, de libertad y creatividad. Espacios ideologizados que nos permitan seguir creciendo individual y socialmente. Consideramos que la felicidad ha de residir en esa libertad conquistada día a día y no en la evasión.
Es por esto que no queremos crear ni promover la ilusión de un ocio falsamente alternativo que siga reproduciendo los mismos esquemas del ocio capitalista, que siga siendo la diversión por la diversión y que no tenga en la práctica pretensiones más allá de la evasión y el desahogo. No queremos crear espacios de alienación y consumo que nos hagan más soportable la vida dentro de este sistema: queremos espacios de reflexión, conciencia y convivenciales que nos permitan avanzar en la lucha contra lo que nos oprime y por nuestra libertad y no nos cabe duda de que es en este marco de solidaridad, de creación y de conquista de nuestras libertades en el que encontramos y disfrutamos realmente de una verdadera felicidad, una solidaridad y una lucha que no consideramos en absoluto agotadora, sino liberadora y esperanzadora y de la que, por tanto, no queremos ni necesitamos evasión ni descanso.
Porque no necesitamos ocio cuando convertimos nuestra vida en algo creativo y gratificante, cuando ganamos terreno a la esclavitud.
Grupo Anarquista Pirexia

[Grecia] Incontrolable: Contribuciones a un Nihilismo Consciente.


Texto publicado en anarchistnews.org el 23 de mayo de 2011

“Athena: Hago solamente aquello que me es pedido. Pedidme la ciudad para trabajar en armonía y uniré a los esclavos y engordaré a sus amos. Así es como se forja la armonía del caos. Todos los que emigran y viven en las afueras de la justa Athena aceptarán este acuerdo, sea su ignorancia sobre este acuerdo sincera o falseada. Residir en mi ciudad requiere sumisión. Al igual que un toro que lleva el agua se somete a su yugo, así debe el ciudadano de la ciudad sujetarse a las leyes de la misma. Pero si os cansáis de esta situación, si el vino causa la enfermedad y las uvas se pudren en la vid. Alegremente destruiré aquello que me habéis pedido que criara. Pero todavía tengo que escuchar a cualquiera de vosotros, los mortales, los reyes y los rebeldes, pedirme que lleve a cabo esta tarea final:.. dejar que el Caos reine en los campos de Athena. Os falta el coraje para ver arder todo lo que os ofrece comodidad y abrigo. Hasta los más fuertes entre vosotros teméis el poderoso Caos y lo que él hará, al cual dejaré actuar libremente. Pero recuerda esto, joven alma, hago solamente aquello que me es pedido. Pídeme que te construya una ciudad y haré que funcione. Pídeme que acabe con la miseria de la ciudad y sólo tendré una opción: destruirla por completo.”

Eurípides, ATHENA POLIAS (Athena de la Ciudad), de las Tragedias Perdidas


En diciembre de 2008, un gran número de jóvenes atenienses descubrió algo terrible. Muchos de ellos tenían entre 13 y 19, cuando Alexis, a los 15 años de edad, recibió un disparo en el pecho y murió. Estos jóvenes, que sabían muy poco acerca de las asambleas anarquistas o sobre los métodos aceptables de lucha, pronto se inclinaron por la gente a la que veían quemar bancos, saquear tiendas, reventar los pedazos de mármol de las aceras de las calles, y lanzar fuego contra la Policía . Durante esos días nadie trató de detener su ira (que habían descubierto tener en demasía), excepto la Policía. Ellos sabían quién era el enemigo: los que trataban de detenerles.
Evidentemente, su capacidad para destruir dependía de la presencia de otros, creando en ellos un fuerte sentido de comunidad y poder de grupo que fue utilizado en contra de todo lo que les mantenía en orden, y creció mientras duró la insurrección. Cuando ésta terminó, cuando regresó la normalidad, estos jóvenes se mantuvieron alerta y conscientes de su poder, esperando la posibilidad de volver a usarlo.


En mayo de 2010, tres personas murieron en una sucursal del banco Marfin. Estaban encerrados por su jefe, temerosos de perder sus puestos de trabajo, cuando se lanzaron cócteles molotov en el interior que quemaron todo el bloque. Las muertes de estos simples empleados de un banco llevó a los anarquistas de Atenas a una crisis. Los medios de comunicación utilizaron las muertes como excusa y justificación para la represión. La sociedad se volvió contra los “asesinos” anarquistas. Junto con todo esto, los anarquistas se volvieron contra los anarquistas, en la búsqueda de una razón o una explicación o argumento para un acto tan horrible. De hecho, no había nada que encontrar. Algunos dijeron que los incendiarios eran grupos paraestatales, otros que había sido la Policía, otros dijeron que fue un accidente, y otros dijeron que estas muertes eran bajas aceptables en una guerra. Sólo algunos de los más “atentos” entre los anarquistas han visto lo que realmente sucedió: los jóvenes del 2008 habían quemado completamente un banco que había sido bloqueado por el patrón.


En mayo de 2011, los anarquistas de Atenas estaban inmersos en un auto-declarado momento crítico. Una de las razones más comunes fueron los días posteriores a la tragedia de Marfin Bank y las críticas internas, que no se habían detenido en un año. Otra razón fue la detención de los miembros de las nuevas guerrillas urbanas y la cantidad de apoyo necesario para los presos políticos, que han llegado a 40.
Ha habido muchas críticas a algunas de estas guerrillas, en especial a la campaña de cartas-bomba llevada a cabo por la Conspiración de las Células de Fuego. Se dijo que estas acciones eran inútiles y sólo ofrecían al Estado más ejemplos de terror anarquista para ofrecer al público. Dos anarquistas fueron arrestados y, más tarde, han asumido la responsabilidad por el envío de estas cartas bomba a varias embajadas extranjeras. Uno de los anarquistas detenidos tenía 22 años, uno de los jóvenes del 2008. Georgios Papandreou, el actual ministro griego del Gobierno, dijo lo siguiente acerca de estos jóvenes fuera de control: “Estos actos irresponsables y cobardes, no serán capaces de evitar nuestros enormes esfuerzos para restaurar nuestra credibilidad y reactivar nuestra economía”.


Estoy conectada a un amigo a través de alguna experiencia de elección, comprensión, o decisión que implique que el crecimiento de su poder sea el resultado del crecimiento del mío. Simétricamente, estoy conectada a un enemigo por elección, sólo que en este caso hay un desacuerdo. Para que mi poder crezca, necesito enfrentarme al suyo, necesito minimizar sus fuerzas.
–Virginia Wolff

La mayoría de las veces están en la línea de frente, preparados para tirar una bomba improvisada o un cóctel molotov, si tienen uno. Por lo general, no se contentan con piedras o palos. Cuando no ocurre nada, o la Policía está ausente, destruyen todo lo que les rodea: semáforos, kioscos, pequeñas tiendas, cualquier cosa. Algunas veces la gente intenta pararles, y a veces funciona. Recientemente, alguien trató de iniciar un incendio que fue rápidamente apagado por otros anarquistas. Mientras se desarrollan las asambleas en las ocupaciones, ellos están fuera provocando a la Policía, lanzando piedras y preparando trampas. Muchos de los anarquistas simplemente no los toman demasiado en serio. Algunos directamente los desprecian, diciendo que “no quieren tener nada que ver con el movimiento anarquista” por culpa de ellos. Estos jóvenes del 2008 se identifican como anarquistas, pero hay muchos otros anarquistas que rápidamente dicen que no tienen “calificación” para hacerlo.


El reciente ataque a una comisaría de policía en Exarchia trajo más críticas. Durante el ataque, una motocicleta se incendió y explotó en el momento en que un vendedor de un mercado de calle cercano trataba de extinguir el fuego. Al día siguiente, los periódicos estaban repletos de titulares diciendo que “los encapuchados” estaban quemando a la gente pobre. Esta acción se llevó a cabo en un mal momento: los fascistas habían celebrado recientemente una concentración frente al edificio del Banco Marfin, que había sido quemado un año antes, en un intento de capitalizar la ira popular y la desconfianza hacia los anarquistas. Después de que un ciudadano griego fuera asesinado, los fascistas proclamaban que los asesinos habían sido inmigrantes y rápidamente movilizaron a cientos de personas, preparando un pogromo racista que continúa hasta hoy. El ataque a la comisaría de policía se produjo en este período de tensión, y fue visto por algunos como un intento de atacar directamente a la misma Policía que había protegido a los fascistas mientras aterrorizaban el centro de Atenas. Dado el mal momento en que se produjo la lesión accidental del vendedor ambulante, algunos anarquistas rápidamente condenaron el ataque. El periódico de derecha Kathemerini ha citado a algunos residentes de Exarchia que dijeron que los “verdaderos anarquistas” nunca harían algo así.

Este ataque ha salido de Exarchia. Cientos de anarquistas paran por la plaza Exarchia, bebiendo, fumando y hablando. Muchos de los chavales del 2008 pasan sus noches aquí. Es aquí donde la información, las ideas y acciones planeadas rápidamente circulan como un reguero de pólvora entre los anarquistas. Estos jóvenes que paran por la plaza puede que no sean los mismos que mantienen el parque okupado de Exarchia, pero ciertamente lo frecuentan y lo defenderían de la Policía sin dudar. Aún así estos mismos jóvenes que suelen estar en primera línea de cualquier conflicto son los más despreciados por los anarquistas atenienses. Sus acciones no son perfectas, actúan irracionalmente, y tienden a tirar a la basura hasta los planes de los anarquistas.



Recientemente, mientras los anarquistas estaban haciendo su asamblea semanal en la Universidad Politécnica, estos jóvenes del 2008 atacaron a grupos de estudiantes marxistas que habían participado en las elecciones estudiantiles. Atacar las elecciones universitarias había sido una práctica común, pero hoy en día ya no lo es para los anarquistas, y ahora la tradición se mantiene sólo gracias a estos chavales. Los marxistas han cerrado las puertas de la universidad, algo que normalmente sólo se hace en defensa de los ataques de la Policía. Los anarquistas en la asamblea se precipitaron al exterior para ver de dónde venían las fuertes explosiones y gritos, para encontrar un gran grupo de marxistas defendiéndose de otros anarquistas. Una vez más, la mayoría dijo que este ataque era ridículo, con poca visión, y hecho en un mal momento, ya que los fascistas estaban en las calles atacando inmigrantes. Pero los jóvenes salvajes que atacaron las elecciones universitarias sólo sabían una cosa: la democracia apesta.


La historia es una pesadilla de la que trato de despertar. 

– Iggy Pop

Se ha hablado mucho sobre canibalismo social en Atenas, es decir, el cuerpo social devorándose a sí mismo. Proxenetas inmigrantes vendiendo a sus prostitutas inmigrantes a ricos hombres griegos; camellos griegos vendiendo sus drogas a yonkies griegos; los policías de Atenas enfrentándose entre ellos mismos; los ciudadanos atacando a los políticos; los anarquistas atacándose entre sí; los fascistas atacando a anarquistas. La guerra de todos contra todos. El caos. Ésta es la famosa imagen de Atenas siendo destruida por Athena, su diosa patrona.
Los medios de comunicación y el gobierno tienen un claro interés en promover esta idea de la descomposición social, porque al final, si las cosas se ponen realmente mal, es el Estado el que vendrá y restablecerá el orden. Al menos éste es el guión esperado. Sin embargo, algo diferente está pasando aquí en Grecia. La sociedad está realmente cayéndose a pedazos, más rápido de lo que por lo general cae en cualquier gran ciudad. Nadie tiene dinero, el gobierno ha decidido obtener otro préstamo de la troika, y todo el mundo es consciente del problema. La forma que adopta el problema es diferente dependiendo de con quién se hable: los fascistas dicen que el problema son los inmigrantes y la izquierda política; los políticos dicen que es la irresponsabilidad de las personas que no pagan sus impuestos, se niegan a pagar los peajes, y se niegan a permitir la construcción de vertederos en sus pueblos; los anarquistas dicen que el problema es el capitalismo y el Estado. La resonancia que estas fuerzas encuentran a sus ideas varía en las diferentes partes de Atenas.

Por ejemplo, en el centro, hay muchos crímenes antisociales, algunos de los cuales son practicados por inmigrantes, y algunos por griegos pobres. Una vez se produjo el asesinato de un griego en el centro de Atenas – del cual se intentó sacar provecho desde un principio – los fascistas encontraron el apoyo de gran parte del barrio a su teoría de que el problema estaba en los inmigrantes. En el mismo barrio también hay anarquistas, mayoritariamente centrados al rededor del centro social ocupado Villa Amalia.

Desde que comenzó el pogromo, los anarquistas se convirtieron en un aliado natural y muchos inmigrantes se mantuvieron cerca de Villa Amalia, no sólo por protección, sino también para encontrar amigos en un territorio hostil. Estos inmigrantes, que viven una vida precaria bajo el capitalismo, siempre han sido víctimas del canibalismo social y un recurso para pequeñas empresas capitalistas sólo para sobrevivir. Ahora están siendo demonizados y perseguidos, su esperanza de integración en el capitalismo griego se destruye por completo.

Estas fuerzas están acercando a los dos colectivos: inmigrantes extranjeros y anarquistas.

En el cuarto día del pogromo, los anarquistas y los inmigrantes habían recuperado el área alrededor de Villa Amalia. Música y proclamas eran gritadas a la calle a través de un altavoz. La asamblea semanal de Villa Amalia se anunció en el barrio y atrajo a decenas de no-anarquistas para discutir qué hacer durante este período de tensión. Los niños jugaban a fútbol, las familias paseaban arriba y abajo, y desapareció el temor que se había apoderado de la zona. Sin embargo, a pocas cuadras de la ocupa, el pogromo continuaba.


Hay algunos antagonismos que jamás se reconciliarán: los fascistas y la policía jamás se reconciliarán con los anarquistas y los inmigrantes. Hubo innumerables ejemplos (además de los anteriores) de los anarquistas y los inmigrantes en Atenas superando sus hostilidades y encontrando un terreno común. Hasta hacía poco, no había habido muchos momentos de coincidencia entre los dos grupos. Ahora hay otro antagonismo que apareció en primera línea, pero este antagonismo es entre anarquistas y anarquistas.


La negación de lo que existe para el beneficio del futuro que no existe

– Charles Darwin

El 18 de mayo de 2011 la Policía se acercó a dos personas que estaban de pie al lado de una motocicleta en el norte de Atenas. Uno de los hombres sacó un arma y comenzó a disparar contra los agentes, hiriendo a los dos. Los policías pudieron devolver los disparos, defendiéndose e hiriendo al atacante. El compañero del atacante logró escapar en el coche patrulla de la Policía que fue encontrado, más tarde, abandonado. El herido fue trasladado al hospital, donde dio un nombre falso. El 20 de mayo se supo que este hombre era un estudiante de 21 años, llamado Teophilus Mavropoulos. Se dijo que formaba parte de la Conspiración de las Células de Fuego. En diciembre de 2008, tenía 18 años.

La Conspiración reclama que sus integrantes son anarco-individualistas-nihilistas. Han criticado repetidamente al pueblo griego por ser demasiado cobarde, pasivo y ciego. Le echan la culpa al pueblo por su propia miseria, ya que éste es demasiado estúpido para cambiar su propia situación. La Conspiración es también crítica con la escena anarquista tradicional y con las limitaciones que se impone a sí misma al permanecer aferrada a las fórmulas ineficaces de siempre. Abogan por la creación de pequeñas células armadas federadas de manera informal a través de Grecia y en el mundo, células que atacan directamente a los símbolos y los mecanismos del poder autoritario. En general, no hablan con firmeza y con convicción acerca de la creación de cualquier otra cosa. Por otro lado son críticos con todo.



El nihilismo de la Conspiración es un reflejo del nihilismo creciente entre la juventud del 2008. Estos jóvenes no sólo han vivido y han sido testigos del colapso del sistema capitalista global, sino que también han sido testigos y han participado en la resistencia a ese sistema que ha fallado. Hay mucha gente de los años setenta que le puede decir a los jóvenes la forma correcta de luchar, pero para ellos, los viejos han fracasado, como todos los demás. Cuando estos jóvenes tratan de expresar su desesperación y la voluntad para actuar, suelen ser silenciados, callados, o ridiculizados por los anarquistas que tienen una relación más estrecha con las viejas tradiciones de lucha. El resultado de todo esto fue que la juventud saltó fuera de los centros de la conciencia del movimiento, prefiriendo permanecer en la periferia, donde son libres de hacer lo que quieran. Algunos de ellos rompieron por completo, como lo demuestra la Conspiración. 

Hay algunos guerrilleros y militantes que tienen la aceptación general y la admiración de la escena anarquista: los “ladrones de negro”, Lucha Revolucionaria, y Vassilis Palaeokostas, por nombrar unos pocos. Palaeokostas es conocido internacionalmente por ser el hombre que escapó de la cárcel en helicóptero. Estas personas, a pesar de su valor, siempre han mantenido sus vínculos teóricos con las escenas tradicionales autónomas y anarquistas. Creen en la revolución social y el potencial infinito de la población de rebelarse. Aunque por lo general comparten los mismos objetivos con los nihilistas (la destrucción del orden mundial y sus agentes), en varias ocasiones se han distanciado de ellos públicamente. La guerrilla y otros militantes tienen una esperanza y confianza en las personas que no comparten los nihilistas. Los nihilistas son los pocos que, invocando a Eurípides, han pedido a Athena que destruya la ciudad por completo. Pero están solos, empujados e ignorados por la mayoría de los otros anarquistas. En su aislamiento, los más decididos de ellos han desconectado completamente del medio del que venían y los están pillando poco a poco, uno a uno. Mientras están en la cárcel, la ciudad persiste.



Nada es verdad, todo está permitido

– Hillary Clinton

El actual nihilismo de la juventud no aparece de la nada. Es un reflejo del fracaso total tanto del capitalismo como de la resistencia. Muchos no ven alternativa y no quieren otra cosa que la completa destrucción de la bestia y de lo que la alimenta: la ciudad. Exponer estas perspectivas es muy difícil. Para las personas que quieren un cambio social, un cambio radical, la destrucción total suena tan loca como parece. El diciembre del 2008 pudo haber tenido la ayuda de actores conscientes que cuidadosamente seleccionaban los objetivos, pero los impulsos destructivos de todos los que participaron fueron de carácter general. Estos impulsos pueden haber sido formulados o canalizados por las diferentes ideologías cuando la insurrección hubo terminado, pero en su auge eran incontrolables. 

La primera explosión del mismo fuego que se extendió por el norte de África, tal como en 2008 fue la emergencia de algo nuevo. No fue el comunismo, anarquismo, o democracia. Fue el deseo de librarse de todo. En Egipto, este deseo fue canalizado a través de los partidos democráticos que han asesinado la energía, dejando al país en una dictadura militar. En Grecia, este deseo se ha canalizado de nuevo en los sindicatos, partidos políticos e ideologías. Lo que ha sustentado cada insurrección, lo que la mantuvo en su auge de cólera, fue la total ausencia de una mano guía. Tan pronto alguien tomó el control, tan pronto alguien prometió un futuro mejor, que ese futuro rápidamente ha llegado, igual a todos los días anteriores.


Hay un temor entre los anarquistas, en Grecia y a nivel internacional: el compromiso con los objetivos de su propuesta. El abismo de la libertad es aterrador. Sin la Policía, habría una guerra civil entre los diferentes grupos y sería peor que la lucha entre los anarquistas, los fascistas y los inmigrantes que vemos hoy. Sin la ciudad, la red y la infraestructura, habría una hambruna masiva y violencia. Es utópico imaginar a los trabajadores tomando las centrales eléctricas y el sistema de abastecimiento de agua o a la población reapropiándose de los recursos de la ciudad y poniéndolos a disposición de un mejor uso. Pero como la Bastilla, la ciudad de Atenas siempre mantendrá la finalidad para la cual fue construida. La Bastilla fue construida para ser una prisión, nada más. Atenas fue construida para dar cobijo a sus trabajadores y a sus amos. Mantuvo este carácter durante miles de años. Si el capitalismo desapareciera, el propósito de la ciudad desaparecería con él.

Es aterrador hacer frente a este hecho, y la mayoría retrocede a pre-existentes formas de lucha que al final no suman más que aceptación resignada y derrota permanente. Las mismas formas se pueden repetir, las mismas escenas y los mismos rituales pueden ser replicados, pero no funcionarán de repente cuando nunca lo han hecho. Es el miedo lo que aparta a la gente de la conclusión de que el proyecto más importante que nos ha sido dejado es la destrucción de lo que el capitalismo ha creado. ¿Quién quiere destruir el lugar donde vive? ¿Quién quiere caer en el caos sin poder prometerse a sí mismo y a sus amigos que algo mejor vendrá? No puede haber promesas en el futuro. Todas las promesas se convierten en mentiras, el engañado se convierte en el engañador, y la miseria actual persiste.

Los nihilistas y nuestros jóvenes no deben ser eliminados o llevados a la desesperación. Son parte de nuestros mundos anarquistas y reflejan algo que es al mismo tiempo nuevo y terriblemente viejo. Si no les escuchamos, actuarán independientemente de nuestra aprobación o reconocimiento. Si tratamos de controlarlos, no seremos para ellos nada más que extensiones del sistema que quieren destruir. Quizás haya más verdad en esto de lo que podemos imaginar. Tal vez seamos unos simples cobardes, esperando nuestro turno hasta que los héroes perfectos nos vengan a salvar, a prometer un futuro, a actuar primero para que después los podamos seguir.

Como anarquistas, sabemos que la destrucción del capitalismo es necesaria, pero ahora que el capitalismo se ha integrado tan profundamente en nuestras vidas, este conocimiento es aún más aterrador. Nos retiramos a los ochenta y noventa, a los dos mil, siempre aferrados al pequeño pedazo de la historia en el que nos mantuvimos, atrapados por las formas de ideas que no han cambiado.



Yo no quiero abandonar el anarquismo. De hecho, quiero difundir las ideas lo más lejos posible. Quiero que la gente recuerde los métodos y tácticas de los que vinieron antes que nosotros, quiero que la gente no utilice estos métodos sólo contra nuestros enemigos, sino que al hacerlo también sepan que no estamos construyendo un mundo mejor, ni lo prometemos. El anarquismo no trata de alcanzar la sociedad perfecta, que ponga fin a la población recientemente esclavizada, trata de crear el mundo que queremos ahora, para nosotros. Es necesario destruir lo que queremos y no tener miedo de lo que sucederá.

Promover la destrucción del capitalismo en el año 2011 es promover el nihilismo. Destruir el capitalismo es destruir todo lo que ha creado, y, honestamente, esta tarea se ve como nihilista por aquellos que han invertido algo en este mundo. Así que abogo por un nihilismo consciente, un nihilismo que no es una reacción a los padres anarquistas de las asambleas, a la demonización de los medios de comunicación, o a la indiferencia de la población. El nihilismo que defiendo se opone a todos aquellos que quieren gestionar el potencial del presente, y no a las personas que son manejadas. Nuestro enemigo no es la sociedad, nuestro enemigo son las personas que crean y mantienen la sociedad.

Este nihilismo consciente comienza con la simple idea de estar en contra de este mundo. Lo que viene después, un compromiso de estar en contra de este mundo, un compromiso que se materializa en la acción y no en el discurso, es la parte más difícil. Organizar conscientemente la destrucción de todo, más que atropellar o señalar a todo el mundo, es la tarea del nihilismo consciente. Debemos preguntarnos si queremos esperar, hacernos viejos, y existir en el mundo que despreciamos, o dar un salto en el abismo. Otros saltaron al abismo y ahora están cayendo. Es hora de llegar a nuestros jóvenes amigos, unirse a ellos en su salto y acordarnos de que no estamos solos cuando tenemos estos pensamientos locos, nihilistas.

Athena destruirá la ciudad si se lo pedimos. En la mitología, Atenea siempre ha ayudado a aquellos que tenían una tarea por completar. Y como Vassilis Palaeokostas escribió en la clandestinidad: “La suerte es mujer y se ocupa de los audaces.”



[Debat] Al Diablo con el trabajo, la vivienda y el futuro

“El futuro es una trampa de los políticos, así como el pasado un invento de los curas más crueles”.
Hospital Psiquiátrico de Murcia. Declaración de un esquizofrénico.

Una sensibilidad anti-capitalista no puede entusiasmarse ante las demandas de “Juventud Sin Futuro”. Pedían TRABAJO, vale decir “alienación laboral”, consentimiento en la extracción de la plusvalía, “presidio industrial”, en expresión de Bakunin. Exigían VIVIENDA, ese “ataúd con ventanas”, como lo definió Baudelaire, que nos ata a un lugar homívoro y a un oficio prostituido. Reclamaban FUTURO, cuando, en la realidad de este mundo, solo hay porvenir si se siguen, aunque sea de manera revoltosa, las “instrucciones de uso de la vida”, si se acata la prescripción (necesariamente vil, degradante) de un “modo de empleo de nuestras jornadas”, por recordar un título de Georges Perec.

“Democracia Real Ya” ha tenido un éxito provisional gracias a sus ambigüedades y a una hábil explotación de la racionalidad política moderna. Me recuerda todas las miserias de la “Otra Campaña” Zapatista: abogar por una convergencia de los descontentos que ignora la fisura radical, la fractura absoluta, que separa a unos disconformes de otros.

Porque existen los odiadores del Trabajo, de la Casa y del Futuro ofertado; y apenas caben en un movimiento como “Democracia Real Ya”. Los que entraron, saldrán precipitadamente,

Existen los enemigos de la Democracia Liberal, de la Democracia Representativa, de la Democracia de Partidos, gentes que sueñan con la Democracia Directa, asamblearia, tal la que se ha dado y en cierta medida se sigue dando en determinados pueblos indígenas de América Latina, África, Asia y los Círculos Polares. Democracia Directa que también se conoció en nuestro país, en el entorno de lo que hemos nombrado “mundo rural marginal”. Pronto empezarán a abandonar el movimiento, pues lo valorarán reo de la demagogia “democratista”.

Existen los adversarios de un “Estado de Derecho” que, desde sus orígenes, oculta una guillotina en su trastienda; adversarios de esta “farsa sangrienta”, en el decir viejo de Anatole France y más reciente de Emil Ciorán, ficción celebrada sin descanso por nuestros media, adocenados y sobornados. No podrán soportar la inflación “ciudadanista” del nuevo discurso, pseudo-contestatario.

Y existen los detestadores del hiato social, de la explotación de clase, de una subordinación económica que se nutre precisamente de aquel anhelo (inducido) de empleo, casa y futuro. Abandonarán una plataforma que habla de política y de economía, pero que rehuye el problema estructural de la dominación social, de la antítesis Capital-Trabajo.

Todas estas gentes no pueden congeniar con el espíritu de “Democracia Real Ya”, un movimiento que, por su índole “populista” (aunque se trate de un populismo de la desafección y hasta de un populismo del resentimiento), va a desembocar, sin remedio, en las playas de la aceptación de lo dado, de una propuesta de optimización de la democracia falsaria, de reforma de lo Establecido, una vacuna que el Sistema acepta de sus contradictores disminuidos para inmunizarse a la crítica radical y, de paso, fagocitarlos. No le costará mucho a la Institución asimilar un engendro que, en su discurso central, hiede a regeneración de la socialdemocracia y revitalización de la sociedad civil, con un anverso polemista y un revés mendicante…

Frente a los que demandan Empleo (esclavitud), Vivienda (cadena) y Futuro (automatismo existencial), están los aspirantes a la autonomía y a la libertad personal, estigmatizados y casi perseguidos por lo que Horkheimer llamó “la policía social anónima”, tachados de “perdedores”, “inadaptados” o “anti-sistema”. Siendo verdad que a estos insumisos de fondo, de quienes se sentiría “compañero” Diógenes de Sínope, no les irá muy bien en la vida, no me cabe duda de que a los otros, a los simuladores de la confrontación y de la rebeldía, les irá peor -muchos de ellos “triunfarán”, se instalarán, serán aplaudidos, morirán neciamente sus vidas y conquistarán las cimas de lo que el mundo antiguo llamó “idiotismo”.

Texto de Pedro García Olivo incluido en el fanzine¡Enrabiaos!, algunos apuntes sobre la #spanishrevolution.

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[Textos] Algunas Notas sobre Anarquismo Insurreccional

El anarquismo insurreccionalista no es una solución ideológica a todos los problemas sociales, no es un artículo del mercado capitalista de las ideologías y opiniones, sino una praxis continua que tiene como objetivo acabar con la dominación del Estado y la continuidad del capitalismo, y que requiere para avanzar del análisis y la discusión. No buscamos una sociedad ideal u ofrecer una imagen de utopía para consumo público. A lo largo de la historia, la mayoría de l@s anarquistas, excepto aquell@s que creen que la sociedad puede evolucionar hasta el punto de dejar al estado al margen, han sido anarquistas insurreccionalistas. De una forma más simple, esto quiere decir que creemos que el estado no va simplemente a desaparecer, por lo que l@s anarquistas deben atacarle para que sea derrotado; lo que se necesita es un amotinamiento expansivo y la propagación de la subversión entre l@s explotad@s y excluid@s. En este texto aclaramos algunas ideas que nosotr@s y otr@s anarquistas insurreccionalistas hemos trazado a partir de este problema general: si el Estado no va a desaparecer por sí mismo, ¿cómo podemos entonces acabar con su existencia? Es por consiguiente, en primer lugar una práctica enfocada a la organización del ataque. Estas notas no son un producto cerrado o finalizado; esperamos que sean parte de una discusión continua por lo que serán bienvenidas las respuestas. La mayoría de estos apuntes proceden de números antiguos de la revista Insurrection y de panfletos de Elephant Editions.

1. EL ESTADO NO VA A DESAPARECER; DEBEMOS ATACAR

  • El estado del capital no va a “esfumarse”, como parece ser que much@s anarquistas creen al no sólo atrincherarse en posiciones abstractas de “espera”, sino incluso posicionándose claramente en contra de los actos de aquell@s para quienes la creación de un nuevo mundo depende de la destrucción del viejo. El ataque es el rechazo a la mediación, al apaciguamiento, al sacrificio, a la acomodación y a la transigencia.
  • Es a través de la acción y de aprender a actuar, y no de la propaganda, como abriremos camino hacia la insurrección, a pesar de que la propaganda tenga un papel importante en la clarificación de cómo actuamos. Esperar sólo enseña a esperar; actuando un@ aprende a actuar.
  • La fuerza de una insurrección es social, no militar. La medida para evaluar la importancia de una revuelta generalizada no es la clase armada, sino por el contrario la dimensión de la parálisis de la economía, de la normalidad.

2. AUTO-ACTIVIDAD versus revuelta dirigida: de la insurrección a la revuelta.

  • Como anarquistas, la revolución es nuestro punto constante de referencia. Precisamente porque es un evento concreto, debe ser construido diariamente a través de un gran número de modestos intentos que no tienen todas las características liberadoras de una revolución social en un sentido estricto. Estos intentos modestos son insurrecciones. En ellos, el alzamiento de la mayor parte de l@s explotad@s y excluid@s de la sociedad y las minorías sensibilizadas políticamente abre el camino hacia que una posible implicación de estratos cada vez más amplios de explotad@s genere un flujo de rebelión que pueda conducir a la revolución.
  • Las luchas deben desarrollarse, tanto a largo plazo como intermedio. Es necesario el planteamiento de estrategias claras para permitir así la utilización de métodos diferentes de una manera coordinada y productiva.
  • Acción autónoma: la autogestión de la lucha significa que aquell@s que luchan son autónom@s en la toma de decisiones y en sus actos; justamente lo opuesto a una organización de síntesis que siempre intenta tomar el control de la lucha. Las luchas sintetizadas dentro de una única organización que las controle son fácilmente integradas dentro de las estructuras de poder de la sociedad actual. Las luchas auto-organizadas son por naturaleza incontrolables cuando se esparcen a través del contorno social.

3. DESCONTROLABILIDAD versus revuelta controlada: la propagación del ataque.

  • Nunca es posible conocer el resultado de una lucha concreta por adelantado. Incluso una lucha parcial puede llegar a tener las consecuencias más inesperadas. El camino desde varias insurrecciones que puedan tener lugar -parciales y específicas- hasta la revolución, no puede estar garantizado de antemano por ninguna estrategia a seguir.
  • Lo que el sistema teme no son estos actos de sabotaje en sí mismos, si no que se extiendan socialmente. Cada individu@ proletarizad@ que dispone incluso de los métodos más modestos puede alcanzar sus objetivos, sol@ o junto a otr@s. Es materialmente imposible para el Estado y el capital vigilar el aparato de control que opera sobre todo el territorio social. Cualquiera que quiera realmente combatir las redes del control, puede llevar a cabo su propia contribución teórica y práctica. La aparición de los primeros eslabones rotos coincide con la propagación de los actos de sabotaje. La práctica anónima de la auto liberación social puede expandirse hacia todos los campos, rompiendo así los códigos de prevención introducidos en su lugar por el poder.
  • Las pequeñas acciones, por consiguiente, fácilmente reproducibles, requieren de métodos no sofisticados al alcance de cualquiera, son por su simplicidad y espontaneidad incontrolables. Por ello se mofan incluso de los desarrollos tecnológicos más avanzados de la contra-insurgencia.

4. CONFLICTIVIDAD PERMANENTE versus mediación con las fuerzas institucionales.

  • La conflictividad debe verse como un elemento permanente en la lucha contra aquell@s que tienen el poder. Una lucha que pierda este elemento termina empujándonos hacia la mediación con las instituciones, creciendo acostumbrad@s al hábito de delegar y creyendo en una emancipación ilusoria consumada por decreto parlamentario, hasta el punto de llegar a participar activamente en nuestra propia explotación.
  • Deberían quizá ser razones individuales las que nos hicieran dudar sobre el intento de alcanzar nuestros propios objetivos con métodos violentos. Pero cuando la no violencia viene a ser elevada al nivel de principio de no violencia y la realidad está dividida entre “buenos” y “malos”, los argumentos dejan de tener valor, y todo se ve en términos de sumisión y obediencia. Los dirigentes del movimiento anti-globalización, a través del distanciamiento y denunciando a otr@s, han dejado claro una cuestión: que entienden sus principios como una demanda de poder sobre el movimiento como un todo.

5. ILEGALIDAD; la insurrección no es solamente robar bancos.

  • El anarquismo insureccionalista no es una ética de la supervivencia: tod@s sobrevivimos de varias formas, a menudo en compromiso con el capital, dependiendo de nuestra clase social, nuestro talento o nuestros gustos. Naturalmente no nos oponemos al uso de métodos ilegales para liberarnos de las cadenas del trabajo asalariado para así vivir y poder realizar nuestros proyectos, no obstante no divinizamos la ilegalidad ni la transformamos en algún tipo de religión con sus mártires; es simplemente un método y a menudo un método adecuado.

6. ORGANIZACIÓN INFORMAL; sin revolucionari@s o activistas profesionales, sin organizaciones permanentes.

De los partidos/sindicatos a la autoorganización:

  • Dentro del movimiento revolucionario existen diferencias muy profundas: la tendencia anarquista hacia la calidad de la lucha y su autoorganización y la tendencia autoritaria hacia la cantidad y la centralización.
  • La organización se emplea para tareas concretas: por ello estamos en contra de los partidos, sindicatos y de las organizaciones permanentes, todos ellos actúan para sintetizar la lucha y convertirla en elementos de integración para el capital y el Estado. Su fin pasa a ser su propia existencia, en el peor de los casos primero construyen la organización y después encuentran o crean la lucha. Nuestra tarea es actuar; la organización es sólo un método. Por ello nos oponemos a la delegación de la acción o de la práctica a una organización: necesitamos generalizar la acción que nos dirija hacia la insurrección, no controlar las luchas. La organización no debe servir para la defensa de ciertos intereses, sino para atacar ciertos intereses.
  • La organización informal se basa en un número de compañer@s unid@s por la afinidad; su elemento propulsor es siempre la acción. Cuanto mayor sea el número de problemas, est@s compañer@s los enfrentarán como una unidad, aumentando así su afinidad. Sabemos que la organización real, la capacidad efectiva de actuar junt@s, sabiendo donde encontrar al otr@, analizando y estudiando los problemas junt@s, pasando a la acción, todo tiene lugar en función de la afinidad alcanzada y no tiene nada que ver con programas, plataformas, banderas o partidos más o menos camuflados.La organización anarquista informal es por lo tanto una organización singular que se aglutina entorno a una afinidad común.

La minoría anarquista y l@s explotad@s y excluid@s:

  • Nosotro@s somos l@s explotad@s y excluid@s, y por eso nuestra labor es actuar. Aunque algun@s critiquen que toda acción que no es parte de un movimiento social visible y amplio sea “actuar en nombre del proletariado”. Por ello, aconsejan analizar y esperar, en lugar de actuar. Supuestamente, nosotr@s no somos explotad@s al lado de explotad@s; nuestros deseos, nuestra rabia y nuestra impotencia no son parte de la lucha de clases. Esto no es más que otra separación ideológica entre los explotad@s y l@s subversiv@s.
  • La minoría anarquista activa no es esclava de los números sino que continúa actuando contra el poder incluso cuando el conflicto de clases se encuentra a un bajo nivel dentro de l@s explotad@s de la sociedad. La acción anarquista no debe en consecuencia aspirar a organizar y proteger al conjunto de la clase explotada, en una amplia organización para presenciar la lucha desde el principio hasta el final, sino que debería identificar los aspectos individuales de la lucha y tenerlos en cuenta en sus conclusiones de ataque. También, debemos alejarnos de la imagen estereotipada de las grandes luchas de masas y del concepto del crecimiento infinito de un movimiento que está para dominar y controlarlo todo.
  • La relación con la multitud de explotad@s y excluid@s, no puede ser estructurada como algo que debe resistir el paso del tiempo, es decir basarse en el crecimiento sin fin y en la resistencia contra el ataque de los explotadores. Debe tener una dimensión específica más reducida, una que sea decididamente una relación de ataque y no de retaguardia.
  • Podemos comenzar a construir nuestra lucha de tal manera que las condiciones de la revuelta puedan emerger y el conflicto latente pueda desarrollarse y sacarse hacia el exterior. De esta manera se establece un contacto entre la minoría anarquista y la situación específica donde puede desarrollarse la lucha.

7. LO INDIVIDUAL Y LO SOCIAL: individualismo y comunismo, un falso problema.

  • Tomamos lo mejor del individualismo y lo mejor del comunismo.
  • La insurrección comienza con el deseo de l@s individuos de romper con las circunstancias forzadas y reguladas, el deseo de reapropiar la capacidad de crear nuestra propia vida como creamos adecuado. Esto requiere que venzan la separación existente entre ellos y sus condiciones de existencia. En el lugar donde un@s poc@s, l@s privilegiad@s controlen las condiciones de existencia, no será posible para la mayoría de l@s individu@s decidir realmente su existencia en base a sus decisiones. La individualidad sólo puede proliferar donde la paridad de acceso a a las condiciones de existencia son una realidad social. Esta igualdad de acceso es el comunismo; lo que l@s individuos hacen con ese acceso está limitado por ell@s mism@s y por aquell@s que le rodean. De tal manera que no hay igualdad o identidad de l@s individu@s implícita en el comunismo verdadero. Lo que nos fuerza a buscar una identidad o la igualdad son los roles sociales impuestos por el sistema actual. No hay contradicciones entre individualidad y comunismo.

8. NOSOTR@S SOMOS L@S EXPLOTAD@S, somos la contradicción: no es tiempo de esperar.

  • Ciertamente el capitalismo contiene profundas contradicciones que lo empujan hacia metodologías de adaptación y evolución, dirigidas hacia la evasión de las crisis periódicas que le afligen; pero no podemos permanecer pasiv@s en espera de esas crisis. Cuando ocurran serán bienvenidas si favorecen el proceso insureccional. Como explotad@s, sin embargo, somos la principal contradicción del capitalismo. Por ello cualquier momento es siempre el adecuado para la insurrección, precisamente por ello podemos percibir que la humanidad podría haber acabado con la existencia del estado en cualquier momento de su historia. Una ruptura en la reproducción continua de este sistema de explotación y opresión ha sido siempre posible.

[Debat] El sindicalismo del futuro

Rojo y Negro

Las cuestiones fundamentales a plantearse son:

  • ¿El sindicalismo (lucha reivindicativo-económica) tiene futuro (posibilidad de éxito)?
  • Los sindicatos ¿siguen siendo órganos de la clase obrera?
  • El balance de la participación anarquista en los sindicatos ¿ha sido positivo para el anarquismo?
  • ¿Los sindicatos son (pueden ser) instrumentos para la revolución social?
  • Marginalmente, ¿estamos en una fase del sistema que permite el sueño revolucionario o hemos entrado en una fase de larga duración comparable a la Edad Media europea, durante la que sólo puede esperarse sumisión y revueltas aisladas sin futuro alguno? (¿estamos en un sistema que se alimenta de su propia crisis?)

1. La lucha económica

La primera cuestión es fundamental. Planteémosla con claridad: ¿el sistema permite la conquista de nuevas mejoras económico-sociales perdurables? o sea, ¿puede el proletariado obtener mejoras económicas y de calidad de vida sin necesidad de cambiar de modelo social? Evidentemente, si la respuesta es positiva, la revolución social no sólo no es necesaria, sino que se convierte en una aberración psicópata; si la respuesta es negativa, toda lucha sindical está abocada al fracaso y nuestro trabajo en los sindicatos sólo serviría para remachar los grillos que mantienen sujeto al esclavo.

A este respecto, hay dos datos (hechos, no ideas) que deben hacernos reflexionar:

a) ¿Cuando fue la última vez que se logró un victoria sindical? Y no pregunto por lograr que la “autoridad laboral” sancione a algún empresario hooligan, que se haya logrado la readmisión de algún despedido o que, en la negociación de algún convenio (o de un ERE), hayamos logrado que, en vez de quitarnos 5, nos quiten 4. La pregunta es: desde la obtención de la jornada de 8 horas, ¿qué mejoras en la vida de los trabajadores (del conjunto de la clase) han resultado producto de la lucha sindical y no de las propias necesidades del mercado?

b) Hubo una época en que la obsesión de los empresarios era la expansión (la conquista de nuevos mercados); desde hace muchos años, sólo tienen una obsesión: reducir costes a cualquier precio para mantener la empresa competitiva.

Estos dos hechos, junto con los innumerables análisis que muestran que el capitalismo entró en su fase de crisis sistémica ―hecho manifestado por el estallido de la primera guerra mundial―, nos hacen pensar que el conjunto de la clase ya no puede alcanzar mejoras en el marco del capitalismo y que el futuro sólo tiene dos vías: o la revolución social que modifique por completo no sólo las “relaciones de clase”, sino esencialmente la “estructura” de la vida individual y de la humanidad o la constitución de una Época Oscura en la que la inmovilidad económica sea compensada por relaciones de vasallaje a la hora de obtener preponderancia social.

Naturalmente, preguntar por nuestra opción es inútil, pero la cuestión sigue siendo ¿cómo conecta la lucha económica, y con ella la organización sindical, con la lucha por la sociedad libertaria? O, lo que es lo mismo, ¿cuál es el baile de los sindicatos en esta fiesta?

2. Sindicato y capitalismo decadente

Con la creación de la “sociedad del bienestar” y la desaparición del sueño revolucionario al comprobar el curso seguido por los “estados proletarios”, hechos ambos ocurridos tras la segunda guerra mundial, la clase obrera penetra en un época de profunda derrota ideológica. La principal pieza de esta derrota ideológica es la aceptación de la legitimidad del estado por medio de la democracia formal (aceptación a la que tanto contribuyó la propaganda “antifascista” de la izquierda, incluída la libertaria).

Los mojones de la derrota ideológica:

  1. el poder estatal es legítimo, si es democrático

  2. la propiedad privada de los medios de producción es legítima (y, con ella, la apropiación privada de beneficios y la explotación del trabajo asalariado) y abre las puertas a la movilidad social

  3. la competencia en el mercado es la contrapartida de la democracia en la política y es el motor del desarrollo

  4. la injusticia social es un mal necesario que puede ser mitigado por las prestaciones sociales

  5. actuar contra la ley es actuar contra toda legitimidad y contra el conjunto de la sociedad

Este marco ideológico aceptado de buen grado (o por medio de la TV-hipnosis) conlleva el encadenamiento de los explotados a una situación sin salida y a las organizaciones que los “representan”, no sólo a compartir cadenas, sino incluso a fortalecerlas.

3. Organización y representación

La principal victoria de la democracia consiste en haber convertido al ciudadano en espectador. Esto es consecuencia (o, cuanto menos, contrapartida) de haberlo convertido de productor en consumidor.

Todo miembro de la sociedad tiene derecho a ser representado y, en el peor de los casos, a crucificar a su representante y substituirlo por otro, pero jamás, jamás, a decidir por sí mismo. De modo que el trabajador acaba enfrentándose con el sindicalista en vez de con el capital.

El sindicalismo participa de esta fiesta. Pese a que inicialmente pueda tener pretensiones “participativas”, si realmente quiere liderar a una masa de población enajenada en la representatividad, deberá ser su representante. Inevitablemente, el sindicato se convierte de organización de los trabajadores en organización de representantes de los trabajadores. O sea, en el marco de la democracia, no hay lugar para el sindicato-organización, sino sólo para el sindicato-representación.

La máxima democrática del imperio de la ley, convierte a las organizaciones obreras en el modelo impuesto por la ley, luego toda estructura organizativa “alternativa”, pese a ser democráticamente tolerada, está condenada a la marginalidad.

Esta representatividad de los sindicatos no sólo los convierte en instrumentos modelados por el poder y, con ello, contrarios a todo ideal libertario, sino que fortalece el papel de espectador del obrero. Iniciándose así un infernal círculo vicioso en el que la enajenación del obrero potencia la representatividad del sindicato y la representatividad del sindicato la enajenación del obrero.

Una organización que acepta, como marco de actuación, una legislación sobre la huelga como la española, la prohibición de las cajas de resistencia y de las luchas por motivos de solidaridad y políticos, no puede más que convertirse, so pena de marginalidad, en instrumento del propio sistema y debe competir con los otros sindicatos en el plano de la “obtención de favores”, de la mejor o peor “gestión de personal”, convertir a sus delegados en auxiliares del departamento de recursos humanos y acabar por defender a fuego y cuchillo al sistema, so pena de desaparecer como organización. Ésta es la base sobre la que se edifica el papel de bombero ejercido por los sindicatos en toda lucha obrera seria y de la generalizada corrupción sindical.

4. Sindicalismo y anarquismo

El anarquismo tiene un objetivo: la formación de una sociedad sin estado. Los anarquistas suelen tener a gala no hacer proyecciones de futuro. Confían en que la auto-organización de la sociedad conducirá a un orden justo. Más allá de este principio, aparecen los anarquismos con apellido, materia en la que no entraremos.

Sin embargo, la corriente anarquista que preconizó la entrada en los sindicatos y la lucha reivindicativo-económica (llamada de reivindicaciones “inmediatas” o “parciales”) fue mayoritariamente la anarco-comunista, o sea, la que preconiza una sociedad sin estado y con propiedad colectiva (global) de los medios de producción.

Así nació el anarco-sindicalismo: los anarquistas comunistas participaban en el sindicalismo para conducir a la clase obrera hacia la revolución social y el comunismo libertario. Un siglo más tarde, el anarco-sindicalismo se ha convertido en una profesión de fe que profesan algunos de los militantes de las organizaciones que todavía se autodenominan anarcosindicalistas.

La única característica que estas organizaciones logran mantener es la de la democracia directa en el interior de la organización. Y aún esta característica resulta matizada por dos hechos:

  1. hacia afuera de la organización no puede extenderse, tanto por la aceptación del marco de actuación, como por el temor a “asustar” al obrero medio, si se tratara el asunto,

  2. hacia el interior, la falta de participación de unos afiliados mayoritariamente “sólo sindicalistas”, cuando no simples “representados”, convierte a la democracia directa en una meta poco menos que inalcanzable.

Podríamos concluir que la participación anarquista en los sindicatos es altamente positiva en períodos prerrevolucionarios (véase la CNT en los años 30), pero que, en períodos de pasividad ―o de derrota ideológica― de la clase, la participación en los sindicatos conduce a la dilución del anarquismo en mero sindicalismo jurídico-administrativo.

5. Sindicato y revolución social

Ni aun el más negro de los anarcosindicalistas osa hablar de la revolución social (salvo para nostalgias de pretéritas glorias) ni del comunismo libertario fuera del círculo de sus más afines. Sin embargo, quien desee seguir usando el prefijo “anarco-” no puede obviar la cuestión del papel a jugar por el sindicato en la (eventual) revolución social o en su contrapartida de la Época Oscura.

La historia nos ha legado dos tipos de organizaciones que podemos considerar “propias” de las “clases populares”. El primer tipo es el de la organización permanente (sólo interrumpida por períodos de ilegalización por parte del estado bienhechor): el sindicato. El segundo son las formas de organización no permanente, que aparecen en momentos revolucionarios y que en cada revolución adoptan formas distintas, hasta hoy: la comuna y el consejo obrero.

Hay otra forma de organización inestable que los anarquistas se esfuerzan en revivir constantemente, por su capacidad de hacer de puente entre los otros dos tipos, y que los demócratas se esfuerzan en mistificar y manipular constantemente, por su capacidad legitimatoria: la asamblea.

La idea que se tenía de la revolución social en la época de las revoluciones podría resumirse en los versos de un antiguo canto: “los de hoy nada, mañana, todo han de ser”. Bastaba con invertir la sociedad existente, se suprimiría la propiedad de los burgueses y el poder de los políticos y se seguiría haciendo funcionar ―básicamente― la misma sociedad.

Hoy las cosas han cambiado radicalmente. La revolución social ya no puede ser una revolución industrialista y productivista, ya no se tendrá como objetivo prioritario el “reparto” del beneficio, sino el cómo y el qué se produce, ya no se trata de “remover los obstáculos al desarrollo de las fuerzas productivas”, sino de evitar la destrucción del planeta. En la revolución por hacer hoy en día, del mismo modo que no se podrá “usar” el estado de otro modo, sino que habrá que destruirlo para poder empezar la construcción de la nueva sociedad, tampoco se podrá “usar” la estructura productiva y económica de un “modo más justo”, sino que habrá que destruirla para poder empezar a construir la nueva sociedad.

Este planteamiento nos lleva a una cuestión crucial ¿la estructura de una organización adaptada punto por punto a la estructura productiva y social del capitalismo, el sindicato, puede ser una buena candidata a organización de la revolución? Su estructura orgánica, sus inercias prácticas, su bagaje cultural ¿le permitirán adaptarse a las exigencias de la nueva sociedad o la convertirán en un obstáculo más a superar?

La respuesta a esta pregunta es fundamental para un anarquista, pues ella dará o quitará sentido a su participación en los sindicatos actuales.

6. El futuro del sindicato

El futuro del sindicato está claro a partir de su presente: ser un ente auxiliar del estado en la gestión y contención de la mano de obra, tanto la ocupada como la desempleada o, simplemente, desaparecer (haber convertido a la clase obrera en una masa pasiva tiene, como una de sus consecuencias, la desaparición de la necesidad de sindicalistas-bomberos por parte de la burguesía y del estado).

El sindicalismo y la política obrerista es ―y viene siendo desde la segunda guerra mundial― un medio para limar asperezas en la relación laboral, esto es, hacer de contrapeso al “egoísmo” del burgués y mantener la resistencia obrera en el marco de la legalidad y, con ello, de acatamiento al sistema; en otras palabras, hacer prevalecer los intereses generales del sistema burgués por encima de los intereses privados de los burgueses. En este sentido, el sindicalismo ha facilitado extraordinariamente la constitución del mercado mundial. Con esto se pretende criticar no tanto la función del sindicato, como la ingenuidad de quienes lo consideran una organización apta para la revolución social.

La pregunta ¿son los sindicatos organizaciones de la clase obrera? No admite una respuesta simple. En principio, la respuesta es sí, pero con matices de importancia.

La primera matización es: el sindicato es una organización obrera en el sentido de que responde, con más o menos acierto y con más o menos corrupción según los casos, a las necesidades del obrero en tanto que obrero (trabajador asalariado), ahora bien, es cada vez menos una organización obrera en el sentido de que escapa cada vez más al control de los obreros, en la medida en que cada vez más el sindicalista profesionalizado se convierte en un remedo de funcionario estatal y el afiliado en un administrado. De ahí nace la gran tentación para todo obrerista libertario: la de querer devolver el sindicato al obrero por medio de su redemocratización, pero sin llegar a modificar en un solo punto su función social.

La segunda matización: el sindicato responde a las necesidades del obrero en la medida en que éste no deje de ser obrero, o sea, en la medida en que renuncie a dejar de ser obrero y, con ello, a toda veleidad de transformar radicalmente la sociedad. Un obrero que desea seguir siendo un obrero es necesariamente un contrarrevolucionario. La revolución social implica la destrucción del estado y la destrucción del sistema de trabajo asalariado. Pero, en una sociedad sin trabajo asalariado, no hay lugar para el sindicato ni para el sindicalista.

El presente muestra el futuro: el sindicato se convierte en un ente cada vez más alejado de sus afiliados y cada vez más integrado en el aparato de estado. Puede intentar compensar más o menos los excesos del empresariado, pero en el marco del sistema y de un sistema cada vez menos capacitado para hacer concesiones a sus esclavos, de modo que la propia supervivencia del sindicato como organización exige y exigirá un mayor control sobre los asalariados y una mayor integración en el aparato de estado. La consecuencia de ello sólo puede ser que los sindicalistas honrados e idealistas queden reducidos a una situación de marginalidad ―opción de recambio para el caso de una grave crisis en la institución sindical― y que los sindicalistas corruptos acaparen más y más poder dentro y fuera del sindicato. Y entre unos y otros mantendrán la potencial protesta obrera a raya, sea a través del “desencanto”, sea con nuevas ilusiones de “renovación” sindical.

7. El sindicato del futuro

Sin embargo, el sindicato es la única forma de organización obrera permanente con la que poder influir en la relación económica y social entre obrero y patrón. Hasta que el “genio creador de la masa revolucionaria” nos proporcione una organización más acorde con las necesidades de la revolución (junto con la revolución misma), es probable que no haya más alternativa que seguir manteniendo el sindicato. Quizá usándolo al modo de la escalera de Wittgenstein. De modo que debemos plantearnos la cuestión del modo siguiente: en las actuales circunstancias ¿cómo debería ser el sindicato para facilitar la lucha de resistencia obrera a las imposiciones del neoliberalismo, minimizar los rasgos integradores (el sindicalismo responsable) y abrir vías para traspasar el marco del sistema aunque ello conlleve la destrucción del propio sindicato?

Sus rasgos esenciales deberían ser

  1. Sindicato único de clase. Superador de la división en sectores y oficios, trabajadores públicos y privados.

  2. Internacional e internacionalista (en realidad, anacional).

  3. Con un funcionamiento basado estrictamente en la democracia directa.

  4. Reideologizante

7.1. Sindicalismo de clase

Los principales rasgos objetivos (materiales) de la división de la clase obrera y de la fragmentación de su escasa respuesta a los ataques de la patronal son la separación entre trabajador público y trabajador “privado”, la subdivisión infinitesimal de los convenios colectivos y, con ello, de los sectores y subsectores de la producción que conlleva la subdivisión ad infinitum no sólo de la clase sino incluso de las mismas plantillas de empresa, lo cual no es más que la expresión orgánica del proceso generalizado de precarización y pauperización. Los rasgos subjetivos (nacionalismo, discriminación racial y religiosa, etc) les siguen fielmente como el trueno al rayo.

El sindicalismo ha tendido siempre a amoldar su estructura organizativa a la de la patronal. Hubo un tiempo en que la organización de la patronal y de la producción se correspondía a las características del proceso productivo. Adaptarse a ella, podía ser una buena táctica (de ahí surgió el sindicato de sector o “único de industria”). Hoy la organización patronal no se corresponde con las características del proceso productivo, sino con las técnicas de control del personal laboral y no tiene sentido que el sindicalismo se esfuerce en reproducir un organigrama en perpetua modificación y sin fundamentos objetivos anclados en el propio proceso productivo.

La condición básica para poder precarizar un sector estable sin desorganizarlo consiste en precarizarlo por partes y, a poder ser, con la complicidad de los (todavía) estables. Por ello, la única respuesta sensata de la clase obrera a la ofensiva precarizadora de la patronal es responder con la unificación del asalariado, cuya primicia no puede ser más que la unificación de la organización sindical, o sea, organizarse en sindicato único de clase y luchar por unas condiciones salariales y laborales idénticas en todo sector y subsector.

Si la privatización de los servicios públicos tiene como finalidad abaratar los sueldos de los trabajadores y precarizar sus condiciones de contratación, lanzar consignas para la defensa del carácter público de los servicios no tiene más sentido que una pataleta infantil, la única manera de evitar la privatización es quitarle sentido según las propias reglas del capitalismo: evitar que el trabajador “privado” que vaya a substituir al trabajador “público” tenga unas condiciones laborales distintas.

El esquema se repite en todas las empresas. La “externalización de servicios” sigue exactamente el mismo protocolo y objetivos que la privatización de los servicios estatales: pauperización salarial y división ―y, si es posible, enfrentamiento― entre estables y precarios, con el resultado final de substitución de los estables por precarios. No hay otra razón para el rosario de subrogaciones, cambios de convenio, remodelaciones…

Sólo hay un camino para atajar este proceso: la implantación de una escala salarial única para todos los asalariados, con independencia del sector en que trabajen, de si son “públicos” o “privados”, nacionales o extranjeros, fijos o “de contrato”, de plantilla o “externos”. ¿Por qué un trabajador del metal ha de cobrar más o menos que otro con la misma categoría de la química o de la madera?

Si la implantación de una escala salarial única para todos los trabajadores es la única respuesta coherente al ataque neoliberal, la lucha por la implantación de una tal escala es el único camino que hoy por hoy podemos vislumbrar para alcanzar la unidad de la clase obrera en la lucha.

Obviamente, el primer paso para ello, debe ser la reorganización de los anarcosindicalistas en sindicatos únicos de clase y el abandono de las estructuras sectoriales (federaciones de sector) ―que nunca han mostrado su utilidad en la lucha y que hoy resultan obsoletas por el propio desarrollo de la organización empresarial― y de las estructuras subsectoriales (coordinadoras de subsector) ―que intentan replicar cada modificación de la estructura patronal y que sólo pueden acabar remedando los antiguos sindicatos de oficio.

7.2. Sindicalismo internacionalista

En plena era de la globalización, tiene menos sentido la división de la clase obrera por naciones que por sectores u oficios. Es evidente la imperiosa necesidad de la coordinación internacional de la lucha obrera, pese a lo poco que se hace por ella. Por tanto, no abundaré en el tema.

Sin embargo, hay algo que siempre se pasa por alto: la dimensión internacional de la problemática, de la solución y de la única lucha posible. El reto del sindicalismo no consiste en la coordinación de las luchas “nacionales” a nivel internacional, sino en la unificación de estas luchas. Sólo una organización obrera internacional, una movilización internacional y un programa internacional pueden poner freno a las políticas de deslocalización, desindustrialización y descapitalización del neoliberalismo. Es evidente que una escala salarial única internacional convierte en papel mojado la directiva Bolkenstein, tan evidente como que cualquier otro tipo de solución no puede llevar más que la fracaso y al enfrentamiento entre sí de las fracciones nacionales de la fuerza de trabajo.

Hay que resaltar que esta condición ―no ya de internacionalismo sino de franco anacionalismo del sindicalismo necesario― no la exige ninguna veleidad revolucionaria o “ideológica”, sino la mera lucha sindical de subsistencia, de “reivindicaciones parciales”. ¡Cuánto más la exige el carácter revolucionario del anarcosindicalismo!

Sólo si la organización de clase se estructura internacionalmente sobre una base anacional, sólo si el obrero y el libertario aprenden a pensar y actuar en función de los intereses obreros a escala mundial, es pensable una transformación de la sociedad en un sentido anarco-comunista (la “revolución social”, que se decía antiguamente). Deben ser, pues, los anarcosindicalistas los primeros en abandonar las estructuras nacionales y organizarse sobre una base anacional.

7.3. Sindicalismo de democracia directa

De la rica tradición de lucha que nos ha legado el anarcosindicalismo, la práctica de la democracia directa es no sólo el logro más importante sino la piedra toque para toda organización libertaria. Un sindicalismo que caiga en la trampa del representativismo es un sindicalismo condenado a pasarse al enemigo.

Sólo un sindicalismo basado en la participación activa de los afiliados y en la elección y revocación inmediatas de todo cargo, representativo o no, por medio de la democracia directa en el seno de la organización puede mantener a ésta al margen de la burocratización, de la constitución de castas directivas y, en definitiva, de la fagocitación de la organización por el estado.

Mientras la organización obrera funcione estrictamente bajo los principios de la democracia directa, puede permitirse el lujo de cometer cualquier error. Por grande que éste sea, siempre podrá corregirse y volver al buen camino. Si se abandona la práctica de la democracia directa, aun sin cometer errores, aun avanzando de victoria en victoria, se habrá abandonado el camino ―y esa es la derrota definitiva. Jamás organización alguna se ha recuperado del abandono de la democracia directa, la única solución posible es volver a empezar la tarea organizativa desde el principio. Por ello, el anarcosindicalismo debe ser máximamente escrupuloso e intransigente en la práctica de la democracia directa.

Un sindicalismo que esté basado en este principio, no sólo es un sindicalismo que puede mantenerse combativo y ajeno a las intrigas del poder, es también un sindicalismo que puede extender al resto de la clase los principios y la práctica de la democracia directa, con lo que se avanza en el camino de la revolución social.

Sin embargo, como ya se ha expuesto, la práctica de la democracia directa es cada vez más limitada y difícil. Su peor enemigo es la pasividad, la inactividad de los afiliados, que conduce a las organizaciones libertarias a la inoperancia o a la conversión de la democracia directa en una mera idea regulativa.

7.4. Un sindicalismo reideologizante

Según la perspectiva de este escrito, la clase obrera sola puede aspirar a una mejora de sus condiciones de vida a condición de modificar substancialmente la estructura de la sociedad. Como consecuencia, la lucha por reivindicaciones parciales y la lucha por el comunismo libertario deberán avanzar por el mismo camino.

Un sindicalismo “sin ideología” es un sindicalismo con la ideología de la clase dominante. Un sindicalismo que no quiera convertirse en parte del estado y en un estorbo más en el camino hacia la emancipación de la clase explotada necesariamente ha de tener un fuerte, claro y transparente componente ideológico. Sin lucha ideológica no hay revolución posible y sin la revolución social (comunismo anarquista) no hay salvación posible ni para el proletariado ni para la humanidad.

El anarcosindicalismo debe apostar claramente por el debate ideológico, no sólo en las actividades específicas que pueda llevar a cabo, sino en toda la actividad sindical, en toda reunión de plantilla, de sección sindical o abierta al público en general, en toda su propaganda. Debate ideológico, cuyos puntos fundamentales deben ser:

  1. Democracia directa. La democracia directa debe ser el principio organizador de la sociedad, lo que implica

    1. Denuncia del representativismo y el politiqueo

    2. Denuncia del estado como principal escollo al desarrollo humano y como algo totalmente inútil para el progreso social

    3. Toma de decisiones por el conjunto de la comunidad

    4. Representantes elegibles y revocables en cualquier momento con mandatos cerrados

    5. Introducción de los métodos de democracia directa en la actividad cotidiana a escala local

  2. Apoyo mutuo. La inmoralidad del sistema basado en la explotación del trabajo humano sólo puede encontrar justificación en la descalificación de toda ética y moral. La base más firme para la edificación de la nueva sociedad son los principios éticos de justicia, equidad, solidaridad y apoyo mutuo. El desarrollo práctico de estos principios éticos implica ya el anarco-comunismo.

  3. Comunismo libertario. Único sistema social que implica la desaparición de la explotación económica, del trabajo asalariado, de la opresión política y del desvarío productivista al que estamos abocados.

  4. Universalismo. Mientras se enmascaren las diferencias de clase detrás de las fronteras, la nueva sociedad es imposible de construir. Una cultura universalista y anacional es imprescindible para abordar siquiera los primeros pasos para la transformación social e incluso para una simple lucha defensivo-economicista viable.

Conclusión

Naturalmente, una cosa es analizar las necesidades y otra muy distinta que el diagnóstico pueda tener eficacia práctica.

Es difícil predecir si el sindicalismo del futuro podrá ajustarse a las características apuntadas, pero lo que sí puede predecirse es que, en caso contrario, la fragmentación de la clase obrera no será superada y, aun si llegase a serlo, no lo sería con ayuda de los sindicatos sino pese a ellos.

En caso de que el sindicalismo no adopte estos principios y modos de actuación, muy probablemente esté abocado al fracaso e incluso a la desaparición y la intervención de los anarquistas en el el sindicalismo habrá sido baldía.

[Grècia] 48 horas en la calle. Toda Grecia a Síntagma: Nuestra cita combativa para el 28 y 29 de junio

Comunicado de la asamblea popular de la plaza de Síntagma.

Todo apunta a que los dos días de huelga general pueden dar lugar a un levantamiento en todo el país.

Nuestra cita combativa para el 28 y 29 de junio. Faltan pocas horas para la movilización que llevaremos a cabo en toda Grecia durante los días 28 y 29 de junio. Todo apunta a que los dos días de huelga general pueden dar lugar a un levantamiento en todo el país, un levantamiento que será la tumba del paquete de recortes del gobierno. Esta batalla no es importante solo para nuestro futuro, es una luz de esperanza para todos los pueblos del mundo que quieren tomar la vida en sus manos. Es el punto de partida de un nuevo rumbo.

El 28 de junio nos concentramos desde las 9 de la mañana en la plaza de Síntagma para esperar la llegada de las manifestaciones de los trabajadores en huelga y unirnos en la plaza. A las 6 de la tarde dará comienzo un gran concierto popular que durará hasta bien entrada la noche.

El 29 de junio coordinamos nuestras fuerzas para poner en práctica el cerco total del Parlamento. Las asambleas de los barrios del norte de Atenas se concentrarán desde las 8 de la mañana en el metro de Evangelismós. Allí estarán las asambleas de Ayia Paraskeví, Jalandri, Jolargós, Papago, Soografo, Glicá Nerá, Palini, Galatsi, Amarusi, Hiraclio, Nea Ionía, Patisia, Nea Filadelfia, Guisi, Pireo, Ambelóquipi-Hospital de la Cruz Roja, Poligono. Las asambleas populares de los barrios del sur y del este se concentrarán desde las 8 de la mañana en el estadio de Calimármaro. Allí estarán las asambleas de Nea Smirni, Bironas, Ayios Dimitrios, Bula-Bari, Neos Cosmos, Petrálona-Cisío-Cucaqui, Elinicó. Los barrios del oeste, Petrúpoli. Egáleo, Peristeri, Jaidari, Ayii Anaryiri-Camateró, se concentrarán en Síntagma, en la calle Amalías con Basilisis Sofías. Los sindicatos de base y las asambleas del resto de Grecia participarán también en diversos puntos de la concentración.

Para la gente que vendrá de otras partes de Grecia se han preparado lugares de alojamiento. Las personas que por cualquier motivo no puedan participar a pie en las concentraciones es importante que ayuden en el cerco con sus coches desde las 8 de la mañana, podrán participar en una “manifestación” motorizada. Si varios centenares de automóviles circulan a una velocidad de entre 10 y 20 quilómetros por hora en las avenidas Quifisías, Mesoyíon y Mijalacopúlu y regresan por vías alternativas cuando los desvíen los agentes de circulación, podrán crear un enorme problema para el acceso de los diputados al Parlamento. Insistimos en que seguiremos manteniendo como hemos hecho desde el 25 de mayo hasta el día de hoy nuestro carácter masivo y nuestra determinación como principales armas de lucha. Pedimos a todo el mundo que respete y que salvaguarde esta opción.

Al gobierno y a los comisionados de la Troika les advertimos: que no piensen que van a lograr romper nuestra movilización mediante la represión.

A lo que ha dicho el sr. Pangalos de que hay que elegir entre “el paquete de medidas o los tanques” le contestamos que “de casta le viene al galgo…”, ¡que se acuerde de su abuelo! (el abuelo del vicepresidente del gobierno, T. Pangalos, fue general responsable del golpe de estado de 1925 y nombrado primer ministro a consecuencia del mismo durante la dictadura de 1925-1926).

No nos marcharemos hasta que no se vayan ellos y sus opciones de “paquetes de medidas o tanques”.

Las plazas son nuestras. La razón está de nuestro lado. Reivindicamos lo evidente:

LIBERTAD – JUSTICIA – DIGNIDAD

Tengamos confianza en nuestras fuerzas. O nosotros o ellos.

Estamos condenados a vencer. ¡El paquete de medidas NO PASARÁ!

¡Democracia directa ya!

La asamblea popular de la plaza de Síntagma, a 26 de junio de 2011.